Peter Tsai inventó la mascarilla N95 hace casi 30 años, y aunque ya estaba retirado, regresó durante la pandemia del coronavirus para investigar cómo se pueden desinfectar estos cubrebocas de manera segura y sin dañar el material.
Estas mascarillas han sido productos esenciales en el tratamiento de pacientes contagiados con coronavirus, pues, como su nombre lo indica, el cubrebocas filtra el 95% de las bacterias que hay en el ambiente.
En un video recabado por Reuters, el hombre originario de Taiwán, explicó que al ver cómo se ha desarrollado toda la pandemia, y la necesidad de los médicos por tener el equipo necesario, se sintió obligado a hacer algo al respecto.
“No sabía que esto pasaría, llegó de repente, así que no tengo tiempo de sentir algo. Simplemente me siento obligado a ayudar a las industrias y de dar información acerca de cómo esterilizar las máscaras”, explicó.
Debido a la demanda de las mascarillas, estas han escaseado, por lo que en algunos hospitales se ha recurrido a limpiarlas con agua jabonosa, alcohol o cloro. Sin embargo, varios expertos han desaprobado de esta práctica, ya que puede dañar el material con el que están hechas.
Tsai, quien es un científico de materiales e ingeniero, está estudiando si el exponer las mascarillas al calor puede servir para esterilizar los productos que vende la marca estadounidense 3M.
“Después de tratarlas a 70º [Celsius] por 24 horas, la eficiencia solamente debería ser reducida por un 0.5%, así que aún habría un 98.5% de utilidad ahí. Así que si la terapia de calor puede desactivar el virus, entonces esa podría ser una buena forma de volver a usar los cubrebocas”, desarrolló Tsai.
Tsai, quien tiene 68 años y vive en los Estados Unidos, estudió ingeniería de fibra química en el Instituto Provincial de Tecnología de Taipei y después de graduarse, tomó un trabajo en el Instituto de Investigación Textil de Taiwán y luego encontró trabajo en una planta de tintura y acabado, según el diario Focus Taiwan.
Después se inscribió en un doctorado en la universidad de Kansas State, en donde tomó 500 créditos en clases de matemáticas, física y química, el equivalente a seis doctorados, según el diario.
Al terminar sus estudios, Tsai se convirtió en un investigador en la Universidad de Tennessee. Fue ahí, en 1992, donde lideró un equipo que desarrolló la tecnología de filtración electrostática utilizada en las mascarillas médicas N95.
A pesar de que su invento ya tenía más de 20 años, en 2018, Tsai desarrolló un nuevo enfoque para duplicar la capacidad la filtración, esta le permitió producirse en una versión más ligera y fácil de respirar.
Y, aunque Tsai se retiró el año pasado, la decisión de regresar al trabajo no sorprendió a sus colegas, quienes lo describieron como una persona que resuelve los problemas que se le presentan.
“A él lo inspira el querer ayudar, el hacer una diferencia y el resolver un problema. Y, estamos muy orgullosos de él y su trabajo”, dijo Jenny Terpenny, la decana de la la facultad de Ingeniería de la Universidad de Tennesse.
Tsai ha trabajado desde marzo con un colectivo de científicos, ingenieros y profesionales de la salud para descubrir métodos de descontaminación y publicar los resultados en línea. Y, aunque los amigos del hombre taiwanés han bromeado que pudo haber ganado mucho dinero a partir de la emergencia, Tsai explicó que lo más importante son las vidas.
“Si pudiera elegir, preferiría salvar 100 millones de vidas que ganar 100 millones de dólares”, aseveró.
Por lo pronto, la multinacional 3M, advirtió que se detectó tanto la falsificación de este tipo de mascarillas, así como el aumento de precios para beneficiarse de forma ilegal de la venta de estos artículos en Latinoamérica.
“Desafortunadamente, desde el inicio de la pandemia se ha identificado y atendido alertas y denuncias sobre personas que se presentan fraudulentamente como distribuidores de 3M, vendiendo productos de la compañía, ofreciendo productos falsificados como si fuesen 3M o que falsamente afirman fabricar productos de 3M”, explicó el comunicado.
La compañía agregó que la venta es para profesionales de salud, por lo que no vende estos productos en sitios web ni redes sociales, así que implementó un número (+525-546-319-926) y un sitio en donde se podrán denunciar acciones fraudulentas.
MÁS SOBRE ESTE TEMA