Chris Watts no pudo mirar a los ojos a Sandra Onorati y Frank Rzucek. Le resultó imposible. Algo de vergüenza aún quedaba en su humanidad, aunque era el "monstruo del Denver" del que todos hablaban. Watts asesinó a Shannan, su esposa embarazada, y a sus hijas Celeste y Bella, de 4 y 3 años. La mujer de 34 años era la hija del matrimonio Rzucek.
Ayer, Watts se declaró culpable. La noticia recorrió los Estados Unidos, que hizo una pausa en sus elecciones de medio término para conocer las novedades de este caso que conmovió al país. Fue su temor a ser condenado a muerte lo que lo decidió a aceptar la responsabilidad del crimen de su familia.
Pero no fue una medida que tomó a partir de la magnanimidad del estado de Colorado. La piedad llegó de la mano -nada menos- que de los padres de Shannan. Horas antes de iniciarse la audiencia que podría definir el destino del acusado o el comienzo de un largo juicio, Sandra y Frank decidieron que no querían estar en la posición de "tomar la vida" de Watts.
El planteo fue hecho por la propia Sandra al fiscal del distrito, Michael Rourke. "Sandy lo dijo de forma muy, muy conmovedora para mí. Dijo: 'Él tomó la decisión de tomar esas vidas. No quiero estar en una posición de tomar la decisión de tomar la suya'. Y eso es lo más firme que pudo haberme dicho y fue muy convincente para todos nosotros, ya que estábamos hablando sobre cómo proceder en este caso".
Fue entonces una decisión de la familia de Shannan darle la oportunidad a Watts de admitir el crimen y evitar un proceso que inexorablemente lo depositaría en el corredor de la muerte. En una reunión de la que participaron por un lado los padres y el hermano de la joven vendedora de productos nutricionales y el equipo de abogados de Watts, se aceptó la oferta hecha por los Rzucek.
"El monstruo de Denver" será sentenciado a reclusión perpetua el próximo 19 de noviembre. Aceptó la autoría de los nueve cargos que se le leyeron en la corte ayer martes: homicidios en primer grado, interrupción de un embarazo y manipulación de cuerpos humanos sin vida, de acuerdo con el diario inglés The Sun.
"Nadie ganó aquí. No hay razón para celebrar. Perdimos cuatro vidas hermosas. No importa lo que ocurrió aquí o la sentencia, no podremos tener esas vidas de vuelta", dijo Rourke a los medios al dar a conocer la noticia.
Los padres de Shannan, visiblemente conmovidos, prefirieron no emitir ninguna palabra durante la dolorosa audiencia en la cual no cruzaron mirada con el homicida de su hija y de sus dos adorables y amadas nietas. Tampoco se detuvieron ante la prensa para hacer alguna declaración.
Luego de la sentencia, el hermano de Shannan, Frankie, hizo un breve pedido a sus amigos, familiares y desconocidos. No quería que nadie lo etiquetara en fotografías de quien fuera su cuñado. "Aprecio todo y a todos los que están aquí por mi familia y por mí. Lo único que pido es que no compartan ni me etiqueten en nada que tenga esa cara malvada. Gracias. He visto suficiente", instó.
El múltiple asesinato
Cerca de las dos de la madrugada del pasado lunes 13 de agosto Shannan Watts regresó a su casa luego de un viaje de trabajo. Estaba cansada. Allí la dejó su amiga Nickole Utoft, con quien debían verse el día siguiente. Esa fue la última noche que Shannan fue vista con vida.
Tal como estaba previsto, Nickole llamó a Shannan al día siguiente para verse. Pero ella nunca atendió el teléfono, lo que llamó la atención de su compañera. Preocupada, decidió comunicarse con la Policía. Al llegar a la vivienda ubicada en Denver, Colorado, las autoridades advirtieron que las pertenencias de Shannan estaban allí: su teléfono celular, sus llaves y su cartera.
Pero la preocupación no solo radicaba en el paradero de Shannan, quien estaba embarazada de 15 semanas. Sus hijas, Celeste y Bella, de 3 y 4 años, respectivamente, también se encontraban desaparecidas. El caso rápidamente conmovió a la sociedad de Denver y se hizo público.
Ante esta situación, Watts se presentó ante los medios locales, desesperado, para denunciar la desaparición de su esposa y sus hijas. “Espero que ella esté a salvo en algún lugar con las niñas (…) Shannan, Bella, Celeste, si están por ahí, vuelvan. Si alguien las tiene, devuélvanlas”, manifestó el hombre de 33 años, mirando fijo a cámara. Pero todo fue un engaño.
Horas después, el "monstruo de Denver" confesaría que había asesinado a su esposa. Los cadáveres de las pequeñas fueron encontrados sumergidos en tanques de petróleo de la compañía Anadarko, donde Watts trabajaba meses atrás. El cuerpo de Shannan, en tanto, fue hallado cerca de allí, en una tumba poco profunda.
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