Samuel Little mira fijo. Imperturbable. La emoción no es algo que lo corroa. Ni cerca. Aunque frente a él tenga a un juez implacable, un fiscal decidido a que pague por sus crímenes y a un jurado que lo mira horrorizado y con ira. El hombre de 79 años permanece quieto y confirma: terminó con la vida de 93 víctimas, aunque el FBI solo haya podido confirmar su participación en 50 casos fatales.
Los casos que la oficina federal pudo confirmar le concedieron un infame récord: se convirtió en el mayor asesino serial de la historia de los Estados Unidos. Superó, por amplio margen, a otros más famosos hasta el momento, como Joseph James DeAngelo -conocido como The Golden State Killer- o el nunca identificado Zodiac. La suma de las muertes perpetradas por estos dos famosos monstruos norteamericanos alcanzan las 49 víctimas, una menos que Little.
Con su macabra cosecha también superó a otros infames: Gary Ridgway, apodado el Green River Killer, quien fue declarado culpable de 49 asesinatos y confeso de otros 20. Ted Bundy y John Wayne Gacy asesinaron a más de 30 personas cada uno, pero Bundy era sospechoso de más.
Sin embargo, a pesar de lo que pudieron corroborar los investigadores del FBI, el resto de los hechos confesados por el hombre de Reynolds, Georgia, responden a un mismo patrón y aún no fueron descartados. Llevan su inconfundible sello.
La sangrienta manufactura de Little comenzó en los años 70, como el de sus “competidores”. Pero permanece -desde septiembre de 2012- en prisión por tres crímenes ejecutados entre 1987 y 1989 a dos mujeres y otra más en 1994, cuya autoría pudo probarse. Fueron tres sentencias a pasar el resto de sus días en la cárcel. Ya nunca vería la luz del sol en libertad.
Nacido el 7 de junio de 1940 en Reynolds, de muy pequeño ya mostró una personalidad conflictiva, pese a haber trabajado en diversos puestos: desde peón en un cementerio de Florida hasta conductor de ambulancia... la muerte lo perseguía. Hasta que él la tomó para sí.
Cuando cumplió 21 años fue detenido por primera vez: robo. Tres años purgó en prisión. Finalmente fue liberado en 1964. Pero un año después ya portaba otro récord: había estado arrestado una veintena de veces en once estados diferentes por temas menores.
En 1982 fue arrestado por el primer cargo por un asesinato, cuya condena esquivó por falta de pruebas. En 1984, lo mismo. Parecía que la suerte estaba de su lado... aunque no quiso tentarla más. En octubre de ese mismo año decidió mudarse a California donde su raid sangriento continuaría en ascenso.
Pero los problemas continuaron. Todas sus presas eran mujeres a las cuales golpeaba y estrangulaba salvajemente. Hasta matarlas. "Durante muchos años, Samuel Little creyó que no lo atraparían porque pensó que nadie estaba contando a sus víctimas", dijo Christie Palazzolo, analista de delitos del FBI. "Aunque ya está en prisión, el FBI cree que es importante buscar justicia para cada víctima, cerrar todos los casos posibles".
La oficina de investigaciones federales grabó entrevistas en las que Little explica cómo fueron cada uno de sus asesinatos. Sin embargo, muchas de las historias que relata no concuerdan con los registros que dan cuenta la manera en que murieron las mujeres. Es por eso que solicitan la ayuda de posibles testigos para armar el complejo rompecabezas.
Hasta el momento, el FBI solo pudo vincular 50 de los crímenes confesados con lo ocurrido en realidad. El plan es poder cerrar cada una de las historias.
Little llevó adelante su raid sanguinario por todo el país. Casi la mitad de los estados padeció su presencia. Arizona, Florida, Louisiana, Arkansas, Maryland, California, Georgia, Mississippi, Nevada, Ohio, Carolina del Sur, Tennessee, Illinois, Texas, Missouri, Kentucky...
Las confesiones del monstruo comenzaron en noviembre de 2018. Cuando desde la prisión de Texas -donde cumple sus condenas- relató cada uno de los aberrantes hechos, la mayoría de ellos feminicidios. En julio de ese año lo acusaron del asesinato de Denise Christie Brothers y fue extraditado desde California.
Fue un investigador texano, el Ranger James B. Holland, quien obtuvo la confesión de Little en ese caso. A partir de entonces, lo usó como punto de partida para ganarse su confianza y empezar a sacarle información sobre todos los demás crímenes.
Ex boxeador -también usó el nombre de Samuel McDowell- fue criado por su abuela en Lorain, Ohio. Su madre “era una estrella de la noche”, solía ironizar. Recorría el país sin pasar mucho tiempo en cada lugar, y de acuerdo con los investigadores, escogía sus víctimas por rasgos de debilidad física, para que no pudieran ejercer resistencia.
A las mujeres les daba un puñetazo que las dejaba inconscientes y las estrangulaba mientras se masturbaba. Luego ocultaba el cadáver y huía del pueblo.
Durante años, Little negó los cargos que se le imputaron. Hasta que finalmente decidió contar la verdad. A partir de sus dichos -y las subsecuentes comprobaciones- diferentes estados han puesto a sus fiscales a trabajar y a levantar cargos contra el asesino serial. La justicia llegará, finalmente.
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