Islas Fiyi, un paraíso natural entre la grieta política y la amenaza del cambio climático

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La Republica de Fiyi es un conjunto de paradisíacas islas que se encuentran en el Océano Pacífico, en la zona de influencia geopolítica de Australia y Nueva Zelandia. En total son 333 islas –aunque muchas no se encuentran habitadas-, que alcanzaron su independencia en 1970, luego de casi un siglo de colonización británica.

Los paisajes y las playas han sido sus atributos más valorados y el turismo, junto a las remesas enviadas por los fiyianos que viven en el exterior, son las principales fuentes de ingresos del país. En los últimos años las islas recibieron, aproximadamente, la misma cantidad de turistas (850.000) que su población regular de poco más de 900.000 habitantes.

Los paisajes de las islas han sido aprovechados también como locaciones para diversas películas y reality shows para la televisión. Posiblemente hayan sido dos las películas más importantes de las filmadas allí. La primera, “La Laguna azul”, que en la década de 1980 lanzara al estrellato a los entonces muy jóvenes actores Brooke Shields y Christopher Atkins. La segunda fue “Náufrago”, protagonizada por Tom Hanks y filmada en la isla Monuriki. Tal cual le sucedía al personaje que interpretaba Hanks, esa isla –de apenas 400 metros cuadrados- carece de cualquier tipo de presencia humana regular.

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La mayoría de los fiyianos viven en la más extensa de las islas, Viti Levu, donde se encuentra Suva, la capital. Sin embargo, más del 30% de la población está distribuida entre otros dos centenares de islas. Mientras los que viven en la ciudad tienen mejores accesos a servicios, quienes lo hacen en las islas más pequeñas, generalmente, no poseen electricidad y su calidad de vida es bastante menor.

Otras fuentes de ingresos para Fiyi provienen de la industria azucarera, la más importante, o de recursos forestales, minerales y marítimos que se exportan, sobre todo, a Estados Unidos. En los últimos años, los gobiernos de Fiyi comenzaron a acercarse a China, ya que por su ubicación, podrían representar un elemento clave en la expansión del proyecto del presidente Xi Jinping conocido como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que viene acompañada de una significativa capacidad de financiamiento.

Las consecuencias de las decisiones propias

En Fiyi existen dos grupos étnicos mayoritarios. Los Itaukei son originarios de las islas y, actualmente, conforman casi el 60% de la población. Los miembros del otro grupo son de origen indio y llegaron como mano de obra de los ingleses para las plantaciones de caña de azúcar. Los Itaukei son cristianos y entre ellos predominan los metodistas, aunque también hay anglicanos y católicos. En cambio, los de origen indio, son mayormente hindúes y musulmanes. Estas diferencias, sumadas a distintas concepciones culturales y cierto predominio económico de los fiyianos de origen indio, fueron generando una relación tirante con sus vecinos Itaukei.

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Luego de su independencia, Fiyi inició una etapa democrática que sirvió de ejemplo de una sociedad bietnica exitosa, aunque pronto, mostró crecientes tensiones. Los indio-fiyianos eran entonces mayoritarios y en el marco de diversas coaliciones lograron imponerse en las elecciones entre 1970 y 1987, lo cual comenzó a generar descontento entre los sectores Itaukei, sobre todo, en aquellos vinculados a sus fuerzas armadas. A las tensiones inter-étnicas se sumaron desacuerdos intra étnicos sobre cómo debía ser el régimen político.

En 1987, la situación política se deterioró al punto que ocurrieron dos golpes de Estado. A partir de ese momento tomarían el poder militares del grupo Itaukei imponiendo un fuerte nacionalismo étnico que produjo la huida de más de 100.000 indo fiyianos, principalmente, hacia Australia y Nueva Zelandia. Los golpes de 1987 fueron seguidos por dos más en el 2000 y 2006; además, se aprobaron tres constituciones diferentes en 1990, 1997 y 2013. Las primeras, con claros impedimentos para que, los ahora minoritarios grupos indo fiyianos, ocuparan los principales cargos políticos del país.

Recién con la reforma del 2013 y las elecciones posteriores, se abrió un nuevo periodo político democrático con un sistema electoral sin elementos raciales y que logró descomprimir la conflictividad. Freedom House califica a Fiyi como un país parcialmente libre donde las elecciones de 2018 fueron consideradas transparentes, pero señalando que aún persisten algunos elementos propios de un gobierno autoritario.

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Las consecuencias de las decisiones ajenas

Fiyi aporta muy poco al calentamiento global y el cambio climático, sin embargo sufre sus consecuencias profundamente: en 2012 vivió el embate del ciclón Evan; sin embargo, lo peor ocurrió en 2016. El ciclón Winston, considerado el más destructivo de la historia en el hemisferio sur, produjo decenas de muertos, destrozó el territorio, arruinó cosechas, generó pérdidas multimillonarias y, sobre todo, forzó el desplazamiento interno de casi la mitad de la población. En 2018 otro ciclón, Josie, volvió a producir muerte y destrucción.

El principal riesgo que amenaza a Fiyi está dado por la creciente inestabilidad meteorológica y el aumento del nivel del mar. Las olas avanzan sobre las costas en forma indetenible. Esto contamina el agua potable y arruina las tierras de cultivo y, sobre todo, provoca el desplazamiento poblacional. Este será un fenómeno creciente en los próximos años, debido a las costas bajas que caracterizan a las islas fiyianas. En 2017 y 2018, ya se llevó adelante la relocalización de la población de varias islas afectadas irreversiblemente por las altas mareas.

El cambio climático no es trivial para Fiyi ya que allí se juega su supervivencia. Por eso, se han enfrentado a la poderosa Australia, responsable de las mayores emisiones de gases de efecto invernadero en la zona, y han tenido una activa política internacional al respecto. En 2017, Fiyi fue la primera isla pequeña en dirigir la Convención de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y ese mismo año, pasó a la historia como el primer mercado emergente que emite un "bono verde" con el fin de apoyar la conservación del medio ambiente.

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¿Quién dijo que todo está perdido?

A pesar de todos los problemas, Fiyi es el país más feliz del mundo. Según la encuesta anual global de Gallup International, los fiyianos se sienten felices o muy felices con su vida. Para esto seguramente aportó haber obtenido un logró histórico, no solo para Fiyi sino para las islas del Pacifico: el rugby, la mayor pasión nacional, obtuvo su primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016.

Fiyi se enfrenta a uno de los principales retos de la globalización, una agenda de problemas de impacto nacional pero que no se originan por sus propias decisiones ni en su propio territorio. Como ocurre en otros países con la crisis financiera, el crimen organizado, la recepción de migrantes de terceros conflictos o el terrorismo internacional, las consecuencias del cambio climático las padecen intensamente los pequeños países del Pacífico, situación que se repite en Centroamérica y el Caribe.

Pero también el futuro fiyiano estará determinado por sus propias decisiones y cómo se organicen internamente, las formas en que tomen sus decisiones políticas y construyan la institucionalidad que les permita defender su supervivencia en un mundo complejo.

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