Tres hombres y una mujer, todos de entre 50 y 60 años, vestidos con ropas de fajina. Y sobre la pierna derecha en su cartera, pistolas Glock semiautomáticas. Ella es la que tiene el aspecto más temible: ojos celestes de acero, delgada, alta, de cabello blanco. Tal vez habría algún otro jefe, pero se notaba que ella era la que tomaba todas las decisiones. Fue la que me paró, miró mis documentos y me ordenó abrir el maletero. Después le hizo una seña a uno de los hombres que levantó la barrera. Custodiaban el estacionamiento frente a un edificio municipal de Phoenix, Arizona, donde se desarrollaba una asamblea del Tea Party, el ala de extrema derecha del Partido Republicano. Me olvidé de la reunión política y me puse a charlar con estos personajes. La mujer me explicó que pertenecían a un grupo supremacista local que provee el servicio de seguridad a los miembros del Tea Party, ferias de armamentos y "otros eventos de gente a la que apreciamos". Hablamos un poco más y hasta me permitieron hacer una foto al grupo. Me explicaron que vivían en zonas rurales a unos kilómetros de Phoenix, que durante la semana se ocupaban del trabajo en sus campos y que los fines de semana se dedicaban al entrenamiento paramilitar de jóvenes de la zona y la seguridad "como un servicio a la causa". ¿Qué causa? "La de salvar a la raza blanca".
Esa es la "misión" que dijeron tener también los terroristas supremacistas blancos que atacaron la última semana en un Wallmart de El Paso, Texas, dejando 22 muertos y 24 heridos, y en Dayton, Ohio, con 10 muertos y 26 heridos. Fueron las masacres 250 y 251 en lo que va del año en Estados Unidos, según el sitio especializado Gun Violence Archive. La mayoría perpetradas por lobos solitarios, jóvenes de suburbio con problemas familiares de larga data y que se identifican con la afirmación de que "estamos ante una invasión extranjera y tenemos que defender la Patria". Creen que los inmigrantes hispanos llegan a Estados Unidos "para quedarse con nuestra tierra" y no por escapar de la pobreza o la violencia. Con los negros, el odio viene desde que fueron liberados de la esclavitud en 1865. Y a esto siempre hay que agregarle el acceso a las armas que está consagrado en la Segunda Enmienda de la Constitución. Hay mayor cantidad de armas entre los civiles que población: más de 330 millones. Con absurdos como éste: en 30 de los 50 estados, un menor de edad puede tener legalmente un rifle o una ametralladora. En 2014, una nena de nueve años mató sin querer de un tiro en la cabeza a su instructor de tiro en Las Vegas con una ametralladora Uzi. En 2007, Howard "Bubba" Ludwig, obtuvo su permiso de armas en Chicago a los 10 meses de edad. El documento incluía con precisión burocrática la estatura del tenedor de la licencia, 68 centímetros, y su peso, nueve kilos con 71 gramos.
Ideología, armas, entrenamiento para disparar desde muy pequeños y aislamiento en zonas rurales. Una combinación letal utilizada por los inspiradores de la extrema derecha, agrupados en "sectas" del tipo Volksfront, neonazis originados en Oregon y con células en todo el país. Son los responsables de cientos de ataques racistas desde 1996 y se cree que tienen miles de afiliados. O Keystone United, un grupo de skinheads de Pennsylvania creado en 2001, que lucha por "mantener la tradición". También están el Blood & Honour Social Club, Vinlanders Social Club, Atlantic City Skinheads, Maryland Skinheads, Be Active Front y Traditionalist Workers Party. El centro de estudios especializado en el tema, The Southern Poverty Law Center, estima que los "grupos de odio" pasaron de ser unos 600 en el año 2000 a más de 900 en la actualidad. Todas organizaciones con ramificaciones nacionales conectadas con grupos supremacistas y anti-inmigrantes de todo el mundo a través de oscuros sitios de Internet. "Después del 11-S todas las miradas se centraron en el terrorismo islámico y se dejó de lado el terrorismo doméstico de extrema derecha; y no sólo porque el peligro que representaba el primero era muy grande, sino que muchos de los integrantes de las fuerzas de seguridad tienen afinidad ideológica con los supremacistas", explicó a la revista The Atlantic un ex oficial del FBI.
También están los grupos más tradicionales o cercanos a los partidos políticos que dan cobijo y justificación ideológica a los extremistas. La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump impulsó a muchos en su agenda de "dominio blanco". El más conocido y que permanece organizado desde 1866, es el Ku Klux Klan. Se creó con la intención de impedir lo que la guerra civil y el presidente republicano Abraham Lincoln consiguieron: el fin de la esclavitud para la población negra. A lo largo del siglo XX, ampliaron su abanico de enemigos: inmigrantes, católicos, judíos, sindicalistas. Aunque mantuvieron su estética: hombres con túnicas blancas, encapuchados, con altos bonetes y cruces ardiendo. También están los grupos nazis tradicionales que directamente se manifiestan con camisas pardas y banderas con la esvástica en las principales ciudades estadounidenses. Esto, gracias al derecho que da la Constitución de la libertad de expresión. Y en los últimos años, impulsados por el ascenso de Trump, apareció la "Alt-right (derecha alternativa)", un movimiento mucho más fluido y difícil de definir. No es una organización en sí misma, sino grupos de personas e iniciativas, muchas expresadas a través de las redes sociales, con una idea común de defensa de la "identidad blanca". Allí se entremezclan elementos que también son cercanos al ultranacionalismo blanco y a grupos racistas y neonazis y que han encontrado altavoz en plataformas digitales con cada vez más seguidores, como InfoWars. Su líder más conocido es Richard Spencer, amigo personal de Steve Bannon, el ex jefe de campaña de Trump y ex editor de Breitbart News. El slogan más difundido entre estos grupos es: "Nosotros los blancos tenemos la opción de defendernos y actuar ahora o de dejárselo a la última generación de blancos".
Todos están alimentados por las noticias falsas (fake news) difundidas por esos sitios de Internet. La última y más extendida es la que llama a los blancos a tomar mucha leche de vaca con el propósito de atraer la atención hacia una característica genética que se sabe es más común en los blancos que en otras razas: la capacidad de digerir la lactosa en la edad adulta. Tienen una cuenta en Facebook llamada "Enter the milk zone", con un mapa extraído de un artículo científico sobre la historia evolutiva de esa característica. Allí se explica que, en la mayoría del mundo, el gen que permite que se digiera la lactosa se apaga después de la infancia. Pero con la llegada de los primeros pastores de ganado a Europa, hace unos cinco mil años, una mutación aleatoria que lo dejó encendido proporcionó una ventaja nutricional suficiente para que casi todos los que sobrevivieron lo portaran a largo plazo. En la publicación, el vínculo va acompañado con un fragmento de un discurso de odio que exhorta a las personas de ascendencia africana a dejar Estados Unidos. "Si no puedes tomar leche", dicen, "tienes que regresar a África".
También se hacen pruebas de ADN para demostrar que ellos tienen una herencia exclusivamente europea. Exaltan rastros de ADN de neandertales que no se encuentran en la gente que solo tiene ascendencia africana. E intercambian mensajes con el término codificado "realismo de raza" o "racialismo", que se basa en la afirmación de que "el sistema científico liberal ha ocultado la verdad acerca de las diferencias raciales biológicas". Las pruebas de ascendencia genética dan a conocer "cálculos de etnicidad". Y suben los resultados a las redes sociales para demostrar a sus pares que ellos son "racialmente puros".
Y, por supuesto, están los libros en los que plantean sus ideas y que tienen una difusión extraordinaria a través de Internet. La mayoría son de publicación independiente y los distribuyen pequeñas editoriales afines en sitios de venta on line y en las ferias de armas. Se venden decenas de miles que, a su vez, pasan de mano en mano. Cubren todos los géneros literarios, desde dramas oscuros y premonitorios hasta comedias graciosas; "hay romances ambientados en el sur nacionalista y pesadillas distópicas futuristas…En general están muy mal escritos", escribió un crítico del NYT Book Review.
Hay best sellers supremacistas de ciencia ficción como "Hold Back This Day", de Kendall Ward, donde el autor se imagina un futuro en el que un malvado y todopoderoso "Gobierno del Mundo" ordena a la población de la Tierra a congregarse bajo una sola religión y, mediante la mezcla obligada de razas, la población es homogéneamente de piel morena. Jeff Huxton es el administrador de un "skoolplex", una suerte de colegio, y una de las pocas personas de raza blanca que quedan. Poco a poco aprende a valorar su piel blanca, se radicaliza y se une a un grupo terrorista llamado "Nayra" (que es la palabra en inglés para ario escrita al revés). Secuestran una nave espacial y viajan a Avalon, una colonia secreta exclusivamente de gente blanca, en Marte, que se transforma así en la tierra prometida paradisiaca. En una entrevista publicada en el sitio web de su editorial, Kendall Ward explicó que se inspiró para escribir la novela en la preocupación de que "los blancos quizá tendrán que luchar en un futuro oscuro su 'Álamo' racial como último esfuerzo para combatir la extinción" (la batalla de El Álamo de 1836, marca el asedio del ejército mexicano y la defensa por parte de una milicia de secesionistas texanos).
También hay otra novela futurista, un verdadero clásico supremacista, titulada "A World Vision", en la que los caucásicos aparecen sometidos por las "leyes federales" como el derecho al aborto y la eutanasia, y un clima de "corrección política" que los oprime. La autora, Ellen Williams, es una ex profesora de escuela pública en Alabama y lo publicó en el 2000. El libro "refleja obsesiones que se basan en la paranoia de la identidad cristiana y canaliza su ideología racista a través de temores de una amenaza percibida contra los cristianos blancos", dice la crítica. Sus dos protagonistas, Horace y Virginia Pruitt, enfrentan un juicio después de haber sido acusados por su hijo Adam, de 13 años, de haberlo "llevado a la iglesia en contra de su voluntad". La trama se vuelve más dramática cuando se revela que Adam está influido por una relación homosexual que sostiene con su profesor de educación física. En el recuento futurista de Williams, la pedofilia no solo se tolera, sino que está autorizada. Por eso, los "pobres padres", Virginia y Horace, "no pueden hacer nada para evitar que su hijo caiga en las garras del libertinaje".
Y el más influyente de todos estos libros es "Los diarios de Turner". Escrito por William Pierce, líder histórico del grupo neonazi Alianza Nacional, y publicado en 1978 bajo el seudónimo de Andrew Macdonald, es un diario ficticio escrito por su héroe, Earl Turner, un joven blanco que se une a un grupo terrorista llamado "la Orden", que comete una serie de ataques para incitar una guerra racial abierta. Comienza una batalla de armas nucleares entre las fuerzas de Turner y el gobierno que, según la historia de Pierce, es dirigido por judíos y negros. El clímax del libro llega con el establecimiento de un etno-Estado blanco y Turner se convierte en un mártir. La novela inspiró cientos de ataques terroristas en Estados Unidos y Europa, entre ellos el de la ciudad de Oklahoma en 1995, donde murieron 168 personas y 684 resultaron heridas. Ese ataque imitó a uno descrito en el libro de Pierce, con la misma hora y el tipo de explosivos que se utilizaron en la escena ficticia. Los agentes del FBI encontraron un ejemplar del libro en el auto del atacante, Timothy McVeigh.
Y hay una novela de culto en la que dicen haberse inspirado todos estos autores: "El desembarco", que escribió en 1973 el francés Jean Raspail. Es una parábola que advierte sobre los peligros de la inmigración y se destaca por estar "relativamente bien escrita", aún en su traducción del original en francés, titulado "Le Camp des Saints". "La prosa de Raspail, cáustica, a menudo humorística y llena de elipsis, nos recuerda a la de su compatriota Louis-Ferdinand Céline, cuyo historial como simpatizante nazi eclipsó su obra por lo demás brillante", dice el crítico del New York Times.
También están los manifiestos que los atacantes publican en Internet poco antes de cometer sus actos terroristas. Ocurrió con el pistolero de El Paso y con Brenton Harrison Tarran, el asesino de Christchurch, Nueva Zelanda. Ambos dijeron, también, estar influenciados por las ideas y los métodos de Anders Breivik, el terrorista de extrema derecha noruego que mató a 77 personas en 2011 y que había escrito un manifiesto de 1.500 páginas.
Los supremacistas blancos se nutren de esos libros y están convencidos de que lo que describen tiene que ver con la realidad que ellos viven. En el sitio neonazi para millennials, Daily Stormer, su director, Andrew Anglin, describió la "caravana de migrantes" que iba de América Central hacia la frontera entre México y Estados Unidos como "el verdadero desembarco del que nos habló Raspail". E hizo un llamado al presidente Trump, a través de un ejército de trols, para que intervenga en el asunto y detenga la "caravana". Pidió, específicamente, que se usara ese término para describir la ola de inmigrantes. Trump lo hizo. También el vicepresidente Mike Pence. Y Anglin presumió de su victoria: "Los medios tradicionales no estaban hablando del tema, solo la extrema derecha lo hizo y ahora Trump lo publicó… así que sí nos escucha". Dos páginas web, "4chan" y "8chan", son las que mayor cantidad de seguidores tienen a nivel global. Y allí hay chats en los que discuten sus estrategias. Luego, pasan a rincones más oscuros de Internet cuando hablan de acciones violentas o de preparativos de atentados. Siempre, con el mismo lema: "atacar para salvar la raza blanca".
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