El primer ministro libanés, Saad Hariri, anunció hoy una serie de medidas económicas adoptadas por su gabinete, que ha aprobado el presupuesto de 2020 después de mucho retraso y tras varios días de protestas en las calles contra la clase dirigente y su mala gestión.
En una rueda de prensa retransmitida por televisión, Hariri afirmó que los presupuestos generales para 2020 han sido aprobados en la reunión excepcional celebrada este lunes por el Consejo de Ministros, con una previsión de un 0,6% de déficit.
Asimismo, aseguró que en los presupuestos “no hay ningún impuesto nuevo”, después de que las protestas que dieron comienzo el pasado jueves se desataran precisamente por la aprobación de una tasa sobre las llamadas de voz por aplicaciones de mensajería en internet como WhatsApp.
Además, las manifestaciones han denunciado la corrupción de los políticos y, a este respecto, Hariri ha bajado el sueldo en un 50 % a todos los ministros, diputados y otros altos cargos actuales y anteriores, además de eliminar el Ministerio de Información y otros organismos que consideró “no necesarios” y que pesan sobre las arcas del Estado.
El primer ministro anunció también que se redactarán nuevas leyes antes de que concluya el año para “recuperar los fondos saqueados del Líbano” y para “establecer una autoridad para luchar contra la corrupción”, entre otras iniciativas que buscan poner fin a este problema endémico.
Cientos de miles de libaneses han salido a las calles en todo el país durante cinco días consecutivos para mostrar su indignación por la corrupción y pedir la dimisión de la clase dirigente, que 29 años después del término de la guerra (1975-1990) no ha conseguido que el país disponga de suministros de agua y luz sin cortes.
Entre las medidas anunciadas por Hariri también hay una promesa de reducir la escasez de electricidad aumentando el presupuesto dedicado a este sector, además de controlar los fondos destinados al agua y a la construcción para evitar despilfarro.
Los manifestantes han arremetido contra el sectarismo de los partidos políticos y sus grupos armados afines, que han controlado el país desde el conflicto, incluido el grupo terrorista Hezbollah, que tiene un gran peso en la escena libanesa. Sin embargo, Hariri no hizo referencia a esas demandas políticas ni ha anunciado un cambio de Gobierno ni su dimisión, tal y como vienen pidiendo los libaneses en las calles y plazas.
El gobierno “no pretende pedirles que dejen de manifestarse y de expresar su indignación”, agregó el premier.
En los últimos años, la vida cotidiana de los libaneses se ha degradado, con incesantes cortes de agua y electricidad, 30 años después del fin de la guerra civil (1975-1990).
En 2018 Líbano celebró sus primeras elecciones parlamentarias en nueve años. Pero los comicios no lograron sacar del poder a los dirigentes que tienen las riendas del país desde hace años.
(Con información de EFE y AFP)