La miniserie documental Tiger King: Murder, Mayhem and Madness (“Rey Tigre: asesinato, caos y locura”) pone el foco en las excentricidades y desvaríos de los dueños de zoológicos y felinos exóticos, pero deja de lado la cuestión más importante que plantea el programa: el tráfico de vida silvestre en los Estados Unidos.
El documental, que está a punto de desbancar a Stranger Things como la serie más exitosa de Netflix, muestra varios zoológicos no acreditados, conocidos como “zoológicos de carretera”, cuyos dueños son el peor ejemplo de la conservación animal: un zoológico en Miami pertenece a un narcotraficante cubano-estadounidense que estuvo preso por cargos de drogas, Mario Tabraue, quien apareció en otro documental sobre el tráfico de animales en 1994.
Otro de los protagonistas, Bhagavan “Doc” Antle, cuenta con empleados, generalmente mujeres voluptuosas, a quienes les paga mal y utiliza para que le ayuden a acrecentar su harén personal, según el documental. Y otro más, Jeff Lowe, es un estafador que fue interrogado por la policía por golpear a su esposa y que además se jacta de usar cachorros de tigres para seducir mujeres en sus recurrentes fiestas en Las Vegas.
Sin embargo, el personaje en el que se centra el documental es Joseph Maldonado-Passage, alias “Joe Exotic”, un redneck homosexual aficionado a las drogas duras con peinado tipo ochentero que se ha casado tres veces y siempre anda armado.
Al igual que muchos coleccionistas de animales, Joe Exotic comenzó su afición por los tigres de un modo hasta cierto grado inocente y sin malas intenciones, pero el dinero, los celos profesionales y el crystal meth fueron gradualmente desviándolo del camino de la conservación animal: comenzó a reproducir felinos a gran escala y a cobrar altas sumas de dinero a los turistas para permitirles caminar cerca de los tigres.
Los problemas comienzan cuando los cachorros de tigre empiezan a crecer: como nacen en cautiverio, no pueden sobrevivir en su hábitat natural, por lo que permanecen cautivos y son vendidos —principalmente en el mercado negro, por Internet, a coleccionistas y zoológicos no acreditados— o asesinados por sus dueños.
El Fondo Mundial para la Vida Silvestre estima que hay unos 3.900 tigres libres en todo el mundo, y unos 5.000 en cautiverio en Estados Unidos, de los cuales solo el seis por ciento están en zoológicos reconocidos y acreditadas.
Pero, ¿por qué es tan lucrativo este negocio en todo el mundo y especialmente en EEUU?
Los diferentes estados de la Unión Americana suelen regular la propiedad y el mantenimiento de estos animales, pero el problema es que hay enormes vacíos legales, según un análisis de InSight Crime.
Por ejemplo, la posesión de grandes felinos está prohibida en 36 estados, pero en muchos otros todavía se puede obtener un permiso del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). Diez estados, por otro lado, no prohíben la posesión de los animales, pero sí requieren un permiso del USDA. Cuatro estados no tienen ningún tipo de legislación. Uno de esos estados es Oklahoma, donde el protagonista Joe Exotic tenía su gran zoológico de tigres.
Se supone que animales como los tigres están protegidos por la legislación nacional, como la Ley Lacey y la Ley de Especies Amenazadas (ESA), aprobada en 1973, y que prohíbe que las personas “tomen” las especies incluidas en una lista creada y mantenida por la Secretaría del Interior y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre. La Ley Lacey, por su parte, establece que es ilegal presentar registros falsos de cualquier animal vendido a través del comercio interestatal o en el extranjero.
Ambas leyes requieren de agentes que las hagan cumplir, pero estos prácticamente no existen en Estados Unidos. El Servicio de Pesca y Vida Silvestre cuenta solamente con 250 agentes, según el sitio web de la entidad (cuya última actualización se hizo hace seis años y medio). Ello contrasta con la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (Bureau of Alcohol, Tobacco and Firearms, ATF), que por mucho tiempo ha sido considerada la cenicienta de las fuerzas federales del orden, pero cuenta con 2.630 agentes.
Joe Exotic fue finalmente condenado por violar tanto la ESA como la Ley Lacey. Pero su caso se hizo visible entre los demás debido a una conspiración de asesinato por contrato, por la que también fue condenado.
Sin embargo el problema clave radica en que, como en casi todo el continente americano, el turismo promueve el tráfico de animales.En el documental se citan las palabras de Doc Antle, quien dice que cobra hasta USD 600 por permitirle a una sola persona acariciar un cachorro de tigre.
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