“En 2014, el mundo pudo evitar un terrible brote de ébola, gracias a miles de generosos trabajadores de salud, y también, francamente, gracias a muy buena suerte. Pero ahora es el momento”, sugería Bill Gates en su Charla Ted en abril de 2015. Hace casi cinco años, con la pesadilla del ébola fuera del panorama, el segundo hombre más rico del mundo alertaba que otros virus, uno “altamente infeccioso” era el peor fantasma de la humanidad. Ahora, con el coronavirus avanzando por el planeta, sus reflexiones cobran más sentido.
“Es momento de poner todas nuestras buenas ideas en operación, desde la planeación por escenarios, pasando por la investigación sobre vacunas y el entrenamiento a trabajadores. No hay necesidad de provocar pánico... pero hay que empezar a actuar", alentaba.
Razones tenía. Hoy, media década después el coronavirus ya infectó a más de 100.000 personas, avanza por Asia, Europa y ya desembarcó en América.
Analítico y visionario, Gates aseguraba en su charla TED que si algo puede llegar a matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas “es más probable que sea a causa de un un virus altamente infeccioso y no una guerra”.
“Cuando yo era un niño, el desastre al que más le temíamos era a una guerra nuclear, por eso teníamos un barril como este en nuestro sótano lleno de latas de comida y agua”, contó Gates con el barril plantado en el centro del escenario.
“Cuando llegara el ataque nuclear, se suponía que teníamos que ir abajo, agacharnos y comer de ese barril, pero hoy el riesgo más grande de una catástrofe global no se parece a esto”, alertó mostrando una vez más su barril. “El riesgo se ve así”, dijo y una imagen gigante de un virus se apoderó la escena, dejando en silencio a los risueños asistentes.
Para Gates el riesgo no son los misiles, sino microbios”.
Según explicó, en parte, la razón del peligro es que se han invertido unas sumas enormes en disuasivos nucleares pero, en cambio, muy poco sistemas para detener epidemias. “No estamos listos para la próxima epidemia”, dijo lapidario.
Más de 100.000 contagiados
La epidemia del nuevo coronavirus, que ha contagiado ya a más de 100.000 personas en todo el mundo, se propaga y obliga a las autoridades a multiplicar las medidas de seguridad: así, el papa Francisco oficiará el domingo su oración del Ángelus por video, y no en público. “La oración del Ángelus del Santo Padre (...) será transmitida por video en directo a las pantallas en la plaza de San Pedro”, explicó este sábado el Vaticano en un comunicado.
La Organización Mundial de la Salud calificó la propagación del virus como “profundamente preocupante”. En total 94 países, están afectados por el COVID-19, que ha causado más de 3.500 muertos y casi 102.000 casos en todo el planeta.
China anunció el sábado 28 nuevos fallecimientos, elevando su balance a 3.070 muertos, e informó sobre un nuevo aumento de casos fuera de la provincia de Hubei, donde el virus apareció en diciembre. El número de contaminaciones en Corea del sur superó el sábado los 7.000 (44 muertos), lo que convierte a este país en el más afectado después de China. Siguen Irán (5.823 casos y 145 muertos) e Italia (4.636 casos, 197 fallecimientos).
El gobierno italiano anunció que va a reforzar sus hospitales con 20.000 personas, entre médicos y enfermeros, para hacer frente a la epidemia.
En Estados Unidos, la expansión de la epidemia inquieta: 21 personas a bordo de un crucero, el Grand Princess, varado en la costa de San Francisco han dado positivo a la presencia del coronavirus, incluidos 19 miembros de la tripulación y dos pasajeros. Hay 3.533 personas a bordo. El Grand Princess pertenece a la misma compañía que operaba el barco afectado por el coronavirus en Japón el mes pasado en el que más de 700 personas a bordo dieron positivo.
Además dos personas murieron por el coronavirus en Florida, las primeras víctimas estadounidenses fuera de la costa oeste, según anunciaron las autoridades de este Estado del sudeste.
También crece la inquietud sobre el impacto económico de la epidemia en el mundo, y especial en China, cuya actividad sigue en gran parte paralizada. En los dos primeros meses del año las exportaciones chinas se desplomaron 17,2%, una caída que confirma las preocupaciones sobre el impacto económico a nivel global.
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