La Florida era decisiva en dos contiendas: una banca del Senado, que los demócratas debían retener si querían aspirar a ganar la cámara, y la gobernación. Los resultados confirmaron al estado como uno de los más volubles del país. Con cifras en extremo ajustadas Rick Scott, el gobernador saliente, le quitó a los demócratas el escaño de Bill Nelson, mientras que Ron DeSantis, candidato republicano a reemplazarlo, superó a Andrew Gillum.
Tras reconocer su derrota en una llamada a DeSantis, el demócrata alcalde de Tallahassee, capital del estado, dijo: "No podríamos estar más orgullosos del modo en que competimos. Reconocemos que no ganamos esta noche". Declaró ante una multitud que fue a apoyarlo bajo la lluvia: "A todos les digo: quiero alentarlos para que no se rindan. No hay que abandonar la lucha" Él mismo, aseguró, seguirá "en el frente".
Con el 98% de los votos contados a las 10 de la noche (hora del este), Scott obtuvo el 50,4% de los votos para representar a la Florida en el Senado contra el 49,6% de Nelson. Y DeSantis consiguió el 49,9% de los votos para la gobernación contra el 48,9% de Gillum, quien, de haber ganado, hubiera sido el primer gobernador afroamericano del estado. Aunque los condados de la costa atlántica —como Miami Dade, Broward y Palm Beach— los prefieren, desde 1998 los demócratas no han logrado ganar la gobernación de la Florida.
Scott habló en Fort Myers hacia la medianoche, cuando su ventaja sobre Nelson era de 0,72%, y reconoció que la pelea era tan ajustada que no podía aceptar todavía el apelativo que le cantaban sus seguidores, "Senador Scott". Por su parte, Nelson se negó a aceptar la derrota por irregularidades en el recuento del sur de la Florida, según dijo su campaña.
La demócrata Donna Shalala, quien competía por asumir en la Cámara de Representantes el lugar que deja la republicana Ileana Ros-Lehtinen, les dio esa satisfacción a los demócratas: obtuvo el 51,7% de los votos contra el 45,9% de María Elvira Salazar.
DeSantis y Gillum representan polos opuestos; el republicano, que contó con el apoyo del presidente Donald Trump, parecía quedar atrás del demócrata en el último tramo de la campaña. De modo similar, Nelson parecía adelantar a Scott, quien gastó USD 40 millones más que él en la campaña e hizo una gobernación popular.
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