Peter Beard nació en 1938 siendo un aristócrata: el heredero de fortunas de ferrocarril y tabaco creció entre Nueva York y Alabama y estudió en la Universidad de Yale.
Es un artista, fotógrafo, diarista, y escritor. Vive y trabaja en Nueva York y en Kenya. Dos viajes a África en 1955 y 1960 lo llevaron a trabajar en el parque nacional de Tsavo, ubicado en el sur de Kenya y el noreste de Tanzania. Ahí fotografió la muerte de más de 35 mil animales, especialmente la devastación del elefante africano.
La destrucción y la muerte masiva – una combinación llena de belleza y horror – fueron los temas centrales de su libro, publicado en 1965, The End of the Game. Las críticas aplaudían debido a la franqueza y honestidad de sus retratos: la realidad del hambre y la caza furtiva en esos países africanos. Todas sus fotografías sirven como una crónica para revisar los más de 60 años en los que vivió o visitó Kenya.
Beard creció en un Nueva York diferente al de hoy. Formaba parte de la escena hedonística y rica y atractiva de los setenta. Frecuentaba la discoteca Studio 54 y era amigo de Andy Warhol, Jacqueline Kennedy Onassis, Truman Capote, Salvador Dalí, y Francis Bacon. Él mismo descubrió a la supermodelo Iman, mientras que sus fotografías de la naturaleza africana y mujeres eran impresas en revistas y calendarios.
Mientras que la fotografía siempre ha sido su trabajo principal, también ha realizado dibujos, pinturas, y textos. Su trabajo a menudo incorpora la técnica de collage.
Peter Beard también está desaparecido desde hace dos semanas. No es la primera vez que se ha puesto en duda su vida: en 1996 fue aplastado por un elefante, además de que a lo largo de décadas nadó en aguas con cocodrilos.
Antes su desaparición no hubiera sido motivo de alarma ni desesperación. Beard, atractivo y adinerado y talentoso y privilegiado, también era conocido por ser un cliente frecuente de discotecas en Manhattan y usar drogas recreativas.
David Fahey, dueño de la Fahey/Klein Gallery, afirmó a The New York Times que a Beard nunca le importó su reputación, solamente explorar el mundo. “Estaba en un viaje de descubrimiento”, dijo.
Mientras que los policías del estado de Nueva York ya no están rastreando en los bosques cercanos a la casa de Beard, la búsqueda por encontrarlo continúa. Zara Beard, su única hija, dijo a The New York Times a principios de este mes que no han dejado de buscar y “no se van a rendir”.
El fotógrafo, conocido por retratar la belleza y el decaimiento de una parte del continente, tiene 82 años, demencia, y un ritmo lento para caminar. Ya no es ese joven de veintitantos viviendo en un campamento en Kenya con las habilidades de sobrevivir en la fauna.
La última persona que lo vio con vida fue su esposa, Nejma Beard, a las 4:40 PM del 31 de marzo en su casa en Montauk, Nueva York. La residencia, compuesta por varias cabañas, se encuentra junto a un acantilado viendo al océano Atlántico a una altura de aproximadamente 15 metros.
Nejma aparentó estar cansada de discutir el pasado de su esposo en el 2013 a New York Magazine, declarando que su juventud había sido impresa e investigada hasta el cansancio y que ahora que esa parte había terminado, puede tener la “paz mental” para concentrarse en su trabajo.
Ruth Ansel, quien ha sido directora de arte para publicaciones como Vanity Fair, Harper’s Bazaar, y The New York Times Magazine, describe a Beard como alguien “implacablemente curioso”. Afirmó que es alguien “intuitivo y libre, pero alguien que mantiene secretos”, agregando que “su trabajo es un espectáculo narrativo, emocionalmente rico, y visualmente complejo. Existe para perturbar pero también para demostrar la belleza en su forma más pura”.
Una anécdota que Ansel recuerda es cuando en 1977 Beard se enteró, por teléfono, que su casa de Montauk estaba incendiándose. Llena de 20 años de trabajos, colecciones, y diarios, todo se perdió. Ansel describe cómo a Beard pareció no importarle y continuó trabajando al momento de escuchar la noticia. Después se mudó a la cabaña del cuidador y nunca reconstruyó su casa.
Esa parte de Long Island, donde Beard ha vivido por 45 años, era conocida por ser un pueblo pesquero bohemio antes de convertirse parte de un área adinerada para vacacionar, los Hamptons. La casa del fotógrafo ha sido escenario de incontables fiestas, varias de ellas con los Rolling Stones, además de ser su estudio para trabajar.
Las primeras personas que comenzaron a buscar fueron amigos y vecinos en lugares cercanos a su residencia, debido a que era común que Beard paseara entre las propiedades de su alrededor. Después de menos de dos horas la policía comenzó a ayudar.
Por tres días la búsqueda fue extensa: helicópteros examinaron la costa, mientras que bomberos, policías, y guardabosques escanearon en tierra a un radio de dos millas llenas de bosques y arbustos.
Mientras que investigadores visitaron el departamento de la familia en Midtown Manhattan en West 57th Street, a 118 millas de Montauk, no encontraron pistas ni signos de un crimen, de acuerdo al capitán de la policía de East Hampton, Christopher Anderson.
Las celebridades alrededor de Beard no sólo son sus amigos sino también sus clientes: Elton John es dueño de varias obras, mientras que una fotografía de dos guepardos huérfanos en Nyeri, Kenya, fue vendida por la casa de subastas Christie’s por $672,500 dólares en 2017.
Después de graduarse de Yale en 1961, Beard compró 45 hectáreas de tierra en Ngong Hills, cerca de Nairobi, y construyó un campamento junto a su amiga, la escritora danesa Isak Dinesen o Karen Blixen, a quien también fotografiaba.
Con sus publicaciones y libros como The End of the Game esperaba terminar con la imagen romántica, idealizada, e utópica de África y reemplazarla por una visión crítica que resultara en el apoyo a la conservación del medio ambiente y reconociera la responsabilidad del ser humano.
Amigos de Beard afirman que casi nunca lleva consigo una cartera o un celular, aun cuando sale a caminar fuera de su propiedad, donde el mes pasado fue fotografiado cargando a su primer nieta, Daisy, nacida hace siete semanas.
Peter V. Rabins, fundador de la división de geriatría psiquiátrica del hospital Johns Hopkins, afirma que las personas adultas mayores son sensibles a la deshidratación, la cual puede empeorar el deterioro cognitivo y la hipotermia si Beard se desorientó y perdió en el bosque.
Mientras que Zara Beard expresó amor a su padre y gratitud a todos aquellos que estuvieran apoyando en la búsqueda en una entrevista a principios de abril, la familia sólo ha publicado una declaración a través de un portavoz: continúan con la esperanza y rezando por su bienestar, mientras que reconocen que cada día que pasa disminuye la posibilidad de su regreso.
También pidieron que se piense en Peter Beard como la persona que es y siempre vivió, un “artista extraordinario, un viajero inalcanzable, un héroe del movimiento por la conservación, un amante de la vida, de África, de la aventura, de su familia y de sus amigos".
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