Mientras el coronavirus mantiene casi la totalidad de la atención del público estadounidense, la campaña por la presidencia sigue su rumbo. Un rumbo inusual, sin eventos políticos ni grandes presentaciones públicas de los candidatos, pero el tiempo pasa y el 3 de noviembre está cada vez más cerca.
Desde las filas republicanas, la cobertura mediática que el presidente Donald J. Trump está teniendo con la pandemia del COVID 19 se ha convertido en su actividad de campaña de facto. Más difícil es la labor de Joe Biden quien hasta ahora no ha podido captar la atención del público desde sus escuetas alocuciones en el sótano de su casa, donde se encuentra manteniendo el distanciamiento social.
Pero eso no implica que la maquinaria demócrata esté quieta. La última gran incógnita que queda por descifrar en esta campaña es quién será la compañera de fórmula de Joe Biden (desde hace meses se sabe que será una mujer porque Biden se comprometió a eso públicamente durante el único debate cara a cara que llegó a tener con Bernie Sanders). La oficialización de la dupla presidencial demócrata se conocerá durante la convención nacional que realizarán a partir del 17 de agosto (y que aún se desconoce si será presencial o virtual), pero con el correr de los días los allegados al ex vice-presidente Biden empiezan a demostrar su favoritismo, y para sorpresa de algunos el nombre que más fuerte suena es el de Kamala Harris.
Ideológicamente, la senadora por el estado de California, no está tan alejada de Biden. Pero en un principio se había descartado su nombre porque cuando todavía era pre-candidata a la presidencia en la interna demócrata, Harris fue muy dura contra Biden. Particularmente, durante los debates (en los que llegó a haber hasta diez candidatos a la vez), Harris mostró su costado más feroz al enfrentarse al compañero de fórmula de Barack Obama. Inclusive, llegó a acusarlo de racista en una ocasión. Pero como en política un par de meses pueden parecer una vida (sobre todo cuando hay una pandemia de por medio), pocos recuerdan todavía aquellos días de enfrentamiento.
Según el resumen de encuestas de Real Clear Politics, Harris tiene el favoritismo entre los votantes demócratas del todo el país para convertirse en la compañera de fórmula de Biden. Inclusive, sacándole una considerable ventaja a Elizabeth Warren, la senadora por Massachusetts que dio batalla hasta último momento por conseguir la nominación demócrata a la presidencia.
Warren podría aportar el voto más de izquierda dentro del partido demócrata, un sector que cuatro años atrás no apoyó a Hillary Clinton. Pero Harris tiene una historia más interesante. Es hija de una madre india y un padre jamaiquino, lo que la acerca a la comunidad inmigrante. Además se identifica como afro-americana, lo que aportaría diversidad a la fórmula y fundamentalmente es joven. Con 55 años pudiera refrescar la imagen de Joe Biden que ya tiene 77 años.
Kamala Harris decidió apoyar públicamente a Joe Biden después del famoso súper martes que revivió la campaña del ahora candidato demócrata. Varios analistas creen que el apoyo de Harris fue vital para la victoria de Biden en Michigan, una suerte de estocada final para Bernie Sanders.
Pero más allá de lo que digan las encuestas, o lo que el perfil de Harris pueda aportar a la campaña, hay un dato clave que la pone en ventaja por sobre otras mujeres demócratas: la recaudación de dinero. Kamala Harris se ha dedicado a recaudar fondos para el candidato demócrata los últimos meses, ganando el apoyo de influyentes donantes del partido.
Durante su propia campaña para la Casa Blanca, Harris cometió varios errores que hicieron que terminara enfrentada con algunos miembros de su equipo. Pero en el último mes, los colaboradores de Harris cambiaron y llegaron a su entorno varios pesos pesados del partido demócrata como Sabrina Singh, ex vocera del comité nacional demócrata.
Hasta agosto no conoceremos el nombre de la elegida, pero hay indicios como los mencionados que nos pueden delinear por donde va la jugada.
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