La primera denuncia, a comienzos de 2016, hizo que Christopher Carmichael, director de la Escuela Gladys Jung de Bethel, en Alaska, reconociera ante las autoridades del distrito escolar una conducta que podría haberle valido su título de docente. Sin embargo, nada sucedió. Casi cuatro años más tarde, la noticia de la detención de Carmichael por abuso de menores en diciembre de 2019 pareció sorprender a las autoridades locales, excepto a la policía de Bethel.
Y, desde luego, las familias de las menores que habían sido abusadas por el director tampoco se asombraron. Llevaban mucho tiempo preocupadas por los regalos del educador llegado a esa localidad remota luego de años de trabajo en sitios más incomunicados aún, que él hacía tanto a las hijas como a los padres. Algunos eran realmente costosos. Y también estaban esos mensajes en Facebook, en ocasiones simplemente impropios, aunque la plataforma los dejó pasar. Solían llegar de noche. Pero Carmichael era tan carismático y dedicado que la situación se volvía confusa, incluso para los adultos.
Pero las pruebas que juntó el Grupo Especial contra la Explotación de Menores de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) fueron suficientes para que Carmichael fuera acusado ante la Justicia por posesión de pornografía infantil, intento de coerción de menores y abuso sexual de menores. Solo entonces el Distrito Escolar del Bajo Kuskokwim lo despidió, una demora que acompaña una estadística penosa: en Alaska la violencia sexual es seis veces mayor que en el resto de los Estados Unidos.
Una investigación de ProPublica, del periódico Anchorage Daily News y de la radio pública KYUK halló que Carmichael, cuyo juicio comenzará en junio, había sido acusado e investigado al menos dos veces durante los años anteriores. Un agente del FBI se hizo pasar por una niña de 13 años y estableció una relación por mensaje de texto, en el cual el director de la escuela le pidió que se masturbara, le enviara fotos y lo llamara “papi”. En el momento del arresto, Carmichael creía que se iba a encontrar con la adolescente para tener relaciones sexuales.
“El caso del carismático director de la escuela de Bethel es el último de una serie de educadores rurales de Alaska acusados de abuso sexual A los estudiantes”, recordaron Kyle Hopkins y Greg Kim, autores del trabajo. “Las generaciones anteriores de menores de la región sufrieron abusos a manos de sacerdotes católicos que llegaban, muchos de los cuales trabajaban en aldeas y escuelas regionales. Por otro lado, en esta región, los escolares nativos de Alaska fueron sacados de sus hogares y enviados a internados, donde algunos sufrieron abusos y muchos fueron castigados por hablar su lengua indígena”.
De hecho, la banda occidental de Alaska tiene solo el 10% de la población del estado, pero concentra el 40% de todos los educadores sancionados durante la última década por comportamiento sexual inapropiado con los estudiantes, según un análisis de ProPublica.
“La víctima más común de abuso sexual es una menor de 15 años, dijo el Departamento de Seguridad, y casi siempre es atacada por alguien a quien ella conoce”. Entre los casos en escuelas que citaron, nueve niñas fueron abusadas en Tuluksak, un pueblo de 361 habitantes, en 2014, por un maestro, Martin Bowman, que perdió su título; en esa misma localidad, dos años más tarde otro maestro fue suspendido porque la policía encontró más de 2.000 imágenes de pornografía infantil en su laptop; en otro pueblo, Kwigillingok, de 374 habitantes, un profesor de historia fue acusado de abuso sexual a una adolescente, pero se declaró culpable de cargos menores para evitar el juicio.
Algunos simplemente pasan inadvertidos; a otros se les dan nuevas oportunidades, pese a lo que indican las normas estatales. Fue el caso de Carmichael, quien llegó a Bethel en 2014 luego de haber trabajado durante 15 años en dos pequeñas localidades costeras a orillas del Mar de Bering.
Su conducta parece haber sido la misma, ya que, aun cuando se había mudado ya a Bethel, no perdió de vista a al menos una de sus ex alumnas en la escuela del pueblo. En 2016, la menor, que tenía entonces 14 años, publicó una selfie en Facebook. Carmichael le envió un mensaje: "Me encantan esos deliciosos labios rojos en la foto de tu perfil :-)”.
Comenzaron a chatear.
Él bromeó sobre las largas noches que la menor pasaba en las redes sociales: “Te conozco, y conozco tus costumbres traviesas, demasiado bien :-) ¡No puedes escapar de mi ojo que todo lo ve! :-)”. También le escribió: “Te pondría boca abajo sobre mis rodillas y ¡paf!”. La llamaba “dulzura”, “encanto”, “nena”, “bombón”, “bonita”, “hermosa” y “cariño”.
Poco tiempo después la madre vio el intercambio y llamó a la policía. “Una demanda penal que se presentó a los tribunales describe lo que sucedió a continuación”, presenta el artículo.
Primero las autoridades avisaron al distrito escolar, que dio licencia administrativa a Carmichael durante la investigación. Cuando la policía lo confrontó, dijo que “lamentaba las expresiones que había usado” y argumentó que había estado medicado en el momento de enviarle esos mensajes a la niña. No había querido hacerle daño y había aprendido la lección, siguió: dejaría de facebookear con estudiantes, prometió. Carmichael repitió ese argumento ante las autoridades del distrito escolar.
Pero el supervisor adjunto, preocupado por los cargos, solicitó a las autoridades que requisaran la laptop que la escuela le había dado a Carmichael para su trabajo. No encontraron pornografía infantil pero confirmaron los mensajes. No obstante, como la policía no encontró “pruebas en las que él hiciera una propuesta sexual explícita a la niña”, no se presentaron cargos en su contra. Las autoridades escolares tampoco tomaron medidas, aunque “cualquier conducta sexual hacia un estudiante o reciente ex estudiante podrá costarle el trabajo a un docente”.
Acaso pesó que Carmichael fuera un hombre sociable, energético y muy extrovertido, según lo describieron los padres de algunas alumnas afectadas. “Por favor, tengan en cuenta que Carmichael había sido un director increíblemente popular entre los estudiantes, el personal de la escuela y los padres, y tenía una reputación sólida como director”, dijo en un email Dan Walker, supervisor del distrito escolar. “Era esa clase de persona que tenía la reputación de remover cielo y tierra para ayudar a la gente. Todos respetaban mucho a Carmichael”.
Con 55 años al momento de negar su culpabilidad, por lo cual se celebrará el juicio, el director estaba a cargo de una escuela con 330 alumnos inscriptos, en uno de los pueblos en los que había trabajado antes. Y dos meses después del episodio de acoso vía Facebook, una nueva acusación lo puso en la mira de la policía local.
“A comienzos de 2018, una niña de 11 años le dijo a su madre que Carmichael ‘le había mirado los pechos y luego se los había tocado con la mano’”, citó ProPublica el testimonio de la mujer. Un juez autorizó la grabación de una llamada telefónica de la mujer a Carmichael. En ella el director dijo que “probablemente bromeaba, que jugaba a pelear con los niños", y que por eso cualquier contacto debió haber sido accidental.
El distrito escolar volvió a darle licencia administrativa a Carmichael. Él repitió que todo había sido un malentendido.
Argumentó que en esa fecha en la escuela se realizaba un “evento deportivo interescolar”, y los competidores de otros lugares entraban y salían de su oficina, donde iban a dejar sus pertenencias. En una recreación de lo que había sucedido la niña dijo que el hecho había sucedido en la puerta de la oficina y mostró cómo Carmichael había pasado su mano desde su abdomen hasta su pecho mientras ingresaba al despacho.
La policía pasó el caso a juicio, pero la fiscalía no consideró que pudiera ganarlo,y no se presentaron cargos contra el director de la escuela Gladys Jung, quien volvió a sus funciones.
Entonces, una tercera niña se quejó del comportamiento abusivo de Carmichael. La “Víctima C”, como se la llamó, tenía 13 años y acababa de egresar de la escuela. Dijo que él había manoseado sus pechos en los armarios de la escuela y en su oficina. “Él le dijo que prefería las áreas donde no lo pudieran ver las cámaras de seguridad”, recordó la menor.
La policía conoció el caso en junio de 2019, al mismo tiempo que el Departamento de Educación renovaba la licencia de Carmichael por otros cinco años como director de la escuela. Pero en vez de avisar al distrito escolar, avisó al FBI. Se decidió el inicio de una operación encubierta.
La niña dijo que Carmichael había cultivado una relación amistosa desde que ella tenía ocho años y que se mantuvo en contacto luego de que ella terminó la primaria. Estaba en el último curso, es decir que tenía 12 años cuando él comenzó a apretarle los pechos y frotarle la parte superior de los muslos. “Este toqueteo sucedía por lo general al final de la tarde, luego de que los maestros y el personal se hubieran retirado”, dicen los documentos de la acusación judicial.
Carmichael dio a la menor su número de teléfono y le pidió que lo llamara “papi” y que mantuvieran la relación en secreto. También le hacía regalos, como a la familia, que recibió con sospecha una cama king-size. Otra madre de niños que no están involucrados en el caso, Mary Peltola, dijo que el director también le había hecho regalos a su hija de 10 años. La mujer se había sentido incómoda. “Creo que él era muy bueno para manipular a la gente”, dijo a ProPublica. “Se abría el camino con los regalos”.
Para la investigación secreta, el FBI destinó agentes para que se hicieran pasar por ex alumnas de la escuela y comenzaran a chatear con Carmichael.
“IWU”, “IMU”, “ILU”, escribía el director a la que creía que era una estudiante que recordaba cómo la había tocado en los armarios de la escuela: “Te deseo”, “Te extraño”, “Te quiero”. Luego, cuando hablaba con otra, que creía que era prima de la primera, una niña de 13 años que en realidad era otro agente del FBI, le preguntó qué había hecho en materia de sexo con los muchachos y le preguntó si se había masturbado. Él se había masturbado pensando en ella, le dijo, y le pidió que borrase esos mensajes.
Carmichael continuó los chats con esa presunta menor. El 2 de diciembre le hizo una llamada, que fue grabada. “Todos tenemos nuestras cosas, travesuras que nos gusta hacer”, dijo. Cuando la niña/agente le contó que vivía en un hogar sin padre, él le dijo que le daban ganas de adoptarla. “Te quiero exactamente como eres, y con la edad que tienes”, dijo en otra llamada, el 8 de diciembre. “Eres perfecta para mí”.
Él estaba por viajar a Anchorage, le dijo. Creía que la adolescente vivía allí, en la ciudad más grande de Alaska. Tal vez se podían encontrar, ir a un centro comercial. Ella podría fingir que era su hija. Comprarían cosas en Victoria’s Secret y luego irían al hotel donde él se hospedara. Se podrían duchar juntos, comenzó a describir el detalle del abuso sexual que le haría.
Como confirmación, el FBI solicitó la colaboración de la “Víctima C”, a la que le pidió que llamara a Carmichael. Él le dijo que creía que lo vigilaban y que debían ser muy cuidadosos. De hecho, agregó que tal vez ella podría enviarle un mensaje diciendo que él le había tocado los pechos por accidente, de manera tal que lo exculparan de la cuestión: “No quiero ir a la cárcel y hacerte pasar por esa humillación pública”, reforzó.
Carmichael fue arrestado el 11 de diciembre. El distrito escolar se quejó porque el FBI no lo había puesto al tanto de la investigación. El ex director reconoció que se sentía sexualmente atraído por las niñas. Las familias de otras dos ex alumnas demandaron a la escuela días después, diciendo que las autoridades habían permitido los abusos de sus hijas a pesar de las repetidas advertencias sobre la conducta del director. Una de las integrantes del consejo asesor de la escuela, Dalarie Peters, renunció cuando recibió instrucciones de no hablar con la prensa sobre lo que había sucedido.
El supervisor Walker declaró para el artículo de ProPublica, Anchorage Daily News y KYUK: “Dos veces el Distrito Escolar del Bajo Kuskokwim analizó los hechos y no vio nada que pusiera en peligro a un menor. No solo yo no me lo esperaba, no creo que la gente que trabajaba directamente con Carmichael se lo esperase tampoco”.
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