Mike Pompeo aseguró que la dictadura de Cuba hace tráfico de personas con el envío de médicos a otros países por la pandemia de coronavirus. “Hemos observado cómo el régimen de La Habana ha aprovechado la pandemia del COVID-19 para continuar su explotación de los trabajadores médicos cubanos”, señaló el jefe de la diplomacia norteamericana ante la prensa.
En esa línea, el secretario de Estado destacó “a los líderes de Brasil, Ecuador, Bolivia y otros que se han negado a hacer la vista gorda ante estas violaciones del derecho a la salud”.
“Los gobiernos que aceptan a los médicos cubanos deben pagarles directamente, de lo contrario, cuando pagan al régimen están ayudando al gobierno cubano a obtener beneficios de la trata de personas”, remarcó Pompeo.
En medio del avance de la pandemia de coronavirus a nivel global, 18 países de Europa, África y el Caribe recibieron delegaciones cubanas: Italia, Francia, Andorra, Jamaica, Barbados, Venezuela, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Belice, Dominica, Granada, Haití, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, Surinam, Qatar y Angola.
El gobierno de Emmanuel Macron aceptó la participación de médicos cubanos en las islas francesas del Caribe de Martinica, Guadalupe, Guyana y San Pedro y Miquelón.
En las últimas semanas también se supo que una delegación de La Habana podía llegar a la Argentina. Sin embargo, esa posibilidad provocó una fuerte polémica en el país sudamericano.
Sudáfrica, que al igual que Qatar mantiene relaciones amistosas con Estados Unidos, anunció el lunes que 217 médicos cubanos habían llegado al país que tiene el mayor número de infecciones de coronavirus en África.
La administración del presidente Donald Trump hace tiempo viene denunciando irregularidades y corrupción en el sistema de médicos cubanos, por lo que ha impuesto restricciones de visado a los funcionarios cubanos que participan en las misiones médicas.
El régimen de La Habana asegura que ganó 6.300 millones de dólares en sus misiones médicas en 2018 y que usó las ganancias para financiar su propia cobertura de atención médica universal.
En línea con Estados Unidos, uno de los críticos más acérrimos del programa es el presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien en su llegada al Ejecutivo puso fin al programa que empleaba a 8.000 trabajadores de la salud cubanos, que había acordado el gobierno de Dilma Rousseff.
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