Días después de la desaparición de Marlen, su padre, Arnulfo Ochoa, contrató a un detective privado. Sabía que su hija no se había marchado por voluntad propia, y temía que se cumplieran sus peores presagios.
Hoy, semanas después de aquella incertidumbre agónica, logró la paz insustancial que proporcionan las respuestas. Durante dos semanas interminables, le consumieron las dudas, y el horror al pensar dónde estaría Marlen. Ahora, sabe que su hija fue estrangulada por una mujer que quería arrancarle al bebé del vientre. Y ahora, su batalla no será para encontrar a su niña, sino para aprender a llevar su luto y apaciguar su inmenso dolor.
Arnulfo Ochoa pasa sus horas en el hospital Adventist Christ Medical Center, en Chicago, donde no se separa de su nieto, que está internado en estado crítico. Desconsolado, mira la imagen de ultrasonido que Marlen le envió del bebé, sólo tres días antes de desaparecer. Pulsa el play y escucha con lágrimas en los ojos el latido del pequeño.
"Los doctores dicen que no siente nada. Pero cuando le toco, reacciona. El bebé está mejorando. Él es el regalo que Marlen me dejó. Sé que me esperan tiempos difíciles, pero mi fe en Dios me ayudará a seguir adelante", dijo esperanzado Arnulfo Ochoa en una entrevista con Chicago Tribune, en el exterior del centro hospitalario.
El hijo de Marlen, Yovani Yadiel, dejó de respirar durante unos minutos cuando Clarisa Figueroa se lo arrancó del vientre a la joven embarazada el pasado 23 de abril. La falta de oxígeno le provocó una muerte cerebral, y aunque sobrevivió, permanece intubado y conectado a un ventilador. La familia asegura que no lo desconectará, y que su estado de salud mejora.
"Queremos que sepa que le amamos. Esa positividad le está ayudando. Él es un milagro de Dios", dijo el padre de Marlen.
Después de asesinar a la adolescente embarazada y arrebatarle al bebé que aún llevaba en el vientre, Clarisa Figueroa, 46 años, acudió al hospital Adventist Christ Medical Center. Se hizo pasar por la madre del niño durante dos semanas, a pesar de que tenía ligadas las trompas de falopio y que no mostraba ningún signo de haber pasado por un parto.
El personal sanitario, sin embargo, no alertó a las autoridades, aunque todos los indicios apuntaban a que ella no podía ser la madre del bebé. Una omisión que los familiares de Marlen no olvidan.
"Al hospital que lo investiguen. Ya se había reportado el caso del bebé, y había una persona tan mayor haciéndose pasar por madre, como si hubiera tenido un hijo, ¿por qué no se dieron cuenta?", pidió Arnulfo.
"Todos en nuestra familia sienten inmenso dolor", añadió la madre de la víctima, Raquel Uriostegui. "Creemos que el hospital cometió muchos errores. No hizo nada. No investigaron. No sé. Todo tiene que aclararse. Mi hija necesita justicia. Tenemos preguntas que aún no se han resuelto, pero Dios nos dará justicia. Mi hija la merece".
Marlen, una niña sonriente de Guerrero
En la mañana del miércoles llegaron a Chicago cinco parientes de Marlen para asistir al funeral. Entre ellos, estaba la abuela que la crió en San Luis de la Loma, en el estado mexicano de Guerrero, cuando sus padres se marcharon a EEUU para intentar construir un futuro mejor para sus hijos.
"La tuve desde que era un bebé", dijo Custodia Castro Rodríguez, abuela materna de Marlen. "La llevaba a todos lados. Le tomaba la mano y la llevaba conmigo a la tienda", recordó.
Al hablar de su nieta, Custodia Castro la describió como una niña alegre, que cantaba y bailaba siempre que escuchaba música. También le gustaba ir a la feria y a misa. Cuando sus padres encontraron trabajo y lograron asentarse en Chicago, quisieron llevar a la pequeña a EEUU. Marlen, sin embargo, se negaba a subir al avión.
"La tuve que convencer para subir al avión para ir a ver a su papi. Cuando la llevamos al aeropuerto, recuerdo ver su pequeña manita saludándonos. Esa fue la última vez que la vi en persona", contó la abuela.
Al llegar a Chicago, Marlen no reconocía a sus padres. Le costó un mes entender que aquellas personas eran su madre y su padre.
"Hablábamos por teléfono, pero no era lo mismo. Echo de menos a mi niña. A veces me pongo a mirar los álbumes de fotos", dijo Custodia Castro entristecida. "Mi corazón está destrozado por lo que le hicieron y por lo que tuvo que pasar. Tengo fe en que Dios hará que el bebé mejore. Es el último trocito de Marlen que nos queda".