Diez años antes de que hallaran su cuerpo sin vida en el fondo del Océano Atlántico el 19 de julio de 1999, John F. Kennedy Jr había pronunciado una frase que, para los supersticiosos y quizás también para algunos escépticos, podría haber sellado su final por adelantado.
Mientras miraba por televisión la asunción de George W. H. Bush como presidente de los Estados Unidos junto a un amigo, Jr. dijo que le gustaría "volver a casa". Se refería a la Casa Blanca, el lugar en el que nació y vivió hasta los tres años.
Así lo reveló el libro escrito por su amigo e historiador Steven M. Gillon, quien en America's Reluctant Prince desmintió la idea -siempre dada por cierta- de que el menor de los Kennedy nunca había tenido vocación ni interés por la política, a diferencia de los hombres de su familia. Por el contrario, de acuerdo con estas revelaciones, ambicionaba con nada menos que convertirse en presidente de los EEUU.
"El príncipe heredero ha muerto", fue sin embargo el titular de los diarios publicados hace exactamente 20 años sobre el fatal accidente aéreo en el que el hijo del asesinado mandatario estadounidense había perdido el control de la avioneta que piloteaba junto su esposa, Carolyn Bessette, y la hermana de esta, Lauren Bessette, y del que no quedaron sobrevivientes. Tenía 38 años.
Ni el mal clima ni las capacidades amateurs del hijo de John F. Kennedy y de Jackie Kennedy, entonces de 38 años, lograron alejar la perturbadora idea que crecía dentro y fuera de las fronteras de los Estados Unidos: aquella trágica muerte confirmaba, una vez más, la existencia de llamada "maldición" de los Kennedy.
Una vida bajo los flashes y sobre los divanes
John F. Kennedy Jr. nació el 25 de noviembre de 1960, dos semanas después del arribo de su padre a la Casa Blanca. Dio sus primeros pasos, dijo sus primeras palabras y jugó a sus primeros juegos en esa icónica residencia reservada a los mandatarios más poderosos del mundo hasta que, tres días antes de su tercer cumpleaños, su padre fue -de acuerdo con la investigación oficial- asesinado por Lee Harvey Oswald en Dallas, Texas.
Su saludo militar ante el ataúd de su padre durante la procesión fúnebre se convirtió, casi de inmediato, en una imagen icónica de los años sesenta.
Pero la tragedia no significó para el pequeño 'John John', como lo apodaron los medios de comunicación, ni para su hermana mayor, Caroline, el final de la exposición mediática. Desde entonces, sus vidas continuaron estando bajo escrutinio público, y frecuentemente eran fotografiados mientras hacían nada más que su vida cotidiana por las calles de Manhattan.
Estudió en el Collegiate School de Manhattan, pero se egresó en el instituto Phillips Academy y se matriculó en la Universidad de Brown, donde se graduó en Historia en 1993. En 1988, la Revista People lo eligió como "El hombre más sexy vivo", y su romance con la rubia Carolyn Bessette, ex empleada de Calvin Klein, desde 1994, se convirtió en el favorito de los paparazzis.
Los rumores y las versiones sobre sus amoríos no terminaron con quien después se convertiría en su esposa. En el libro Diana. El último mundo, publicado en 2005, la escritora Simone Simmons asegura que la princesa le confesó que había tenido con el hijo de John F. Kennedy "un encuentro apasionado". Se conocieron en 1995 en la ciudad de Nueva York, cuando presuntamente 'John John' le ofreció a Lady Di ser la portada de su revista mensual de política llamada George. Según el libro, ella dijo sobre aquel encuentro: "Empezamos hablando, una cosa llevo a la otra y terminamos en la cama. Fue pura química".
Apenas un año después del matrimonio, celebrado en 1996, una sombra oscurecía a la pareja , en apariencia perfecta. De acuerdo con el libro The Kennedy Heirs, de J. Randy Taraborrelli, nunca resultó sencillo para Carolyn encajar en aquella poderosa familia, mientras batallaba con la exposición mediática y el acoso de los paparazzi, algo que para su marido era casi natural. "Ella se sentía atrapada", decían quienes los conocieron.
Los romances, el éxito y la atención mediática intensificaron los tormentos de John John, quien de acuerdo con el libro de Gillon, pasó gran parte de su vida en terapia y que, aunque hablaba poco del tema, había identificado el asesinato de su padre como "el hecho fundamental" de su existencia.
El accidente, la tragedia y la maldición
John John tenía una actitud intrépida y menos de un año de experiencia como piloto cuando, el viernes 16 de julio a las 20:45, tomó la decisión de subir a la avioneta monomotor Piper Saratoga PA desde el aeropuerto de Essex, en New Jersey.
El primer destino del vuelo era la isla de Martha's Vineyand, donde dejarían a su cuñada, para continuar hasta Hyannis Port, donde se reunirían con la familia en la boda de su prima, Rory Kennedy, la hija más pequeña del también asesinado Robert Kennedy. Las primeras alertas la dieron los Kennedy ante la demora del matrimonio. Ya era tarde: sus cuerpos y el de su cuñada yacían en el fondo del Océano Atlántico.
Algunos expertos en aviación hablaron de "desorientación espacial", un problema que surge cuando se vuela dentro de una nube. Otros dijeron que se trataba de una noche muy oscura. Algunos lo atribuyeron a una renguera que tenía por esos días John John producto de una lesión.
Lo cierto, sin embargo, es que la investigación determinó que la caída del aeronave ocurrió por "la imposibilidad del piloto de controlar el avión durante un descenso nocturno", lo que en otras palabras podría explicarse por su falta de experiencia. Despejadas las teorías conspirativas, solo queda la marca de la tragedia que ha acompañado a la familia real del país sin reyes.
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