El ex Vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, hasta ahora tenía un lema de campaña: “Soy Biden, el de Obama-Biden”. Si bien ha pasado décadas en el senado, su carta de presentación más importante con el votante estadounidense son los ocho años que pasó junto al Presidente Barack Obama. Al menos con casi todos los votantes.
La campaña de Biden fue duramente durante las primarias demócratas criticada por la falta de diversidad en su equipo y por el poco énfasis que pusieron en el votante latino. Rara vez se vió al candidato en medios de habla hispana -por no decir nunca- y no hubo una estrategia clara para comunicarse con este sector de la población que en este próximo noviembre representará al menos a 32 millones de votantes registrados. Y podrían ser muchos más, considerando que hay estados donde la registración para votar puede hacerse hasta pocos días antes de la elección.
Pero la mayor preocupación entre el entorno de Biden radica en que inclusive después del super martes que revivió su campaña, perdió ampliamente en el voto latino de las primarias contra quien fue su último oponente, Bernie Sanders. Los dos estados clave en los que esto ocurrió son Florida y Nevada.
Biden está buscando cambiar ese escenario. El primer acercamiento de la campaña con la comunidad llegó semanas atrás con el anuncio de que Jill Biden, esposa del candidato, está aprovechando el confinamiento del coronavirus para aprender español, y se reúne virtualmente todas las semanas con miembros del caucus latino del congreso para entender las problemáticas de la comunidad y transmitírselas a su marido. Casi una sutileza comparado con la ofensiva agresiva de la campaña del Presidente Donald Trump, quien montó un equipo en todo el país denominado “Latinos for Trump” (Latinos por Trump).
Pero la gran sorpresa llegó cuando el propio Joe Biden, en una entrevista a una radio nacional latina, dijo que en términos de inmigración él no es “ni Trump ni Obama”. La inmigración es uno de los temas que más importa en esta comunidad. El presidente Trump no tiene un buen historial al respecto, pero tampoco lo tiene Obama. Al ex Presidente se le ha llegado a denominar el “deportador en jefe” en alusión a las más de 3 millones de personas deportadas en sus ocho años en la Casa Blanca.
Biden ha intentado diferenciarse de su amigo y ex jefe en términos de inmigración, asegurando que las deportaciones masivas fueron un error y que esas decisiones las tomó “toda la administración”, sin querer apuntar el dedo contra alguien en particular pero intentando desligarse del tema a la vez.
Su campaña ha ido inclusive más allá en el intento de resonar entre hispanos y han declarado que hay dos latinas en la lista corta de finalistas para convertirse en compañeras de fórmula de Biden. Si bien todo indicaría que Kamala Harris y Elizabeth Warren son quienes más posibilidades tienen de acompañar al veterano político en la fórmula presidencial, no se descarta que Michelle Luján Grisham o que Catherine Cortez Masto terminen siendo las escogidas.
Michelle Luján Grisham es actualmente la gobernadora demócrata de Nuevo México. Tomó notoriedad nacional en las últimas semanas gracias a ser una de las voces que más se ha opuesto a las medidas adoptadas por la Casa Blanca de Donald Trump durante la crisis del coronavirus. Grisham es abogada, tiene 60 años y es en este momento la única gobernadora latina en todo el país. La campaña de Biden ha confirmado que están en proceso de investigación sobre su pasado para ver si puede convertirse en compañera de fórmula.
Catherine Cortez Masto es la primera latina en convertirse en Senadora federal. Es también abogada, tiene 56 años y cuenta con un padrino muy influyente: el también Senador por Nevada, Harry Reid.
Si bien es cierto que Biden no ha tenido resultados favorables con los latinos, la realidad es que este también es un segmento complicado para el Presidente Trump. Hasta hoy, ninguno de los dos partidos tiene el voto latino asegurado en las elecciones generales que tendrán lugar en noviembre.
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