La expectativa de vida en los Estados Unidos cayó, por segunda vez consecutiva, a 78,6 años en promedio, al punto que es "la más baja entre los países desarrollados de altos ingresos", según un estudio que analizó las cifras oficiales del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). El descenso devuelve al país a los niveles que tenía en la Segunda Guerra Mundial, es decir cuatro meses menos.
"Los estadounidenses evolucionan mal en un amplio espectro de edades, problemas de salud y causas de muerte en comparación", agregó el trabajo publicado en BMJ, que comparó la vida en 18 naciones ricas. Las causas principales son dos: la crisis de los opioides y el suicidio. Y ambas están interrelacionadas.
"Las sobredosis de drogas han mostrado un aumento exponencial desde finales de la década de 1970 y comienzos de la de 1980″, analizó para The Harvard Gazette R. Kathryn McHugh, psicóloga del Hospital McLean y profesora de la Escuela de Medicina de Harvard. "Con un aumento tremendo alrededor de 2013". Es el momento en que la crisis de salud pública que comenzó con medicamentos contra el dolor como oxicodona o hidrocodona se reveló fuera de control.
Desde 1993 no había tendencia a la baja en la expectativa de vida, que en 2014 (cifras de 2015) era de 78,9 años y en 2015 (cifras de 2016) de 78,7. En comparación, los promedios son de de 84,1 años en Japón y 83,7 en Suiza, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que ubica a los Estados Unidos, a pesar de ser la mayor potencia mundial, en el puesto 29.
"Es realmente la primera vez que vemos este descenso consecutivo", dijo HealthDay News Renée Gindi, titular de la Rama de Estudios Analíticos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS), parte del CDC. Aunque la enfermedad hepática, la gripe, la neumonía y la diabetes también influyen, la crisis de los opiáceos es el factor fundamental.
La tasa de muerte por sobredosis en los Estados Unidos aumentó un 72% entre 2006 y 2016, cuando se ubicó en cinco veces más que el porcentaje de 1999. Entre 2015 y 2017 el grupo más afectado por el aumento de sobredosis fue el de los adultos de entre 25 y 54 años, al punto que para los los menores de 55 la causa principal de muerte, antes que la enfermedad cardíaca, es la sobredosis. Actualmente es 19,8 personas de cada 100.000 mueren por esa causa.
Desde 2000, la epidemia que trascendió los productos farmacéuticos, revitalizó el consumo de heroína y popularizó drogas en extremo inmanejables como el fentanilo ha cobrado más de 300.000 vidas, de las cuales más de 72.000 se perdieron en 2017. Eso marcó que en 2017 las muertes por opioides sintéticos aumentaran un 45% en comparación con 2016. El promedio general de los últimos años ha sido de 115 muertes diarias.
"Las muertes por sobredosis superan las muertes por VIH, accidentes automovilísticos o violencia armada en cada uno de sus puntos más altos", comparó The New York Times. Los datos del CDC "también muestran que el incremento de muertes se corresponde fuertemente con el uso de opioides sintéticos como el fentanilo". Los analistas que consultó el periódico observaron que hay tres factores importantes a interpretar en relación a esto: se recetan menos opioides pero sube el consumo ilegal; cada vez más estadounidenses usaron opioides y las drogas tienen mayor capacidad letal, con lo cual es un pequeño error del consumidor conlleva la muerte.
Originalmente los opioides fueron medicamentos recetados para el tratamiento del dolor agudo (tras una cirugía o un accidente) o crónico. Como son muy adictivos, una enorme cantidad de pacientes quedó enganchada, y cuando comenzaron las restricciones al recetado buscó en la calle sustitutos. Así se creó un mercado negro de estas pastillas, pero también aumentó el consumo de heroína y se impuso el fentanilo, hasta 100 veces más potente.
El CDC también documentó que el aumento del 3,7% en la tasa de suicidios impactó en la caída de la expectativa de vida. Pero McHugh explicó a The Harvard Gazette que "se ha creado una falsa dicotomía entre la sobredosis accidental y el suicidio", dado el modo en que los opiáceos funcionan en el cerebro humano.
"En realidad hay unos cuantos matices de gris entre una cosa y otra", siguió. "Por ejemplo, en lo que podríamos categorizar como sobredosis accidental, podría haber un importante deseo de muerte, o incluso ambivalencia: 'No me importa si vivo o muero' o 'Sé que podría morir, pero quiero un poco de alivio'. Tanto el suicidio como la sobredosis son excepcionalmente comunes en las personas que sufren trastornos de consumo de opioides".
De cada 10 personas muertas por sobredosis, 8 eran blancas, 1 afroamericana y 1 latina, detallan las estadísticas de Henry Kaiser Foundation (KFF). Según el Times, "la epidemia estaba concentrada en poblaciones blancas y rurales, pero el costo de vidas se está volviendo más general". En efecto, si el porcentaje de blancos muertos comenzó en 83%, actualmente está por debajo del 78%, mientras que se incrementan las sobredosis en la comunidad negra.
El titular de Salud Pública, Jerome Adams, advirtió hace un año que los adolescentes afroamericanos tenían más probabilidades de consumir opioides que sus pares blancos. En West Virginia, que en 2015 tenía 36,2 muertes por sobredosis de opioides cada 100.000 personas blancas, se registró dos años después una tasa de 55,5 muertes por sobredosis de opioides cada 100.000 personas negras.
Otro grupo muy afectado por la crisis de los opioides son los nativos americanos. Según un estudio del CDC, en este segmento étnico las muertes en las que estuvo involucrado un opiáceo aumentaron más del 500% entre 1999 y 2015, mientras que en la población en general esa cifra se ubicó en el 200% en ese periodo.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: