Cómo es comer en un restaurante de Florida en tiempos de coronavirus

Volver a sentarse en un restaurante después de más de dos meses es una experiencia diferente. No sólo por el tiempo pasado, sino porque las condiciones cambiaron

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Restaurantes en Coral Glables

En el primer día de reapertura de restaurantes Infobae se acercó al área de Coral Gables durante el mediodía. La primer gran diferencia es que estos sitios que solían estar repletos por toda la gente que trabaja en las oficinas de la zona, ya no lo están. Algunos aún tienen miedo de salir, para otros –severamente afectados por la crisis económica derivada del coronavirus- ya no es tan fácil almorzar afuera, y una gran mayoría sencillamente sigue sin ir a la oficina.

Pero los verdaderos cambios llegan cuando uno se acerca al restaurante. La norma indica que las mesas tienen que tener una separación de seis pies (180 centímetros) entre sí, que sólo se puede tener cuatro comensales por mesa (o seis si todos viven en una misma casa) y que sólo puede ocuparse un 50 por ciento de la capacidad permitida en el establecimiento. Seguramente considerando que la gente aún le tiene mucho miedo al virus, la gran mayoría de los dueños de restaurantes en el sur de la Florida decidieron tomar medidas extra por su cuenta.

Es común ver a algún empleado parado en la puerta recibiendo a los clientes. Hoy el escenario es un poco distinto. En todos los restaurantes vistos durante la recorrida de Infobae por un polo gastronómico, en el ingreso al local había estaciones de sanitización. Alcohol en gel, desinfectante en spray y toallas húmedas con alcohol o cloro abundan en el ingreso a todos los establecimientos.

En el caso particular del restaurante donde esta cronista almorzó hoy, con una sonrisa la recepcionista pidió que me pusiera alcohol en gel en las manos y hasta que me sintiera libre de limpiar mis objetos personales (como el celular o mi cartera) con las toallitas húmedas. No era obligatorio, pero cada persona que entraba al lugar lo hacía.

Imagen de archivo en donde un empleado el día de ayer limpia las mesas de un centro comercial en Florida, EE.UU. EFE/EPA/CRISTOBAL HERRERA/Archivo
Imagen de archivo en donde un empleado el día de ayer limpia las mesas de un centro comercial en Florida, EE.UU. EFE/EPA/CRISTOBAL HERRERA/Archivo

Para entrar se debe usar máscara. La realidad es que todos los empleados las tienen puestas pero en las mesas los clientes se las quitan. Obviamente es imposible comer con la máscara, pero no se observó a nadie con un tapaboca puesto ni siquiera mientras esperaban la comida. Esa regla no tiene gran adhesión.

Efectivamente las mesas están separadas. Inclusive por bastante más de seis pies. En el área al aire libre, se nota que la situación es un poco más flexible. Pero en el interior del restaurante había solamente siete mesas armadas en un salón que normalmente alberga más de 15 mesas. De las 7 preparadas, solo la mitad tenía comensales.

Los mozos estaban usando guantes además de las máscaras y es notorio como, al menos en esta primera jornada, intentan no pegarse a las mesas para tomar las órdenes. Lo más llamativo en este restaurante en particular es cómo resolvieron el tema de los menúes. Para evitar que muchos clientes toquen las mismas páginas, el establecimiento optó por pegar en cada mesa un código. Al sacarle una foto a ese código el propio teléfono abre el menú del lugar en internet.

Miami. REUTERS/Marco Bello
Miami. REUTERS/Marco Bello

La higiene merece un capítulo aparte. Cada mesa tiene alcohol en gel para los clientes. Pero, además, cuando estos se van hay un empleado encargado exclusivamente de limpiar a fondo la mesa con desinfectante. Los bordes, la superficie y hasta, a veces, las sillas. Lo que usualmente es un proceso rápido donde pasan un trapo húmedo sobre la mesa, hoy es toda una ceremonia.

Desde ya cada quien tendrá su propia impresión, pero en lo personal me sentí muy segura comiendo afuera. Tanto que pese a estar en un ambiente público sentí que casi no había tenido contacto con nadie. Al menos no como solíamos tenerlo antes del COVID.

Lo que cuesta es imaginar cómo esto se mantendrá en el tiempo. ¿Cuánto tiempo acatarán los clientes las normas? ¿Cómo harán los dueños de los negocios para mantener estos nuevos procesos con menos ingresos? ¿Estamos ante una nueva normalidad o simplemente se trata de un período de transición hasta que volvamos a lo que éramos? Las próximas semanas serán interesantes para encontrar estas respuestas.

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