La Nación Navajo es la reserva india más grande de los Estados Unidos, con 175.000 residentes de los casi 350.000 descendientes de esta tribu original de Arizona, principalmente, y partes de Nuevo México y Utah. El 30% de ellos no tiene agua potable. Y una desconfianza atávica de los colonizadores —cuya última justificación sucedió en la década de 1950, cuando se los estudió, sin que lo supieran, para ver los efectos del uranio, que abunda en la zona, en el cuerpo humano— hizo que no respetaran las indicaciones de distanciamiento social y el 7 de marzo hubo una gran reunión religiosa en la Iglesia del Nazareno en Chilchinbeto.
Así cuando se identificó el primer caso de COVID-19 en la Diné Bikéyah —nombre de la población en navajo—, el 17 de ese mismo mes, fue difícil no esperar lo peor. Pronto hubo dos infectados con síntomas, y luego 20, y luego 200. Los enfermos más graves debieron ser derivados en helicóptero a Flagstaff y Albuquerque, y 80 murieron. Actualmente casi 3.000 navajos han dado positivo en la prueba de SARS-CoV-2, lo cual hace del pequeño territorio el tercer foco de COVID-19 per capita detrás de Nueva York y Nueva Jersey.
“Básicamente transformamos nuestro hospital de casos agudos y atención ambulatoria en uno que pudiera hacerse cargo de pacientes de cuidados respiratorios", dijo a NBC News Diana Hu, pediatra de un hospital de la reserva. Ella misma debió redirigir sus esfuerzos a la emergencia. “Y esa transición sucedió en un periodo de siete días”, precisó".
La Nación Navajo tiene hoy una tasa de infección del nuevo coronavirus 10 veces más grande que la de Arizona en su conjunto, y sólo 12 centros de salud en 70.000 kilómetros, donde por otra parte se suelen atender problemas más comunes como la diabetes, por lo que sólo tienen 13 camas en cuidados intensivos y 28 respiradores. Pero un antecedente preocupó a los habitantes de la reserva: en 2009, con la epidemia de gripe porcina, la variante H1N1 de la influenza A, los nativo-americanos murieron en una proporción cuatro a cinco veces mayor que el resto de los ciudadanos estadounidenses.
“La población nativa es similar a otros pacientes vulnerables del resto del país, sean afroamericanos o latinos”, dijo a ABC el médico Sriram Shamasunder, de la Universidad de California en San Francisco. “Los nativo-americanos de Nuevo México constituyen sólo el 5% de la población, pero son el 20% de los infectados de COVID del estado“. Del mismo modo que sucede en esas comunidades de minorías étnicas, los factores sociales juegan un papel decisivo a la hora de agravar el problema. “Las necesidades de los navajos son mayores a las de cualquier otra tribu que yo haya visto”, dijo a Mother Jones la congresista Deb Haaland, cuyo distrito incluye parte de la reserva.
Uno de los problemas principales es que la población tiene pocos fondos comunitarios y todavía espera los demorados recursos que le tocan de la ayuda aprobada por el Congreso de los Estados Unidos, USD 8.000 millones que se dividirán entre 574 pueblos indígenas. “A veces tiene que pasar por las agencias federales ants de que llegue a la tribu, o por los estados”, dijo el presidente de la Nación Navajo, Jonathan Nez. “Hemos tenido esos procesos antes, y hemos tenido que esperar. Pero la necesidad es ahora mismo”, agregó.
Nez dispuso que se gastaran más de USD 4 millones de fondos comunitarios que tenían otros destinos, dijo a NBC: “Guardo todos los recibos porque, luego de la operación de emergencia, se los voy a mandar al Tío Sam para que los reintegre completamente”. Los ingresos de la tribu, que provienen de la minería y el casino, se han reducido por el cese de las actividades.
En esa coyuntura, estrellas como Mark Ruffalo, Ellen DeGeneres y Marisa Tomei participaron de un video para solicitar solidaridad y donaciones con Protect The Sacred, una organización no gubernamental de educación y fomento de los navajos. Además de ellos tres participaron Debra Messing, Mark Hamill, Andy Garcia, Matthew Modine, Lea Thompson, Marianne Williamson, Brad Garrett, Ricki Lake, Lisa Ann Walter, Joely Fisher, Jerry O’Connell, Rebecca Romijn, Danny Pino y Tara Strong.
El propio Nez también intervino, como la directora de la fundación, Allie Young, quien advirtió: “Nuestros mayores sufren el mayor riesgo”. Y ellos son “los que conservan nuestra historia, nuestro lenguaje y nuestra cultura". Nez señaló que, dado lo avanzado de la emergencia, además de kits de pruebas, medicinas y equipo de protección personal, hoy los navajos también necesitan personal médico. Alaska Airlines ofrece vuelos gratuitos a los médicos y enfermeros que quieran ir como voluntarios.
“Dado que muchos residentes tienen problemas de salud subyacentes y carecen de servicios básicos como el agua corriente, son una nación particularmente vulnerable”, dijo Loretta Christensen, directora médica del Servicio de Salud Indígena (IHS) del Área Navajo, a NBC News. “También les decimos ‘Vayan a comprar alimentos para dos o tres semanas y quédense en casa y no salgan’, pero la gente no tiene dinero para compras de dos o tres semanas. Así que esas medidas sólo causan frustración y preocupación a la gente aquí”.
La agencia de Christensen también ha sido criticada por la población. Julia Solomon, quien regresó a su tierra luego de haber ido a estudiar al estado de Washington y a California, dijo a Mother Jones que tanto “el IHS, los enfermeros escolares y los funcionarios del centro comunitario podrían haber hecho más para informar al pueblo navajo sobre la importancia del distanciamiento social antes de verse obligados a implementar cierres masivos y toques de queda prolongados”.
Cuando The Navajo Times informó que la reunión religiosa de marzo podría haber sido un foco de contagio, “la percepción de todos se retrotrajo al papel de la iglesia en la colonización de los navajos”, explicó. “Volvieron la desconfianza y muchos malos recuerdos. Mis padres, como otras personas Diné, miraron todo el asunto con recelo”. Más grave aun fue que la mayoría de los 170.000 habitantes no utiliza los medios en inglés, porque no entiende el idioma o por temor a la desinformación. Y las primeras noticias del COVID-19 salieron en esos medios.
En cambio, la radio que escucha todo el mundo, KTNN, sólo en los primeros días de abril comenzó a sacar al aire a los líderes locales hablando sobre el lavado de manos, la distancia social y otras medidas de mitigación, ilustró Solomon. Las órdenes de quedarse en casa estaban en pie desde el 20 de marzo, pero la gente no sabía o las desafiaba porque “históricamente, los funcionarios blancos siempre han tratado de venir y obligarnos a hacer cosas”, dijo la mujer. Sólo cuando KTNN entrevistó “a la curandera o al presidente de la Nación Navajo”, comprendieron. “Cuando hablan de esto en nuestro idioma tiene más impacto. Lo veo en mis propios padres”, agregó.
La falta de agua, la precariedad de los hogares, las altas tasas de pobreza y las bajas de educación también contribuyeron a que el coronavirus esté devastando a los navajos. También incide un factor cultural específico del grupo: varias generaciones de familias viven en una misma casa, lo cual junta poblaciones muy vulnerables al SARS-CoV-2, como los ancianos, con otras menos afectadas, como los niños.
“Eso es parte de nuestros orígenes, ahí estamos como pueblos”, dijo a ABC Michelle Tom, médica de emergencia que trabaja en Winslow, Arizona, y es la única navajo de su hospital. “Cuando les decimos que vayan a la casa y se aíslen, se encierran con otras ocho personas”. Su trabajo, dijo, le está resultando duro como nunca: “Tengo una fuerte conexión con mi pueblo y mi tierra. Nuestros mayores, nuestros maestros, nuestros protectores... Ellos conservan los elementos centrales que necesitamos para tener un fuerte sentido de identidad”. Y son los que mayor peligro corren, cerró.
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