Según los datos oficiales del Centro Nacional de Estadísticas de Educación estadounidense, la cantidad de estudiantes que ingresan a la universidad después de haber terminado la secundaria se incrementó en las últimas décadas, llegando casi a un 70% en 2017. Esto significa que 20 millones de estudiantes entran al sistema universitario estadounidense todos los años.
Pero estudiar en una universidad estadounidense cuesta muy caro. El costo promedio en matrículas y tarifas (sin contar los costos de vivienda, alimentación y transporte) es de más de USD 25.620 al año para universidades públicas y USD 34.740 en universidades privadas, lo que significa que para la mayoría de los estadounidenses la única forma viable de conseguir una educación universitaria es tomar un préstamo estudiantil.
Bloomberg estima que más de 45 millones de estadounidenses tienen préstamos estudiantiles, lo que contribuye a una deuda estudiantil nacional total de 1,6 billón de dólares. Pero esto no es todo.
La creciente deuda estudiantil en los Estados Unidos está generando cada vez más "morosidad seria", cómo el gobierno califica a los deudores que pasan más de 90 días sin pagar las cuotas mensuales, y llegó al número récord de 116 mil millones de dólares. El último reporte de Banco de la Reserva Federal de Nueva York publicado a fines del 2018 dijo que la cantidad de deuda tomada, la cantidad de deudores en general y el número de deudores que no pueden pagar sus préstamos han llegado a récords históricos.
La deuda estudiantil en Estados Unidos ha creado un crisis económica cíclica que no le permite a varios estadounidenses saldar sus préstamos universitarios hasta que entran a sus 50 o 60 años.
Además, estas deudas también han causado serio estrés a millones de personas. Un reciente informe dijo que uno de cada 15 prestatarios ha considerado el suicidio debido a sus préstamos estudiantiles, de acuerdo con una encuesta a 829 personas realizada por Student Loan Planner, un grupo financiero que ayuda a deudores universitarios.
Los estudiantes deudores
Christopher D'Antona, un ejecutivo de marketing de L'Oreal, le contó a Infobae que pudo pagar sus deudas universitarias porque destinó la gran mayoría de su sueldo a saldar sus deudas durante años. D'Antona, quien venía de una familia de clase media con un hermano mayor que ya estaba en la universidad, se graduó en Rochester, una universidad privada con excelente reputación académica en ciencias duras e ingeniería.
D'Antona recibió varias becas académicas y deportivas (era un corredor de larga distancia en el equipo de atletismo de la universidad), pero aun así tuvo que pedir miles de dólares prestados a través de dos fondos públicos. La matrícula de "U of R" , como le dicen los estudiantes, sale más de USD 56.000. Sumado a los costos de vivienda, comida, libros y transporte, esto podría llegar a superar los USD 75,000 anuales.
Como todo préstamo, D'Antona sabía que debía tener cuidado con el interés que se acumulaba."Me quedé con USD 38 mil dólares de deuda y creo que en total, alrededor de 4 o 5 mil de esa cifra fue interés." Él explica que dentro del "paquete de préstamos" que le ofreció la universidad, hubo una combinación de préstamos subsidiados y no subsidiados, lo que significaba que algunos de los préstamos empezaron a acumular intereses de inmediato, mientras él aún estaba en la universidad.
Mientras cursaba clases de economía y entrenaba y competía todos los fines de semana, D'Antona tenía que trabajar tiempo completo en el campus para poder pagar los préstamos de un título que todavía no había terminado de obtener.
"Tuve un trabajo en la universidad que me brindó la oportunidad de hacer pagos mensuales de $200 a mis préstamos no subsidiados para frenar la mayor cantidad de intereses posible. Después de graduarme, decidí que lo más inteligente que podía hacer era vivir en casa para poder dedicar todo el dinero posible al gobierno de Estados Unidos."
D'Antona recuerda que durante el primer año y medio de su vida profesional, pagaba alrededor de USD 1.500 o más mensualmente para cancelar los préstamos. "Los liquidé en aproximadamente 19 meses después de graduarme."
Después de graduarme, decidí que lo más inteligente que podía hacer era vivir en casa para poder dedicar todo el dinero posible al gobierno de Estados Unidos
Christopher D'Antona ejemplifica el éxito de una persona trabajadora y comprometida, que además tuvo la suerte de conseguir excelentes puestos laborales que le permitieron ganar lo suficiente para cancelar rápidamente sus préstamos.
Pero existen millones de otros graduados que no pueden conseguir trabajos que les paguen lo suficiente para poder cubrir más que la mensualidad mínima de los préstamos.
Tiffany Rodríguez, quien se recibió con un título en comunicación en Manhattan College hace dos años, cuenta que no consigue trabajo en el sector de marketing o comunicaciones y que por ahora trabaja como moza en un restaurante en su ciudad natal de Nashville, Tennessee. "Pensé que estudiar en una ciudad como Nueva York me ayudaría a conseguir un buen trabajo y poder empezar a pagar mis préstamos apenas me recibiera."
Pero después de pasar casi un año cobrando salario mínimo como pasante de una compañía de marketing en la Gran Manzana, los costos de los préstamos (más de USD 600 mensuales) la forzaron a mudarse de la ciudad y volvió a Nashville a vivir con sus padres. "Respondo a los anuncios de trabajo por lo menos 3 veces al día. He mandado cientos de currículums. A veces me llaman para una entrevista pero todavía no he podido conseguir nada."
Propuestas Políticas
La crisis de deuda estudiantil se ha vuelto en un tema de las campañas presidenciales para el 2020. Casi todos los candidatos demócratas han prometido hacer algo sobre ella, pero pocos han detallado su plan para lidiar con el problema.
Hasta ahora, Bernie Sanders ha anunciado el plan más radical, con la promesa de eliminar la deuda de estudiantes universitarios y graduados de todos los estadounidenses. Él planea pagar los $ 1,6 billones de deuda con un nuevo impuesto a la especulación de Wall Street, diciendo que así resolvería dos grandes problemas de la clase media. A pesar de que los detalles no están del todo definidos, Sanders promete que las ganancias de este impuesto llegarían a pagar la deuda en menos de 10 años. El senador por Vermont lidera la corriente más a la izquierda dentro del Partido Demócrata y tiene un fuerte apoyo entre los jóvenes.
Elizabeth Warren, no tan lejos de Sanders, se ha comprometido a condonar más de 640 mil millones de la deuda estudiantil. Ella planea financiar esto con un impuesto sobre el 0,1% más rico de la población. No ha explicado en detalle como se aplicaría este impuesto, pero los números concuerdan: se podría pagar ese monto con el impuesto que ella propone.
Otras figuras como Kamala Harris, la senadora de California, prometió que dejaría la universidad libre de deudas para futuros estudiantes y proporcionaría alivio a quienes ya tienen préstamos estudiantiles, aunque no ha dado más detalles.
Pete Buttigieg, quien tiene USD 130.000 en deuda estudiantil, se ha comprometido a hacer que la universidad pública sea "libre de deudas" para las familias de bajos ingresos y la "matrícula cero" para las familias de ingresos medios. Pero no ha explicado como financiaría una matrícula cero ni la universidad publica gratuita.
Por ultimo, Joe Biden ha mostrado anteriormente su apoyo para la educación superior gratuita, pero hasta ahora el único detalle específico que su campaña ofreció sobre el tema fye mencionar que pretender mejorar el Programa de Servicio Público de Condonación de Préstamos, prometiendo que sería "arreglado" si el fuera presidente.
¿Soluciones o promesas en vano?
La noción de que cualquier estudiante, independientemente de sus antecedentes o finanzas familiares, pueda ser capaz de ir a la universidad es fundamental para los promesa estadounidense de oportunidad y meritocracia. El famoso "sueño americano" depende de la posibilidad de poder tener movilidad social a través de la educación y el trabajo.
Es obvio que los costos astronómicos de las universidades se han vuelto un gran obstáculo para el cumplimiento de este sueño. Si el ingreso promedio real del las familias de clase media estadounidense fue de USD 59.039 en el 2017, es imposible esperar que esta pueda pagarle 15 o 20 mil dólares a una universidad pública o 30 o 40 mil dólares a una universidad privada por 4 años para que su hija o hijo obtenga un título.
Es simple matemática entender que el problema de la deuda estudiantil de los Estados Unidos es un tema estructural, inherente del sistema educativo y no un problema de falta de recursos. En el país más rico del mundo, es difícil de creer que las personas de 18 años se tengan que endeudar hasta los codos para poder obtener una educación universitaria.
Las propuestas de Warren o Sanders de eliminar parte o la totalidad de la deuda estudiantil, aunque fiscalmente posibles, probablemente solo sirvan para posponer un problema más serio. No piensan en un futuro sin deuda, solo eliminan la deuda ya acumulada y esto trae sus propios problemas.
Aunque logren conseguir suficiente dinero imponiendo aranceles a la especulación de Wall Street o con mayores impuestos al 1% más rico -algo que parece muy difícil en la coyuntura política actual del país- para financiar completamente la educación universitaria pública, estas propuestas ignoran la mayor fuente de deuda estudiantil.
La deuda es mayormente acumulada por estudiantes de universidades privadas y específicamente por estudiantes de posgrados. Además, ¿qué pasaría con le gente, como Chistopher D'Antona, que ya han pagado sus deudas? ¿También serán condonadas las deudas posteriores?
De no ser así, esto podría generar una generación de graduados que se ganaron una lotería pero no cambiaría el problema estructural del sistema universitario estadounidense.
Las personas que ya habían pagado sus préstamos no obtendrían nada. Los que estarían por empezar la universidad privada tampoco. Esto sirve como un slogan político pero no como una solución permanente que dejaría con un mal gusto en la boca a aquellos que se esforzaron para poder pagar sus préstamos.
Mientra tanto, millones de estudiantes siguen en una situación complicada, que les prohíbe continuar con sus vidas. Tiffany Rodríguez cuenta que "hace más de un año que utilizo casi todas las ganancias de mi sueldo de moza para pagar mis préstamos."
Ella dice que le gustaría volver a la universidad para conseguir una maestría, para mejorar sus chances en el mercado laboral. Le gustaría que le condonen sus préstamos, pero sabe que volver a la universidad solo significaría endeudarse más. Por ahora, se enfoca en pagar lo que puede. "Solo pago lo mínimo, pero por lo menos no estoy acumulando más deuda."