Esclavos siglo XXI: los rincones del mundo donde todavía las personas tienen dueño, reciben azotes y se heredan como un inmueble

La viralización del video de un hombre siendo golpeado y atado en público en una aldea de Mali por defender a otro de una casta inferior expuso la supervivencia de ciertas formas de servidumbre especialmente arraigadas en la región del Sahel. Raíces históricas, complicidades estatales y miserias humanas en estado puro

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La esclavitud sigue vigente en muchas comunidades de África Occidental organizadas bajo un sistema de castas altamente jerárquico
La esclavitud sigue vigente en muchas comunidades de África Occidental organizadas bajo un sistema de castas altamente jerárquico

El hombre está tirado en el suelo, con la ropa desgarrada. Lo rodea un grupo de personas que lo toma de las piernas y de los brazos. Le impiden levantarse y lo atan con sogas. Él pide que lo suelten, pero le gritan y lo golpean.

La humillante escena ocurrió el 17 de septiembre en Krémis, un pueblo ubicado en el sudoeste de Mali, en la frontera con Mauritania. La víctima estaba siendo sojuzgada por protestar contra la esclavitud. El video, registrado con su propio teléfono, se viralizó en los días siguientes.

“Mi vecino había dicho que no iba a aceptar ser un esclavo. Como resultado, el jefe de la aldea le dio dos días para irse (...) y en un momento en el que estaba fuera de su casa mandó a un grupo a vaciarla. Fui a tratar de detenerlos y empecé a filmar lo que estaba pasando (...) La gente pensó que había sacado el teléfono para llamar a la policía, así que me rodearon, me ataron y me llevaron al jefe, que dijo que nunca había visto a un esclavo negarse a obedecer”, contó el hombre del video a France 24, sin revelar su identidad.

Imágenes del hombre que fue humillado en público por defender a un vecino que se resistía a ser esclavo
Imágenes del hombre que fue humillado en público por defender a un vecino que se resistía a ser esclavo

Tanto él como el vecino al que estaba defendiendo fueron desterrados de la comunidad. Ambos son soninke, un grupo étnico que, al igual que muchos de los que habitan en Mali y en los países vecinos, está organizado a través de un sistema de castas jerárquico y endogámico.

Quienes nacen en el estrato superior son una aristocracia que puede poseer tierras, bienes, honores e incluso personas. Quienes nacen en el inferior, privados de cualquier posesión, pueden ser esclavizados por los otros.

La esclavitud sigue existiendo en Malí y en otros países de África Occidental. Es heredera del pasado precolonial. Las potencias la abolieron a nivel legal, pero no tenían un fuerte incentivo para abolirla en la práctica, porque podían gobernar estas sociedades más fácilmente manteniéndola. Los esclavos son propiedad de otras personas y son tratados como mano de obra gratuita, que puede ser heredada de una generación a otra. En otras palabras, si tu padre es dueño de esclavos, los heredas cuando muere. Hoy en día, a una joven pareja de origen aristocrático se le puede ofrecer un esclavo cuando se casa. Y si una esclava queda embarazada y tiene un hijo, este pertenece a su amo”, dijo a Infobae Eric Komlavi Hahonou, profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Roskilde, Dinamarca, especializado en política de África Occidental.

Foto de dos miembros de una comunidad tuareg en Mali en 1974
Foto de dos miembros de una comunidad tuareg en Mali en 1974

Este tipo de servidumbre legitimada por sistemas de castas que tienen varios siglos de historia está arraigado en un grupo de países que coincide de manera aproximada con el Sahel, una región ubicada entre el desierto del Sáhara y la sabana sudanesa. Mali, Benín, Burkina Faso, Guinea, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal y Sudán son algunos de ellos. Si bien no es una institución habitual en todas las etnias, y hay muchas diferencias entre las que sí existe, es un fenómeno bastante difundido.

“Este tipo de imágenes son una ventana a las tensiones sociales y a la violencia resultantes del choque entre los descendientes de los esclavistas, que quieren conservar sus privilegios, y los descendientes de los esclavos, que buscan la emancipación. Uno de los principales problemas son las disputas por la tierra, que se ha vuelto más valiosa debido al crecimiento demográfico. Los sucesores de los amos se apoderan de las tierras de los hijos de esclavos, argumentando que no pueden heredar los campos que sus padres cultivaban para sus amos. Pero estos no pueden permitirse perder la forma más valiosa de propiedad en sociedades rurales”, explicó Benedetta Rossi, profesora del Departamento de Estudios Africanos y Antropología de la Universidad de Birmingham, consultada por Infobae.

En todas estas naciones la esclavitud está prohibida por ley. La última en abolirla fue Mauritania, recién en 1981. Pero las normas de las capitales llegan de manera muy difusa al interior, si es que llegan. Muchas veces priman formas de organización previas a la conformación de los Estados nacionales, que imponen sus autoridades y sus leyes de manera mucho más efectiva.

Es cierto que en los últimos años viene creciendo la resistencia a estas formas de sometimiento y hay varias ONGs que trabajan activamente para terminar con la esclavitud en África. Pero no son prácticas fáciles de erradicar, sobre todo porque sigue habiendo mucha gente que saca provecho de ellas.

Miembros de la casta ikelan, los esclavos de los tuareg
Miembros de la casta ikelan, los esclavos de los tuareg

Esclavitud pre y posmoderna

“La esclavitud es una institución casi universal —dijo Rossi—. Con la excepción de algunas de tipo cazadores-recolectores, todas las sociedades pasadas consideraron aceptable la esclavitud de ciertas categorías de personas, hasta que una gran revolución ideológica condujo a la abolición legal en todo el mundo. La trata transatlántica de esclavos, que implicó la masiva y deshumanizante reducción total de millones de africanos a bienes muebles, fue probablemente la forma más peculiar. Pero en muchas sociedades africanas, la esclavitud era relativamente asimilativa. Había vías institucionalizadas para que las personas sometidas se integraran en la sociedad de los libres. Esto limitó el estallido de rebeliones y resistencias”.

Entre los soninke, por ejemplo, hay distintas categorías de siervos. Todos pertenecen a la casta komo, la más numerosa, pero algunos están en mejores condiciones que otros. Es el caso de los que viven bajo las órdenes directas del jefe de la aldea. Los domésticos, que están en un orden subalterno, viven con la familia de sus amos y no pueden ser vendidos.

Un hombre tuareg en el desierto en Argelia, en 2004
Un hombre tuareg en el desierto en Argelia, en 2004

“Muchos de los grupos tribales de la sabana de África Occidental estaban tradicionalmente organizados en castas jerárquicas. Los esclavos pertenecían a la inferior y prestaban servicios a sus amos de las castas superiores. Típicamente, estos sistemas no eran como la esclavitud de las plantaciones a gran escala en América, donde grupos de esclavos producían grandes volúmenes de productos agrícolas como el azúcar o el algodón para el mercado. Más bien, estaban integrados en la economía doméstica de sus amos, produciendo alimentos para ellos y para sí mismos”, contó a Infobae el antropólogo Philip Burnham, profesor del University College de Londres especializado en África Occidental.

La mayoría de estos pueblos africanos desarrollaron estos sistemas de organización entre el siglo IX y el XV, antes de la colonización europea. Si bien con el correr de los siglos fueron perdiendo peso en muchos lugares, en otros continúan vigentes, con niveles de sometimiento comparables a los del pasado.

Un pastor Fulani y su hijo en Illiea, estado de Sokoto, Nigeria, el 21 de abril de 2019 (Foto de Luis TATO / AFP)
Un pastor Fulani y su hijo en Illiea, estado de Sokoto, Nigeria, el 21 de abril de 2019 (Foto de Luis TATO / AFP)

“Los detalles de estos sistemas de castas varían de un pueblo a otro —continuó Burnham—. En Mali, por caso, los nómadas tuaregs se organizan en cuatro castas, mientras que los haalpulaar de Mauritania sólo reconocen dos. En algunas comunidades, ciertas castas se definen por sus ocupaciones tradicionales, como los herreros o los cantantes de alabanzas. A menudo se imponía también una diferencia de tipo racial entre las castas altas y sus esclavos, ya que estos pertenecían originalmente a pueblos africanos de piel negra y eran capturados por nómadas de piel más clara de las zonas del Sáhara y del Sahel”.

Entre las numerosas comunidades con esquemas de castas y distintas formas de servidumbre se destacan los tuareg, con mucha presencia en el norte de África. En el estrato superior están los nobles, llamados imúšaɣ en su lengua, que quiere decir “orgullosos y libres”. Cobran un tributo a sus vasallos, que ocupan el estrato siguiente, también considerado libre.

Un hombre fulani vende vacas en un mercado en Nigeria, donde está la mayor población de este grupo étnico (AFP)
Un hombre fulani vende vacas en un mercado en Nigeria, donde está la mayor población de este grupo étnico (AFP)

En un nivel intermedio entre nobles y vasallos están los clérigos, que se volvieron muy importantes tras la adopción del islam. En la base de la estructura están los ikelan, los esclavos. El término es despectivo y racista, ya que significa “ser negro”. Su ocupación principal es la cría y el pastoreo de las ovejas y las cabras de sus amos.

Otro ejemplo es el de los fulanis, considerados el mayor grupo nómada del mundo, con una población de entre 20 y 25 millones de habitantes en el Sahel y en África Occidental. Su sistema de castas tiene algunas semejanzas con el de los tuareg: a la cabeza están los nobles, y luego vienen los comerciantes, los artesanos y los descendientes de esclavos, muchos de los cuales son tratados como tales.

Un herrero tuareg, perteneciente a otra casta dentro del grupo
Un herrero tuareg, perteneciente a otra casta dentro del grupo

Estados cómplices y prácticas arraigadas

“El abolicionismo fue introducido inicialmente por las potencias coloniales europeas, que de todos modos solían hacer la vista gorda ante la esclavitud, ya que se beneficiaban de ella —dijo Rossi—. Los esclavos fueron los primeros en aprovechar las nuevas oportunidades que ofreció la ocupación colonial para buscar una vida mejor, emancipándose. Aunque algunos optaron por seguir sirviendo a sus amos, que se habían vuelto más benignos por temor a ser condenados por los nuevos regímenes abolicionistas. Preferían la seguridad de estar bajo el patronazgo de un amo a los riesgos del desamparo”.

La esclavitud sobrevive en muchos países de la región, pero es cada vez más resistida. Enfrentamientos como el que se registró semanas atrás en Mali se están volviendo habituales por el rechazo de muchos descendientes de esclavos a seguir los mismos pasos de sus antepasados. Pero el Estado, que legalmente prohíbe la esclavitud, termina operando a veces como un enemigo antes que como un aliado.

Un grupo de hombres tuareg en el desierto de Mali
Un grupo de hombres tuareg en el desierto de Mali

¿Por qué no reaccionan los gobiernos nacionales? Porque la mayoría de sus integrantes pertenecen a la clase aristocrática y comparten la ideología de la esclavitud. Ven al mundo como un orden jerárquico, con las élites nobles en la cima y los esclavos en el fondo. Para ellos, así es como deben ser las cosas y para mantener este orden es necesario poner a cada uno en su lugar”, afirmó Hahonou.

En países donde los siervos fueron excluidos de la propiedad de bienes valiosos y de recursos productivos como la tierra y el ganado, y tienen vedado el acceso a cargos religiosos y políticos, los gobernantes tienen muchas razones para rechazar sus demandas de libertad e igualdad. Admitirlas tendría un potencial efecto desestabilizante para su propia hegemonía, ya que pondría en cuestión su legitimidad para mandar.

“Mi reciente investigación en Níger muestra algo que puede sorprender. En contextos marcados por la pobreza extrema, las personas de ascendencia esclava pueden optar por la sumisión a los antiguos amos y comportarse lealmente con los que puedan estar inclinados a ayudarlos a ellos y a sus hijos, tanto financieramente como de otras maneras. Cuando las alternativas son muy limitadas, la dependencia puede ser una opción, aunque sea amarga. La esclavitud es resistente en estos contextos por razones económicas, políticas y culturales. Satisface la demanda de quienes buscan ganancias y poder a expensas de los más vulnerables. Sin una presión constante para impulsar la voluntad política de reprimirla, es probable que la esclavitud continúe existiendo en África y en otros lugares”, concluyó Rossi.

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