La isla de los pedófilos, o la isla de las orgías, esa es la fama de Little St. James, un rincón de paraíso en el Caribe transformado por Jeffrey Epstein en lo que los residentes de las Islas Vírgenes rebautizaron desde hace mucho tiempo como la "Isla del Pecado".
Comprada hace 20 años, el financista terminó convirtiendo a la isla en el refugio más remoto para sus perversiones, lejos del foco de Manhattan o Palm Beach.
Ahora la isla es desde hace dos días examinada por agentes del FBI y policías de Nueva York, en busca de evidencia que dé un nuevo impulso a las investigaciones sobre los abusos sexuales y tráfico de niños que Epstein había establecido con sus cómplices.
A bordo de los minivehículos usado por los golfistas, los federales se mueven de una parte a la otra del atolón, y de acuerdo con las imágenes tomadas desde un avión no tripulado desde arriba, ya han confiscado algunas computadoras y otro material colocado en algunas cajas. Pero el verdadero golpe grande podría ser otro: la caja fuerte de acero que se encuentra en la residencia principal de la isla y que -cuenta a la agencia Bloomberg un ex empleado de la finca- podría contener mucho más que dinero en efectivo y otros secretos.
A Little St. James Epstein iba a menudo y llegaba a tener hasta cinco embarcaciones, entre ellas un ferry de 200 asientos con el que huéspedes y empleados se trasladaban desde la vecina St. Thomas.
Llevaba muchas personas y, según las historias, muchas jóvenes mujeres que tomaban sol al borde de la piscina en topless, mientras él caminaba como era su costumbre, con el torso desnudo y en chancletas.
Y no podía tolerar ver a los trabajadores de mantenimiento cerca, les ordenaba que se mantuvieran lo más lejos posible de la villa. Sin embargo, alguno jura que vio entre los huéspedes a poderosos entre los invitados. Pero la mayoría de los empleados de la isla fueron obligados hace un par de años a firmar acuerdos de secreto para no revelar nada de lo que habían visto.
En tanto. en Nueva York comenzó la primera causa civil contra el patrimonio del financista, valuado en al menos 550 millones de dólares. La presentó Jennifer, de 32 años, quien acusa haber sido engañada cuando tenía 14 años en una escuela secundaria de Manhattan y abusada en la casa de Epstein cuando tenía 15, con una gran violación en 2002. La mujer, que contó su historia en el New York Times, también apunta contra Ghislaine Maxwell, la compañera aún buscada de Epstein, y tres miembros del personal que acusa de complicidad: tres mujeres que en las cartas son llamadas Jane Doe 1, 2 y 3, y que desempeñaban respectivamente el rol de reclutadoras de menores, secretarias y sirvientas.
"También hicieron posible que todo esto sucediera", afirmó el abogado de Araoz, quien fue a la lujosa mansión en el Upper East Side de Manhattan una o dos veces por semana durante una o dos horas y un pagó de 300 dólares por vez para hacer que esos infames masajes que casi siempre degeneraron en prestaciones sexual.
Sigue adelante también la investigación sobre cómo fue posible que Epstein se quitó la vida en una prisión federal. De las últimas versiones emerge que dos agentes penitenciarios suspendidos se quedaron dormidos durante su turno de vigilancia omitiendo controlar la celda del financista durante tres horas de la noche antes del suicidio. Y falsificaron el reporte para cubrir su grave falta.
El director de la cárcel, Lamine N'Diaye, también fue transferido a la espera de los resultados de las investigaciones conducidas por el FBI y por el Departamento de Justicia. El multimillonario había sido arrestado el 6 de julio e inculpado en Nueva York de organizar, al menos desde 2002 hasta 2005, una red de decenas de chicas, algunas estudiantes de secundaria, con las que mantenía relaciones sexuales en sus muchas propiedades, entre ellas en Manhattan y Florida.
(Con información de ANSA)
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