En el Salón Oval de la Casa Blanca, armado de una Diet Coke con hielo, Donald Trump pidió que algún asistente le alcanzara la carta que le envió Kim Jong Un para su cumpleaños y sintetizó la perspectiva desde la que busca un segundo mandato como presidente de los Estados Unidos: "Mi vida entera es una apuesta". Lo escuchaban Brian Bennett y otros periodistas de Time, que llevaron la entrevista a la portada de la publicación.
Trump hizo imposible el lugar común de los títulos "Fulano rompe el silencio": desde que lanzó su campaña de reelección, en Orlando, Florida, el 18 de junio, el republicano no ha callado. Habló ya con Telemundo, Time y Fox (una entrevista de Carlson Tucker que saldrá al aire el 1º de julio); sin contar su constantes publicaciones en Twitter, donde tiene 61,5 millones de seguidores.
Y desde que comenzaron los debates de precandidatos del Partido Demócrata, Trump no ha callado sobre ellos. Apodó Sleepy Joe (Joe el somnoliento) al ex vicepresidente Joe Biden y retomó su antiguo mote para Bernie Sanders, Crazy Bernie (Bernie el loco) en las redes sociales; fue más cauto ante Time, pero igual de firme en su mensaje.
I am in Japan at the G-20, representing our Country well, but I heard it was not a good day for Sleepy Joe or Crazy Bernie. One is exhausted, the other is nuts – so what’s the big deal?
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 28, 2019
"Probablemente 'un progresista' ganará la primaria", predijo Trump, y criticó la competencia con gusto visible. Joe Biden 'no es el mismo Biden', dijo, y agregó luego: '¿Dónde quedó la magia?'. Kamala Harris, observó, 'no ha levantado vuelo'. Bernie Sanders 'marcha en la dirección equivocada'. A Elizabeth Warren 'le va bastante bien', concedió, pero Pete Buttigieg 'nunca' tuvo siquiera una oportunidad", describió Bennett.
¿En qué basó ese análisis político? "No lo siento. La política es puro instinto", explicó.
Sus emociones ocupan, también, el centro de su campaña de reelección. "Los mercenarios políticos que intentaron disciplinar sus impulsos en 2016 han sido expulsados. La campaña 2020 es, sin lugar a dudas, el show de Trump", propuso Time. "Todos tenemos nuestras reuniones", confirmó el presidente. "Pero por lo general hago lo que yo creo".
La campaña de Trump aspira a gastar USD 1.000 millones. Él ha volcado más dinero que ningún otro presidente en ejercicio de la historia reciente para iniciarla. Ya su equipo de reelección ocupa las oficinas vidriadas de una torre con vista al río Potomac en Arlington, Virginia, y el Comité Nacional Republicano (RNC) está de su lado, a diferencia de 2016.
"Trump, quien perdió el voto popular en 2016 y es el único presidente en la historia de las encuestas de Gallup que nunca logró el 50% de aprobación, dio vuelta tres bastiones demócratas —Michigan, Pensilvania y Wisconsin— por un total de 79.646 votos sumados", recordó el artículo. Pero, según Steve Bannon, ex jefe de campaña y ex asesor de Trump, no se puede contar con el éxito de esa estrategia en 2020: "Todo el mundo tiene que presentarse" a votar.
Y para movilizar a todos los simpatizantes del presidente, según Time, la segunda pulseada del magnate por la Casa Blanca se organizará alrededor del enardecimiento de esa base. "En lo central, su campaña es una especie de perpetua máquina de indignación".
Gracias al empleo de algoritmos, compra publicidad digital en plataformas como las de Google o Facebook —que incluyen otras redes, como YouTube o Instagram— cada vez que Trump provoca una tormenta. "El ciclo es simple: Trump dice algo polémico u ofensivo; eso impulsa un pico de interés en las búsquedas sobre ese tema y le da a su campaña una oportunidad de lanzar publicidad online", explicó Bennett.
El ciclo tiene una segunda parte: "Los avisos mueven a los participantes para que envíen textos a la campaña, respondan a encuestas de una sola pregunta y compren gorras y carteles de Trump, o fundas para mantener fría la cerveza y calcomanías que dicen 'Caza de brujas', lo cual reúne cantidades enormes de datos de contacto".
Del mismo modo que la primera elección de Trump se hizo sobre los restos de las normas destrozadas de la política estadounidense habitual, "nunca antes un presidente en ejercicio condujo una campaña así", analizó el texto.
Luego de explicar a los periodistas lo que lograron sus acciones con respecto al Estado Islámico, China e Irán, Trump fue al grano: "He hecho más en dos años y medio que cualquier presidente en la historia de este país". Pidió que un asistente le alcanzara —como la carta de Kim, como los mapas de Medio Oriente luego— "la lista de cosas, por favor, cuatro listas", y la entregó al equipo de Time: 72 páginas con punteo de sus actos en el gobierno. "Se sentía agraviado por la percepción de que no recibe crédito por lo que ha hecho", observó el artículo.
"No finge su indignación —por los medios, por el informe [del fiscal especial Robert] Mueller, por sus oponentes— y esa ira, cualquiera sea su fuente, es políticamente poderosa. 'Nadie ha sido tratado tan injustamente como Donald Trump', dijo el presidente".
La máquina electoral que se mueve por su reelección "aprovecha el poder del mensaje de agravio de Trump, que resuena en los oídos de decenas de millones de votantes", agregó el artículo. "Él no se va a dar vuelta. El presidente es quien es y no finge ser otra cosa", dijo a Time uno de los creadores del dispositivo, su yerno Jared Kushner.
Aunque hay que dirigir la correspondencia de la campaña a la Torre Trump, donde Eric y Lara Trump tienen, además, estudios de televisión para producir mensajes, la oficina de Kushner en la Casa Blanca —una habitación estrecha con una sola ventana a dos puertas del Salón Oval— es "el nodo de la campaña más cercano al cerebro de Trump".
El esposo de Ivanka Trump, ex desarrollador inmobiliario y ex demócrata, funcionó como "una especie de manager de campaña en la sombra" hacia finales del experimento de 2016. Ahora parece ser "el arquitecto y experto en solución de problemas" desde el inicio. Todos los días habla con Eric Trump, Ronna McDaniel (encargada del RNC) y el manager de la campaña 2020, Brad Parscale.
Parscale, un ex entrepreneur del marketing digital, ya realizó la tormenta de publicidad dirigida en las redes durante 2016. Actualmente cuenta con unos 60 empleados y el RNC para crear una plataforma de recolección de fondos en línea, WinRed, para competir con ActBlue, la de los demócratas. "También desarrolla una app para teléfonos que intenta convertir en juego la participación de los simpatizantes de Trump en la campaña, al ofrecer premios", reveló Time. Por ejemplo, si consiguen que sus amigos compartan sus contactos, pueden obtener mejores ubicaciones en los actos.
Kushner y Parscale también hacen virtud de la necesidad cuando el presidente se sale del guión, como sucedió a finales de marzo en una presentación en Michigan, cuando Trump amenazó con "cerrar la maldita frontera" si México no detenía dos largas caravanas de migrantes centroamericanos que atravesaban su territorio.
"La multitud estalló. Electrizado por la respuesta, Trump dijo a sus asistentes que quería avanzar con un plan para cerrar los puertos de entrada. Se redactó una serie de tres tuits para lanzar en el feed de Trump en la mañana, anunciando que la semana siguiente grandes segmentos de la frontera estarían cerrados", recapituló el artículo. "A medida que las noticias y las búsquedas se disparaban, la campaña compró publicidad digital sobre inmigración".
Luego el mandatario daría marcha atrás, pero "su campaña aprovechó el impulso del momento y gastó USD 250.000 durante las siguientes semanas en avisos en Facebook y clicks en el buscador de Google". Parscale lo explicó a Time: "Nunca hubo algo como esto en política, este contenido que producimos, esta publicidad que publicanos. Es como si tuviéramos nuestro propio programa de televisión".
Con estas técnicas Parcale amasó una lista de contactos que ya tiene 35 millones de votantes, una suerte de mapa de simpatizantes acérrimos y posibles voluntarios: "La llaman 'el ejército de Trump'".
A ellos dirigió sus palabras en Orlando: prometió construir un muro para mantener fuera a los "extranjeros peligrosos", dijo que la política migratoria de los demócratas era "la mayor traición a la clase media y, francamente, al estilo de vida" en el país; volvió a hablar del "pantano" que hay que limpiar en Washington DC, aunque ahora es su territorio; dijo que los demócratas "están impulsados por odio, prejuicio e ira" y que "quieren destruir nuestro país tal como lo conocemos".
Aunque es todavía demasiado temprano, las encuestas muestran que Trump va detrás de los precandidatos demócratas con mayor intención de voto. Ha despedido a algunos de los encargados de sondeos y trata de pedir información más detallada, informó Time.
"Todavía furioso por Mueller, Trump regresó a la investigación e hizo afirmaciones contradictorias sobre sus efectos", escribió Bennett. "Si nos basamos en la economía, yo debería estar 10 o 20 puntos más arriba", dijo. "Pero he sufrido algo que nadie sufrió antes, desde el primer día: una fraudulenta caza de brujas en mi contra". Y minutos después agregó que la investigación de Mueller "resultó ser un beneficio, porque realmente energizó a nuestra base como nunca antes había visto".
En esa pasión se cifra la esperanza del presidente. Dado que cuenta con la ventaja de estar en ejercicio, además de mucho dinero, podría hacer lo que otros en su lugar: pedir que lo vuelvan a votar para unificar el país. Pero él hace otra apuesta, concluyó Time: "La campaña de Trump va a poner a prueba el poder de la indignación".
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