Un ex detective de la policía de Nueva York que participó en las labores de rescate de los atentados terroristas del 9/11 fue recordado este miércoles durante un funeral emotivo en Queens.
La ceremonia en honor al ex policía Luis Álvarez, quien murió de cáncer relacionado con las sustancias que aspiró durante los tres meses que trabajó entre los escombros de las Torres Gemelas del World Trade Center, se llevó a cabo en la Iglesia de la Inmaculada Concepción en Astoria, en Nueva York.
Cientos de oficiales saludaron el ataúd cubierto con una bandera de EEUU mientras era llevado a la iglesia, donde lo recibieron su esposa y amigos. Durante la ceremonia, Álvarez fue recordado por su "impecable valentía".
El hombre de 53 años ya estaba retirado de la Policía de Nueva York y lideraba la lucha por el Fondo de Compensación a las Víctimas de los ataques del 11-S, entre los que se encuentran rescatistas que como él, trabajaron entre los escombros y a raíz de eso, enfermaron.
El polvo, humo, productos químicos y tóxicos que emanaron de los escombros afectaron a bomberos, policías, obreros de la construcción y otros trabajadores de emergencia que actuaron tras lo ocurrido y muchos han sufrido, como consecuencia, problemas respiratorios, trastornos digestivos, cáncer de pulmón y otros tipos de cáncer.
La hermana de Álvarez, Aida Lugo, recordó a su hermano durante la ceremonia. Habló sobre las numerosas llamadas telefónicas que tuvo con él cuando ocurrió la desgracia, para rogarle que no se acercara a la Zona Cero.
Pero, a pesar de las advertencias, "nuestro hermano Luis respondió sin dudar a los ataques del 11 de septiembre".
"Antes de convertirse en un héroe estadounidense, él era mi héroe", dijo su hijo David entre lágrimas. "Aprendí a ser valiente como él".
El pasado 11 de junio, Luis Álvarez ofreció una emotiva comparecencia en el Congreso con el motivo de apoyar una extensión permanente del Fondo.
“Cuando se enferman, se mueren. Yo he tenido la suerte de haber tenido 68 rondas de quimioterapia. sí, me escucharon bien: 68 rondas. Muchos otros solo han tenido la oportunidad de tener cinco y otros ninguna. A sus familias les encantaría tener tiempo con ellos y ojalá la mía tenga tiempo conmigo”, dijo.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, tuiteó el lunes que planea darle a Álvarez una llave póstuma de la ciudad “como un símbolo de nuestro profundo respeto y gratitud por su servicio“. De Blasio también presentó sus respetos en una estela en Long Island el martes.
This city can never repay its debt to Detective Lou Alvarez. It will be my honor to award him with a posthumous Key to the City as a symbol of our profound respect and gratitude for his service and sacrifice.
— Mayor Bill de Blasio (@NYCMayor) July 1, 2019
“Él ejemplificó el lema de la policía de Nueva York, Fidelis Ad Mortem (Fieles a la muerte). Una inspiración, un guerrero, un amigo”, agregó el jefe de detectives del NYPD.
"No me arrepiento, no me arrepiento de nada", explicó Álvarez pocos días antes de morir, momento en que ya había asumido su derrota frente a la enfermedad.
"Hice lo que todos los demás trabajadores de FDNY, NYPD, EMS: todos. No soy nadie especial. Hice lo que otros chicos hicieron. Y muchos ahora estamos pagando el precio por ello".
Álvarez compartió la trágica noticia de que su salud se estaba deteriorando en Facebook. Desde ahí les dijo a sus amigos que había dejado de recibir tratamiento porque "no hay nada más que puedan hacer los médicos". Junto al post, Álvarez compartió una imagen sin fecha de sí mismo antes de su diagnóstico de 2016, en el que destaca su figura musculosa y pesada.
El cáncer devastó su cuerpo, haciéndolo prácticamente irreconocible.
"Habrá más y más socorristas que se enfermarán. Y nuestro gobierno tiene que cuidarlos. Es solo una cuestión de decencia, una cuestión de hacer lo correcto. Hicimos lo correcto cuando bajamos allí. Ahora es el turno del gobierno de hacer lo correcto por nosotros", declaró en público poco antes de fallecer.
El Fondo de compensación está en grave peligro de agotarse, luego de que el Departamento de Justicia anunció que iba recortar los pagos hasta un 70 por ciento, con la esperanza de preservar sus reservas para los próximos años.
La legislación había reservado USD 7,3 billones para compensar a las víctimas de los ataques del 9/11 y sus familias. Pero USD 5 mil millones ya se han pagado a 21,000 víctimas, y las familias y sus defensores dicen que se necesitan al menos otros USD 5 mil millones para cubrir 19,000 reclamos pendientes.
Se prevé que el fondo se agotará completamente en 2020.
Álvarez nació en La Habana, Cuba, en octubre de 1965. Se crió en Queens y se graduó de Monsignor McClancy Memorial High School en East Elmhurst. Luego sirvió en la Infantería de Marina antes de unirse al Departamento de Policía de Nueva York en 1990, donde pasó un tiempo en la División de Narcóticos y el Escuadrón de Bombas. Cinco años después fue promovido a detective.
Fue reconocido por la excelencia de su trabajo cinco veces a lo largo de su carrera y se retiró por discapacidad en 2010.
A Álvarez le sobreviven su madre, Aida; su esposa, Lanie Álvarez; sus hijos, David, Tyler y Ben; y sus hermanos, Fernando y Fil.