Los padres de Kenneth temían que alguien lo hubiera secuestrado, y ofrecieron una recompensa de USD 5.000 (Video: especial)
El domingo a las 19:30 horas, Kenneth Neil Howard había salido a jugar al jardín de su casa en el condado de Magoffin, en Kentucky. Cuando su padre fue a buscarlo unos minutos después, el niño de dos años había desaparecido.
Durante más de una hora, los alarmados padres recorrieron los alrededores de la casa y el frondoso bosque que rodea el inmueble. Gritaron su nombre e intentaron encontrar su rastro, sin éxito. Temiendo que lo hubieran secuestrado, la pareja alertó a la policía.
Se inició entonces un operativo que cubrió un radio de 800 metros desde la casa de Kenneth. Cuadrillas de agentes, bomberos y voluntarios, caballos, drones, sabuesos, vehículos todo terreno y helicópteros registraron el área durante tres días, metro a metro. El paradero del niño era un misterio.
"Me moría de frío y estaba empapado, y cada vez que pensaba que estaba helado, me venía a la cabeza la imagen del bebé y me venían las lágrimas a los ojos. No quería darme por vencido", dijo el jefe del Departamento de Bomberos del Sur de Magoffin, Brent Handshoe, a WYMT.
Dada la edad de Kenneth, no parecía probable que hubiera recorrido una gran distancia. A pesar de ello, el equipo de rescate decidió aumentar el radio de búsqueda a un kilómetro y medio desde el punto de partida, la casa familiar.
"Solo quiero que vuelva a casa sano y salvo", dijo entre lágrimas el padre, Elden Howard, en una entrevista con WYMT. "No puedo comer, no puedo dormir", añadió tras ofrecer una recompensa de USD 5.000 a quien les diera alguna información que ayudara a encontrara Kenneth.
En la tarde del miércoles, una división del Departamento de Bomberos de Prestonsburg se detuvo unos minutos para reorganizarse, después de intensas horas de búsqueda, contó el jefe de la unidad, Michael Brown, en una entrevista con Good Morning America.
Fue entonces cuando uno de los bomberos escuchó un ruido. Todos callaron y se dieron cuenta de que a lo lejos se oía el llanto de un bebé.
"Nos quedamos todos callados y empezamos a llamar al niño por su nombre, y esporádicamente, de a ratos, él nos regalaba un llanto y nosotros intentábamos descubrir de dónde provenía", contó el jefe de bomberos de Prestonsburg, Michael Brown.
"Le escuchamos tres o cuatro veces más, nos dividimos y dos miembros del equipo subieron la colina y lo encontraron. Estaba sentado en la parte superior de un pequeño llano", añadió.
Kenneth Neil estaba solo a 500 metros de su casa, cerca de unas viejas minas. A sus dos años, había resistido tres días solo a la intemperie. Cuando lo encontraron estaba deshidratado, y se desconoce cómo sobrevivió al frío y al hambre.
Cuando las autoridades se comunicaron con el padre del pequeño, este no podía creerlo, no quería alimentar falsas esperanzas. Les pidió que le mandaran una fotografía del niño que habían encontrado.
"¡Ese es mi chico!" comprobó emocionado. "Fue lo mejor que me ha ocurrido en la vida", contó después.
El pequeño fue trasladado al Hospital Cabell Huntington, en el oeste de Virginia, donde se recupera de la deshidratación. Un médico que lo atendió reveló que había comido galletas con forma de animales y había bebido un jugo de manzana. Su estado, dijo, es estable y su vida no corre peligro.