La vida de Anthony Avalos podría haber sido como la de cualquier otro niño de diez años: ir a la escuela, jugar y divertirse, pero en lugar de eso enfrentaba día con día maltratos físicos. Su madre lo obligaba a pelear con sus hermanos, mientras ella observaba la escena. El niño murió el pasado junio y en todo su cuerpo se encontraron heridas y quemaduras de cigarro.
La gente a su alrededor sabía que las cosas no marchaban bien en la casa de Lancaster, California que Helen Barron, madre de Anthony, habitaba junto a sus otros seis hijos y su novio, Kareem Leiva.
El Departamento de Servicios a Niños y Familias del condado de Los Ángeles (DFCS, por sus siglas en inglés) había asignado en un periodo de tres años y medio a 12 trabajadoras sociales para atender reportes sobre maltrato.
Según información de documentos del gran jurado -que se publicó en varios medios de comunicación de Estados Unidos como "Los Angeles Daily News" y la revista "People"- los trabajadores sociales no encontraron señales de que Anthony sufriera abuso, pese a las llamadas de alerta que se recibieron de gente que convivió con el niño, incluido su tío. En los 18 meses previos a la muerte del pequeño, su familia ni siquiera estaba siendo monitoreada.
El 20 de junio de 2018, Anthony fue encontrado inconsciente en su casa y un día después falleció. De inmediato fueron señalados como sospechosos su madre y su novio, quienes fueron arrestados ese mismo mes. Se les fijó una fianza de dos millones de dólares y permanecen encarcelados.
Al inicio de la investigación se manejó la teoría de que Anthony había sido torturado por ellos por haberse declarado gay, aunque hasta ahora no hay una explicación a lo ocurrido.
Lo que sí se ha revelado, gracias a los documentos del gran jurado, es el testimonio de un par de hermanos del pequeño.
Su hermano de siete años y su hermana de ocho años detallaron que la madre los obligaba a pelear unos contra otros mientras ella observaba la escena como si fuera un entretenimiento.
Dijeron también que los obligaban a hincarse sobre granos de arroz y Leiva los empujaba hasta hacerlos sangrar. Después eran obligados a limpiar todo.
Se les privaba de comida y si alguno era sorprendido buscando en el refrigerador se les castigaba. Tampoco se les permitía salir de su habitación por las noches para ir al sanitario y si llegaban a hacer sus necesidades, Leiva los tiraba al suelo y ponía su cara sobre la orina.
De acuerdo con las autoridades, en los días previos a su muerte, Anthony sufrió una serie de castigos que incluían el arrojarle salsa caliente sobre la cara, golpearlo con un cinturón, ser elevado para luego dejarlo caer sobre su cabeza.
Brian Claypool, abogado de la familia Avalos, declaró: "Sabemos que Anthony tiene hoy en el cielo una pequeña sonrisa".
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