Una noche como hoy, pero de 1840, el profesor de química John William Draper logró capturar la primera imagen de la luna en un daguerrotipo, creando así la primer astrofotografía en la historia de la humanidad.
Cada que el satélite natural de este planeta se pasea en el cosmos y muestra todo su esplendor en octubre, en el que luce más grande y brillante, las redes sociales se inundan de fotografías suyas. Desde los que le toman una foto con su celular desde sus ventanas, hasta los queusan un telefoto de cámara profesional, cientos de miles de cibernautas preservan esa imagen. Sin embargo, pocas veces se reflexiona sobre la técnica implementada para obtener la primera imagen y más aún, el cómo se fue perfeccionando para que cualquier niño pueda obtener una foto de la cara de la Luna.
La Luna es el satélite natural de la Tierra, tienen un diámetro de 3 mil 476 kilómetros, orbita a 356 mil 565 kilómetros de la superficie terrestre y tarda alrededor de 29 días y 12 horas el darle una vuelta al planeta.
Por las distintas posiciones que se tienen entre la Tierra, la Luna y el Sol en su constante giro astronómico, se producen distintos fenómenos ópticos como las fases lunares y los eclipses. Estos fenómenos ya habían sido registrados durante siglos por distintos pensadores; sin embargo, al verse limitados por su tecnología, no fue hasta el siglo XIX, que un científico estadounidense logró capturar la primera imagen de ella.
El 23 de marzo de 1840, John William Draper, académico de la Universidad de Nueva York, utilizó la técnica previa a la fotografía moderna que se llama daguerrotipo, la cual fue inventada en 1839 por el francés Louis Daguerre, Dicha técnica captura la imagen a través de la reacción química que producen partículas microscópicas de aleación de mercurio y plata en una placa sensible a la luz.
Para obtener los primeros daguerrotipos, se dejaba varios minutos expuesto el material sensible a la imagen; esto quiere decir que si alguien se quería retratar, debía de esperar alrededor de 20 minutos quieto frente a la cámara de daguerrotipo.
Considerando este tipo de dificultades, el propio Louis Jacques Mandé Daguerre se vio imposibilitado para tomar imágenes de los astros, pues la intensidad de la luz que emitían no se comparaba con la que propiciaba el sol a mediodía.
Es ahí donde entra el talento del neoyorquino, pues lo verdaderamente ingenioso de Draper fue que se valió de un telescopio reflector de 13 pulgadas para proyectar la imagen de la luna sobre el material sensible durante 20 minutos, quedando así la imagen que le dio vueltas al mundo.
No obstante, el trabajo del académico no se detuvo en la Luna, pues al entender el cómo reaccionan los materiales químicos ante distintas condiciones de luz y la implementación de la óptica para plasmarlos, en 1843 Draper pudo capturar en otros daguerrotipos los espectros infrarrojos y ultravioletas provenientes del sol. Y fueron clasificados así a partir del espectro de luz que puede distinguir el ojo humano, donde el rojo es el de menor espectro y el violeta el de mayor.
Gracias al entendimiento del comportamiento de la luz, en materia astronómica, hoy en día se pueden obtener imágenes de galaxias a años luz de distancia de la Tierra, así como de otro tipo de espectros invisibles para el hombre. Esto permite a distintas agencias espaciales comprender el comportamiento natural de los astros en el universo explorado.
Tal es el caso del Telescopio espacial Hubble, que fue puesto en órbita por la NASA en 1990 y ha transmitido a la tierra las imágenes más lejanas de las que la humanidad tenga registro.
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