Barry, la primera gran tormenta tropical que tocará el Golfo de México este fin de semana, ya ha ocasionado inundaciones y destrozos en distintos condados de Luisiana y Nueva Orleans, ciudad en donde el fantasma del huracán Katrina se cierne amenazante.
Durante el fin de semana, Barry se ha fortalecido. De acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), los vientos avanzan a una velocidad de 104 kilómetros por hora. Además, según esta misma institución, se espera una marejada ciclónica peligrosa, así como fuertes lluvias en la zona norte-central de la costa del Golfo de México.
Por todo esto hay miles de ciudadanos evacuados, vuelos cancelados e incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decretó estado de emergencia ante la amenaza de la tormenta, la cual, según el NHC se convertirá en el primer huracán de la temporada.
La destrucción que dejó Katrina
Las olas que levantará Barry desde el Golfo de México serán de entre 60 y 120 centímetros. Esto provocaría que las aguas del río Misispi, según las previsiones de los expertos, supere los cinco metros. Los diques que protegen la ciudad varían de los seis a los siete y medio metros de altura.
Estas tormentas podrían poner a prueba las defensas erigidas en Nueva Orleans como consecuencia del impacto del huracán Katrina en 2005, uno de los fenómenos naturales más devastadores en la historia de los Estados Unidos.
Katrina tiró las barreras de Nueva Orleans el 29 de agosto de 2005 y también arrasó con parte de Alabama y Misisipi. Se trató de un huracán que ascendió a categoría cuatro y el cual al tocar tierra alcanzaba vientos superiores a los 225 kilómetros por hora.
Su devastación fue tal que causó la muerte de, según cifras oficiales, 1.833 personas: 1.577 en Luisiana, 238 en Misisipi, 2 en Alabama, 2 en Georgia y 14 más en Florida. Además, el 80% de la superficie de Nueva Orleans quedó inundada, lo que ocasionó que 107.379 casas quedaran anegadas, mientras que otras 26.965 sufrieron graves daños por el impacto del viento.
Esto provocó, además, que un 80% de los 1.3 millones de personas que vivían en Nueva Orleans en aquel momento evacuaran sus casas. De hecho, una de cada cuatro propiedades residenciales fue declarada vacía o destruida en aquella ciudad.
El impacto económico también fue sumamente fuerte, ya que de acuerdo con un cálculo del banco Morgan Stanley, Katrina causó daños materiales de USD 146.000 millones.
Pero el huracán también influyó en los turistas que visitaban la ciudad, ya que fue hasta 2014 (9.52 millones de turistas) cuando alcanzaron una cifra similar a la que recibieron en 2004 (10.1 millones). En 2006, un año después de Katrina, este sector de la economía se desplomó a 3.7 millones de visitantes.
En términos políticos, Katrina ensombreció la fase final del periodo de George W. Bush como presidente de Estados Unidos, debido a su reacción ante el problema. Él mismo escribió en sus memorias: "Me enorgullezco de mi habilidad para tomar decisiones claras y efectivas. Aún así, tras Katrina, eso no ocurrió. El problema no fue que yo tomara malas decisiones, fue que me tomé mucho tiempo en decidir".
Ahora, a casi 14 años de aquel fatídico episodio para los Estados Unidos, la población se encuentra a la expectativa y prevenida de lo que pueda suceder con Barry; sin embargo, el recuerdo de Katrina permanecerá en la historia de la ciudad para siempre.