El tortuoso caso de "la casa horror" de los Turpin tomó nuevos matices tan pronto dos de los 13 hijos abusados subieron al estrado de la corte del Sur de California. Por primera vez desde que fueron rescatadas las víctimas, hablaron de lo que sufrieron con sus padres, pero no ocultaron su agradecimiento hacia ellos.
Durante la audiencia en la que condenaron a cadena perpetua a David y Louise Turpin por haber torturado y mantenido a sus hijos en cautiverio por años, dos de ellos hablaron por primera vez en público del abuso sufrido. Sus padres lloraron al escuchar esos testimonios e increíblemente, los hijos también expresaron agradecimiento, amor por ellos y esperanza.
La Fiscalía llevó a dos de los hermanos Turpin a la audiencia final de un mediático proceso judicial que concluyó con una sentencia de 25 años a cadena perpetua para cada uno de los acusados.
"Mis padres me quitaron la vida entera, pero ahora la estoy recuperando", expresó una de las hijas mayores, al tiempo que David y Louise Turpin, lloraron sin cesar durante el mensaje.
Otra víctima envió una carta que se leyó en el tribunal, por lo que los tres hijos expresaron algo en común y estremecedor: que aman a sus padres a pesar del daño causado y que ya los perdonaron, pues los han hecho "fuertes", de acuerdo con información de la cadena Univisión.
"Ahora estoy en la universidad y vivo de manera independiente. Creo que todo sucede por una razón, la vida pudo haber sido mala, pero me hizo fuerte. Luché para convertirme en la persona que soy. Vi a mi padre cambiar a mi madre. Casi me cambiaron", expresó la hija en un breve testimonio que interrumpió un par de veces por el llanto. "Soy una guerrera, soy fuerte y estoy saliendo adelante en la vida como si fuera un cohete".
Uno de los hermanos que también ya un estudiante universitario, relató que hasta junio pasado aprendió a montar en bicicleta y que también le han enseñado a cocinar y alimentarse bien ahora en su libertad.
"Amo mucho a mis dos padres. Aunque ellos no nos criaron de la mejor manera me alegra que lo hayan hecho porque me hizo la persona que soy ahora. Les agradezco por enseñarme sobre Dios y la fe", afirmó.
Este caso se descubrió cuando Jordan, uno de los hermanos de entonces de 17 años, escapó de su casa por una ventana y llamó al 911 para denunciar lo que sucedía. Cuando la policía llegó a esta vivienda en Perris, California, encontraron a varios de sus hermanos encadenados a las bases de sus camas y a otros esposados.
Sus padres los hacían dormir durante el día y estar despiertos en la noche, además de que les obligaban a memorizar pasajes de la Biblia. Cuando fueron rescatados los hijos de esta extraña familia tenían entre 2 y 29 años.
"No puedo describir con palabras lo que vivimos al crecer. Todavía tengo pesadillas de lo que sucedió, incluyendo a mis hermanos encadenados. Pero eso es el pasado y esto es ahora. Amo a mis padres y les he perdonado muchas de las cosas que nos hicieron", continuó.
Un tercer hermano no se presentó en el tribunal, pero envió una larga declaración que se leyó frente a los Turpin en la corte.
"Quiero que la corte sepa que nuestros padres se amaron y amaron a cada uno de sus hijos. La gente en Texas -donde vivieron por años antes de mudarse a California-, incluso amigos, creían que nuestros padres tenían muchos hijos. Nuestros padres no estaban de acuerdo. Ellos creían que Dios los bendijo con todos sus hijos", escribió.
Según su testimonio, la madre se afligía cuando tenía que reprenderlos. En una audiencia judicial en junio, los fiscales alegaron que los hermanos contaron que cuando vivían en Texas su padre aplicaba castigos físicos que iban en aumento, incluyendo ponerlos dentro de jaulas de animales, pero al mudarse a California, la disciplina estuvo sobre todo a cargo de la madre.
"Recuerdo a mi madre sentada en su silla reclinable llorando, diciendo que no sabía qué hacer. Ella no quería usar cadenas, pero temía que sus hijos tomaran mucha azúcar o cafeína", explicó.
Otros cuatro hijos escribieron cartas, pero pidieron que sus padres las leyeran en privado y después se las devolvieran a los fiscales. No quieren que sus verdugos las conserven en sus celdas.