Los cargos que enfrentaba Jesusadelaida “Jesse” Lopez eran graves, y ella lo sabía. La habían arrestado por operar una clínica de pérdida de peso en Florida sin licencia ni titulación profesional, y desde entonces, pasaba sus interminables jornadas en la cárcel del Condado de Polk esperando su juicio, y dándole vueltas en la cabeza a su única obsesión: asesinar a su esposo.
En la mente turbada de Jesse Lopez, su marido era la única persona que conocía toda la verdad, -a pesar de que agentes encubiertos habían desmantelado su farsa-. Jesse pensaba que si él llegaba a testificar en su contra ante los miembros del tribunal, no tendría ninguna oportunidad de salir libre. Su esposo contaba con la llave para destrozar su vida y encerrarla por muchos años tras las rejas de una celda. Pero ella no lo iba a permitir.
La falsa enfermera reveló sus intenciones al resto de reclusas. Quería matar a su esposo, y sin ningún tipo de discreción o prudencia, compartió con ellas su ansiado plan. Poco tiempo después, recibió en su celda la primera carta, y en seguida supo que los astros se habían alineado para llevar a cabo su demente cometido.
La misiva que un hombre anónimo le envió a Jesse Lopez resultaba sospechosamente amistosa, pero a ella, obcecada en su misión, no le preocupó. De hecho, la cercanía y cordialidad del desconocido hizo que se convirtieran en confidentes, y el intercambio de cartas no tardó en volverse frecuente. Pronto, la detenida se confesó, y en lenguaje clave le pidió a su nuevo amigo que le hiciera el favor de “quitar un árbol en su casa" del que ella quería deshacerse. Le ofreció USD 2.000 por el trabajo.
“Él trabaja por la noche- Tiene un coche de color *****. Te di la dirección. Dijo que trabaja en ************, pero no lo puedo asegurar. Puede ser un accidente como un robo que sale mal, o algo que no me pueda salpicar como si estuviera planeado", escribió la interna. “Eres mi ángel”, añadió.
Por supuesto, no había ningún hombre dispuesto a asesinar al esposo de Lopez al otro lado de aquellos mensajes. Se trataba en realidad de un agente encubierto que había llevado a la acusada hasta una trampa que sorprende por básica y elemental. Y no era la primera vez que la detenida caía de lleno en su propio agujero.
El caso comenzó en junio de 2018. Los agentes de la Oficina del Sheriff del Condado de Polk acudieron a una clínica llamada “Drope It Like it’s Hot”, en Auburndale, Florida. Aunque operaba sin licencia, el centro médico promocionaba sus servicios a bombo y platillo a través de redes sociales. La propietaria, informaban en Facebook, era Jesse Lopez.
En las salas del consultorio, prometían tratamientos para bajar de peso a los clientes. También se quitaban manchas y lunares de la piel y se realizaban tratamientos faciales con tecnología láser. Cuando los oficiales encubiertos se presentaron en “Drop It Like It’s Hot” haciéndose pasar por potenciales clientes, Lopez les propuso someterse a un “Vampire facelift", o “facial vampiro”, lifting que puso de moda Kim Kardashian y que consiste en inyectar la sangre y el plasma del paciente en su cara para lograr un aspecto terso y rejuvenecido.
Y no todo quedó ahí. Durante la consulta, la falsa enfermera se comportó como una doctora experta, que les recomendó bajar de peso y les recetó medicamentos para conseguirlo. En Facebook había compartido además imágenes que mostraban sus certificados oficiales de “enfermera profesional".
Jesse Lopez fue detenida ese mismo día, pero en enero de 2019 obtuvo la libertad condicional bajo un único requisito: no podía adquirir ni manipular material clínico de ninguna clase ni volver a anunciarse como enfermera.
No había pasado un mes cuando la procesada abrió su nuevo gimnasio-consultorio. Y haciendo halago de su magnífico dominio de la discreción lo llamó “Jesse’s Gym", y lo promocionó con un lema infalible: “Drop It Like It’s Hot”.
Los agentes encubiertos no tardaron en visitar las recién estrenadas instalaciones. En su interior, dijo el sheriff del Condado de Polk, Grady Judd, encontraron seis consultorios médicos. Pero habría más sorpresas. Jesse Lopez recibió a los falsos clientes y les ofreció gonadotropina coriónica humana, una hormona que requiere receta médica. También les entregó jeringas y nutrientes en polvo para que reemplazaran sus comidas.
Jesse Lopez volvió a la cárcel, y esta vez para no salir. El juez decretó para ella prisión sin fianza hasta la celebración del juicio. En el reclusorio, la detenida se obsesionó con la idea de matar a su esposo, al que culpaba de todas sus desgracias. Mientras ella había trabajado duro para sacar a la familia adelante, él nunca había traído dinero a casa. Ella se había visto obligada a mentir y a hacerse pasar por enfermera por culpa de su inutilidad. Y para colmo, testificaría en su contra en el juicio y contaría toda la verdad.
“Ella pensaba, 'Si hiciera desaparecer a mi marido, eso resolvería el problema del testigo principal, y mis problemas con la custodia de mis hijos. Así que empezó a hablar con el resto de reclusas sobre cómo quería asesinarlo”, explicó este miércoles en conferencia de prensa el sheriff Grady Judd, que aseguró que aunque puede parecer que está “loca” en realidad es una mujer “peligrosa”.
El rumor de las internas llegó a los oídos de los funcionarios de prisión. Así decidieron los investigadores iniciar un operativo para descubrir las verdaderas intenciones de Lopez. Tras recibir la primera carta supieron que la detenida había caído como presa fácil en su trampa. Y pronto les dio lo que necesitaban.
“Si puedes hacerlo pronto, estaría genial. Él es la razón por la que estoy aquí. Él es el testigo principal [de la acusación]. En cuanto esté hecho podré salir de aquí. Estoy deseando conocerte. Quema esta carta, besos y abrazos”, escribió en la última misiva.
Cuando el misterioso hombre anónimo reveló su verdadera identidad, ella se rió, y reconoció a los oficiales toda la trama. Ahora enfrentará también un cargo por solicitar a un tercero cometer un asesinato.