El primer ministro Boris Johnson somete este sábado su flamante acuerdo de Brexit al parlamento británico donde podría ser rechazado, agravando el caos y la crisis, convertirse contra todo pronóstico en su gran victoria política o simplemente verse aplazado de nuevo.
Este acuerdo es “una nueva vía hacia adelante” para el Reino Unido y la Unión Europea, afirmó Johnson ante los diputados, convocados el sábado por primera vez desde la guerra de las Malvinas en 1982.
Y subrayando que la política británica está paralizada por esta “única cuestión que la cámara parecía incapaz de resolver”, afirmó que todo nuevo aplazamiento del Brexit sería “inútil, costoso y destructivo”.
Entre las enmiendas aceptadas a debate y votación figura una, impulsada por el ex ministro conservador Oliver Letwin, que pide más tiempo para ratificar el texto, lo que obligaría al gobierno a pedir una nueva prórroga de la fecha de salida, actualmente fijada para este 31 de octubre.
Tras regresar de Bruselas, donde hace dos días anunció radiante junto al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, haber alcanzado un “excelente nuevo acuerdo”, Johnson pasó 24 horas tratando de convencer a los legisladores indecisos del “mérito de apoyarlo”.
Intenta por todos los medios no seguir los pasos de su predecesora, Theresa May, quien tras cerrar, hace casi un año, un largo y complejo texto arduamente negociado lo vio tumbado tres veces por el parlamento y tuvo que acabar dimitiendo.
Sin embargo, lo tiene tan difícil como ella, porque en septiembre perdió la mayoría parlamentaria tras la rebelión de 21 diputados conservadores y tampoco cuenta con los diez legisladores del partido unionista norirlandés DUP, su socio clave, quien ya anunció que votará en contra.
El no del DUP
El nuevo acuerdo retoma básicamente lo negociado por May pero modifica su punto más conflictivo: cómo garantizar que no se reintroduce una frontera física entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, país miembro de la UE.
El objetivo es preservar el frágil acuerdo de paz del Viernes Santo, que en 1998 puso fin a tres décadas de sangriento conflicto en la región entre unionistas protestantes y republicanos católicos, y proteger el mercado único europeo de una desleal competencia británica.
El texto actual prevé una compleja solución técnica por la cual la provincia británica seguiría rigiéndose por algunas regulaciones del mercado único europeo y se mantendría de facto en una unión aduanera con la UE, aunque permanecería legalmente en la misma zona aduanera que el resto del Reino Unido.
Pero esto choca con la férrea oposición del DUP a que su territorio tenga un trato diferente del resto de Reino Unido. “Puedo darle la garantía absoluta de que no votaremos por este acuerdo”, dijo su portavoz para cuestiones de Brexit, Sammy Wilson.
También prevén oponerse al texto los nacionalistas escoceses del SNP y los centristas del Partido Liberal-demócrata, ambos opuestos a cualquier tipo de Brexit.
“Situación muy complicada”
Los diputados del Partido Laborista, principal fuerza de oposición, recibieron asimismo la consigna de rechazarlo. Pero algunos, procedentes de circunscripciones partidarias del Brexit e indignadas ante el persistente bloqueo político más de tres años después del referéndum de 2016, pueden estar tentados de votar con el gobierno.
Johnson cuenta con que estos y algunos independientes lo respalden para acabar con años de crisis política y división social, sumando su apoyo al de todos -o casi- sus diputados conservadores, incluidos los partidarios de un Brexit duro.
Aún así, el sábado por la mañana todo parecía aún posible.
Si el texto es rechazado, el país se hundirá más en el caos y arrastrará con él a una UE hastiada por un tema que ya ha dado por cerrado dos veces. Estaríamos “en una situación muy complicada”, reconoció Juncker el viernes.
Si Johnson se ve obligado a pedir contra su voluntad una nueva prórroga de la fecha de salida, la UE exigirá para aprobarla que tenga un objetivo, por ejemplo, convocar elecciones para salir del bloqueo.
Hace semanas que el país ve como inevitables unos comicios anticipados, y en el contexto actual Johnson tendría muchas posibilidades de ganarlos: si su acuerdo es adoptado se alzará como un héroe y si es rechazado podrá pedir al electorado una mayoría amplia para aplicarlo y poner fin a un doloroso proceso que se hace interminable.
(Con información de AFP)
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