El experto en pandemias que creó el concepto de “aplanar la curva” aconsejó qué hacer para reabrir el mundo sin rebrotes del coronavirus

Rajeev Venkayya, director de biodefensa de la Casa Blanca durante el gobierno de George W. Bush, propuso “una estrategia del queso suizo” que consiste en tres medidas básicas

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Para reabrir la economía hacen falta medidas que atrasen el reloj epidemiológico y hagan posible la contención una vez más. (REUTERS/Alexey Nasyrov)
Para reabrir la economía hacen falta medidas que atrasen el reloj epidemiológico y hagan posible la contención una vez más. (REUTERS/Alexey Nasyrov)

Hace 15 años, cuando asumió como secretario especial de la presidencia y director de biodefensa en la Casa Blanca de George W. Bush, Rajeev Venkayya tuvo a su cargo desarrollar una estrategia nacional en caso de pandemia. Eran los años de la gran amenaza de la gripe aviar, H5N1, y el mundo enfrentaba la posibilidad de atravesar la primera ola, y posiblemente la segunda, sin una vacuna. Junto con Richard Hatchett y Carter Mecher, en 2007 publicó el plan, que incluye el gráfico con el que la ciudadanía se familiarizó ahora, en la crisis del COVID-19, y que dio lugar a la expresión de “aplanar la curva”.

Su propuesta de “medidas no farmacológicas” como cerrar las escuelas, quedarse en la casa y mantener la distancia social, solía recibir respuestas de rechazo o incredulidad, en un país, como los Estados Unidos, que tiene una poderosa industria farmacéutica. Hoy, sin embargo, esas medidas se implementaron en la gran mayoría de los estados que componen esa nación, y en muchas otras, para intentar frenar la expansión del nuevo coronavirus.

Aquel documento decía:

Es fundamental desarrollar y ofrecer al público una comunicación eficaz de los riesgos antes de que se produzca una pandemia. Si se adoptan con seriedad, esos esfuerzos darán lugar a una mayor capacidad de respuesta, no sólo a la pandemia de gripe pandémica sino también a otros múltiples peligros y amenazas. Si bien el reto es formidable, las consecuencias de enfrentarse a una pandemia grave sin estar preparado serán intolerables.

Rajeev Venkayya creó la estrategia nacional en caso de pandemia para George W. Bush, con la expresión de “aplanar la curva”. (Takeda.com)
Rajeev Venkayya creó la estrategia nacional en caso de pandemia para George W. Bush, con la expresión de “aplanar la curva”. (Takeda.com)

Y ahora que los Estados Unidos son el epicentro de la pandemia del SARS-CoV-2, escribió en Stat: “No podemos cambiar el pasado, pero tenemos una segunda oportunidad para demostrar que somos capaces de contener este virus. Las amplias restricciones de quedarse en casa pueden eventualmente suprimir la transmisión del virus a un nivel que existía hace varias semanas, lo cual atrasaría el reloj epidemiológico y haría posible la contención una vez más”.

Se trata de lo que llamó “la estrategia del queso suizo”: un sandwich imaginario hecho con medidas superpuestas. “Al explicar la estrategia le pedimos a la gente que visualizara cada intervención, como el cierre de las escuelas, como una rodaja de queso suizo: una barrera imperfecta, tal como la representan los agujeros en el queso. Cuando múltiples intervenciones de efectividad parcial se combinan tempranamente en un brote, como rebanadas superpuestas, los huecos quedan cubiertos y la transmisión del virus se vuelve más lenta, e incluso se detiene”.

Ante la presión por reabrir la economía, Venkayya —hoy miembro del directorio de la Coalición para las Innovaciones en Preparación contra las Epidemias (CEPI) y director del área de vacunas de Takeda Pharmaceuticals— aconsejó reforzar esas medidas imperfectas a los fines de generar protección por acumulación. Su modelo para suavizar las medidas de cuarentena y revivir las ciudades consiste en tres rebanadas:

La "estrategia del queso suizo" podría ser la clave para reabrir la economía. (REUTERS/Jeenah Moon)
La "estrategia del queso suizo" podría ser la clave para reabrir la economía. (REUTERS/Jeenah Moon)

Exigir que todo el mundo use mascarilla. “Una máscara de tela no brinda protección sustancial a la persona que la usa, pero puede evitar que alguien infectado transmita el COVID-19 a otros. En la jerga de la epidemiología, eso se llama ‘control de la fuente’”, explicó. Si bien ya las autoridades de salud pública de los Estados Unidos han sugerido a la población ese recurso, Venkayya opinó que no es suficiente: “Necesitamos una orden —no sólo una recomendación— de que todo el mundo debería utilizar una máscara facial en lugares públicos. Esto podría reducir de manera importante la transmisión comunitaria, a la vez que haría posible que la gente saliera de sus hogares. También abordaría el difícil asunto de la transmisión del virus por personas que no tienen síntomas”.

Tras señalar que varios fabricantes de indumentaria han comenzado a producir barbijos, explicó: “El control universal de la fuente podría ser una capa de queso suizo muy eficaz que permitiría relajar otras medidas más restrictivas”.

Acercar las pruebas de COVID-19 a la gente. “A medida que relajamos el distanciamientos social, la forma de prevenir los brotes consiste en hallar rápidamente a las personas que tienen el virus y detener la propagación, mediante análisis de laboratorio, rastreo de contactos, aislamiento y cuarentena. Esto demanda la capacidad de hacer tests en todas partes, con resultados disponibles en horas, no en días”, detalló.

“Necesitamos una orden —no sólo una recomendación— de que todo el mundo debería utilizar una máscara facial en lugares públicos", dijo el experto. (REUTERS/Alberto Lingria)
“Necesitamos una orden —no sólo una recomendación— de que todo el mundo debería utilizar una máscara facial en lugares públicos", dijo el experto. (REUTERS/Alberto Lingria)

Para que el sistema funcione se tiene que realizar a escala, de manera tal que “las pruebas estén disponibles cuando y donde la gente las necesite”. Un recurso de importancia son los centros de análisis estilo autoservicio desde el automóvil y también las tiendas improvisadas en espacios como estacionamientos, pero sobre todo el gran salto consistiría en acercar el test a las personas comunes, no solo al grupo de personas en riesgo como los trabajadores esenciales o los médicos y los enfermeros.

Eso, a su vez, tendría un efecto directo en la crisis económica: “Contratar y capacitar una fuerza de trabajo aumentaría los departamentos de salud pública, donde escasean los recursos, y pondría a la gente a trabajar de nuevo. Aquellos con formación sanitaria podrían recoger muestras, con apoyo de un ejército de personal no médico, con el equipo de protección personal adecuado, para realizar el rastreo de contactos y brindar orientación sobre el aislamiento voluntario y la cuarentena”, agregó.

Su propuesta incluye que apps como las de delivery y viajes compartidos se vuelvan plataformas para extender esta propuesta al país entero. Pero el actor principal de este esfuerzo sería el público general, “cuya aceptación y cuyo sentido de la responsabilidad personal pueden asegurar que los análisis se hagan cuando se necesitan”. Por ejemplo, la ciudadanía debería generar el reflejo de hacerse la prueba de SARS-CoV-2 apenas tiene fiebre, del mismo modo que hoy toma un termómetro para verificar si la tiene. De esa manera sería sencillo cortar un eslabón de transmisión al poder identificar tempranamente los casos, aislarse y avisar a los contactos.

Para detectar rápidamente a quienes se han contagiado del virus y detener la propagación, mediante su aislamiento y el rastreo de sus contactos, es fundamental aumentar la cantidad de pruebas de SARS-CoV-2. (REUTERS/Chalinee Thirasupa)
Para detectar rápidamente a quienes se han contagiado del virus y detener la propagación, mediante su aislamiento y el rastreo de sus contactos, es fundamental aumentar la cantidad de pruebas de SARS-CoV-2. (REUTERS/Chalinee Thirasupa)

Prepararse para las reapariciones de COVID-19. “Como estamos viendo en Asia, relajar las intervenciones sociales puede conducir a un resurgimiento de la transmisión del virus”, observó Venkayya. “Este será un riesgo hasta que tengamos una inmunidad sustancial en la población, por una vacuna o por exposición anterior” al coronavirus.

Hasta ese momento, los gobiernos tendrán un papel importante para “definir los factores desencadenantes” que llamen a “restablecer las intervenciones sociales de manera temprana y coordinada”. Es decir que eso debería suceder en todas las comunidades, ya que la interconexión haría que las medidas fueran inútiles si se tomaran de manera despareja.

“Luego de esta ola de la pandemia del COVID-19, tendremos una ‘nueva forma normal’ de vivir y trabajar, que nos brindará una capa de protección en comparación con nuestra vida pre-pandemia”, siguió en la descripción de su última rebanada de queso suizo contra el contagio masivo. Por ejemplo, es posible que en las primeras etapas haya escasas reuniones públicas, pocos viajes, más distancia social en el ámbito laboral y muchas interacciones virtuales. “Esto, sin dudas, reducirá el peligro de reaparición” del SARS-CoV-2. “Y si hemos desplegado exitosamente las dos primeras soluciones —las máscaras y las pruebas— podremos evitar las medidas extremas que estamos viviendo actualmente”.

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