Aquel lunes 15 de abril, cuando suena una alarma en Notre Dame, nadie se preocupa. Los entrenamientos de seguridad y las falsas alertas son frecuentes en este lugar turístico de la capital. Pero las tragedias suelen contar con un componente de negligencia y el incendio que destruyó la catedral Notre Dame podría haberse evitado, o hacer que sus daños sean mucho menores.
Buena parte de la búsqueda de responsabilidades está puesta en “M.D.”, un empleado que, según reportó Le Monde, tenía menos de una semana trabajando en Elytis, la empresa encargada de seguridad del lugar. Sin embargo, si se hubiesen mantenido los estándares de calidad, este empleado no habría estado solo.
Cada turno debía contar con dos personas, pero se redujo por un recorte de presupuesto. Además, M.D. tuvo que hacer una doble jornada: tras entrar a las 7.30 de la mañana, tenía planeado quedarse hasta casi la medianoche, por la ausencia del compañero del turno de la tarde. Cuando aparecieron las alertas, su jornada laboral ya sumaba 11 horas.
18.18: “Fuego”. El tablero de seguridad emitió una alarma. Según el New York times, el código es “ZDA-110-3-15-1”, que indica que la alerta se origina en la zona de “desván nave/sacristía”. Aunque M.D. ha trabajado algunos días en el lugar, todavía no lo había recorrido por completo. Según reporta Le Monde, M.D. dio aviso a Juean Paul B, un ex policía que lleva cinco años en la catedral.
18.19: El policía comprobó que la sacristía estaba en condiciones normales.
18.23: Pasados cinco minutos de la alerta y sin tener certeza sobre su origen, se ordena desalojar el lugar a las 800 turistas y fieles que estaban en el templo. Se despliega una revisión más exhaustiva de la sacristía. La iglesia se vacía tranquilamente mientras resuenan los mensajes de evacuación en varios idiomas. No hay pánico. El sacerdote que estaba celebrando la misa ni siquiera se molesta en salir del templo.
18.35: Los fieles pueden volver a ingresar al templo. La ceremonia se reanuda, a oscuras y sin micrófono porque no hay electricidad.
18.43: 25 minutos después, por fin se conoce el significado completo del código de alerta: corresponde a un detector de humo ubicado en el ático de la catedral. La búsqueda y revisión en la sacristía había sido fútil.
18.45: La alarma suena por segunda vez, y se vuelve a desalojar a los fieles que habían vuelto a entrar a la catedral.
18.46: André Finot, responsable de comunicación de Notre Dame, había quedado fuera del templo. Desde allí, ve un humo gris salir entre las dos torres.
18.48: A media hora de la primera alarma, por fin alguien llama a los bomberos. Un agente de vigilancia de la catedral le envía una foto al teléfono de Finot, confirmado sus peores miedos: “Hay llamas, llamas enormes, en el bosque”.
19.05: Llegan los bomberos, que debieron abrirse paso entre una multitud para arribar a la catedral. El tiempo parece haberse detenido a orillas del Sena, donde turistas y vecinos miran, espantados y casi hipnotizados, el humo y las llamas que brotan de Notre Dame. Pero cada minuto importa para evitar que los daños sean irreparables.
La caporal de los bomberos, Myriam Chudzinski, consigue llegar al pie de la catedral y comprende rápidamente que Notre Dame está “totalmente incendiada”. Al empujar la puerta que conduce a la parte alta, ella y sus camaradas se encuentran ante una “visión del infierno”.
Con información de AFP