Un avión de la aerolínea australiana Qantas despegará el sábado de Nueva York con destino a Sídney con el objetivo de estudiar como impactará la duración del vuelo -de 20 horas, sin escalas- en la salud de los viajeros.
Se trata del primero de tres vuelos de prueba previstos para los nuevos Boeing 787-9 Dreamliners, que unirán la ciudad australiana con Londres y Nueva York, y en los que viajarán un máximo de cincuenta personas, entre tripulación y pasajeros.
Este primer avión se convertirá en un laboratorio en los que los seis pasajeros -que aplicaron como voluntarios para este test- estarán equipados con dispositivos de tecnología portátil que seguirá todos sus movimientos físicos.
También respetarán un plan de sueño, comida y bebida. Todos estos ítems forman parte de un programa diseñado para contrarrestar el jet lag, también conocido como trastorno de desfase horario.
El vuelo, que forma parte del Proyecto Sunrise de Qantas, también analizará el estado de alerta de los pilotos, que llevarán electroencefalogramas que medirán en todo momento su actividad cerebral. Además, tendrán instaladas cámaras en la cabina que monitorearán sus actividades operativas.
Asimismo, los comandantes del vuelo proporcionarán muestras de orina antes, durante y después del viaje para evaluar sus niveles de melatonina -la hormona del sueño- y analizar las reacciones de sus relojes corporales.
La compañía busca operar vuelos comerciales directos a Nueva York y Londres desde las ciudades australianas de Sidney, Melbourne y Brisbane, a partir de 2022.
16.700 kilómetros separan las ciudades de Nueva York y Sidney. En la actualidad, el vuelo más largo sin escalas lo ofrece Singapore Airlines, que desde el año pasado une el aeropuerto de esta ciudad-estado china con el de Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos, en 18 horas 30 minutos, y recorre una distancia de 15.333 km.
Según un estudio que llevaron a cabo en conjunto con la Universidad de Sídney, un 54% de los pasajeros usan tapones de oídos para intentar dormir en los vuelos de larga distancia, un 38% bebe alcohol, mientras que otro 10% ingiere somníferos.
Se demostró también que un 39% se alimenta con comida saludable después de aterrizar y un 47% intenta exponerse a la luz solar al llegar a su destino, ambos métodos para combatir el jet lag.
Según el director ejecutivo de Qantas, Alan Joyce, “en los vuelos nocturnos, poco después de despegar se ofrece a los pasajeros una cena y después se apagan las luces, pero quizá no sea la mejor alternativa para reiniciar el reloj corporal del pasajero al huso horario del lugar de destino”.
Detalló que su idea es que las naves incorporen camas, instalaciones para el cuidado de los menores de edad, un bar e incluso un espacio para montar un gimnasio.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: