En los Estados Unidos los padres están angustiados y las autoridades sanitarias, desconcertadas por los brotes de una enfermedad con síntomas similares a la polio. Desde hace cuatro años han aumentado de manera llamativa los casos de mielitis fláccida aguda (MFA) en los niños. En 2018, además de los 62 confirmados hay otros 93 posibles que se estudian. Distintos virus podrían causar el mal, pero no se ha logrado una identificación. El brote, que se extiende por 34 estados, afectó ya a 386 menores de 18 años, con un promedio de edad de cuatro.
La primera alarma sonó en 2014, cuando comenzaba el otoño boreal, en el Hospital de Niños de Colorado. El pediatra Kevin Messacar comenzó a ver una ola de niños con una parálisis inexplicable. Todos ellos compartían la misma historia: un día presentaron un resfrío y al siguiente no podían mover un brazo o una pierna. En algunos casos la parálisis requirió respiradores artificiales y sondas de alimentación porque los pequeños no podían respirar o tragar.
En un mundo donde la polio ha sido prácticamente erradicada, los síntomas que Messacar observó eran sumamente similares. Pero ninguno de los pacientes dio positivo en un examen del virus de la polio, para el que existe la vacuna Sabin.
Aquel año 120 personas sufrieron la enfermedad. Pero en 2015 hubo muy pocos casos, que volvieron a poner a la MFA en su estadística habitual de un enfermo por cada millón de niños. "No sabíamos si se habría terminado", dijo Messacar a The Atlantic. "Lamentablemente, regresó".
En 2016 hubo 149 casos. En 2017, muy pocos. En 2018 volvió a aumentar la incidencia, como si las olas se manifestaran como bi-anuales. "Los padres informaron que sus niños se habían caído mientras corrían, como marionetas, o se habían acostado con fiebre y despertado paralizados del cuello hasta los pies".
De los casi 400 niños afectados, muchos de los cuales sufrirán parálisis o discapacidad el resto de sus vidas, hubo sólo dos casos de recuperación completa. También hubo un muerto.
MFA es una nueva sigla, pero el síndrome es conocido. El problema principal es que, como advirtió en su sitio el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), podría tener distintos orígenes: el virus del Nilo occidental, el de la polio, incluso toxinas ambientales. "Es una afección grave y todavía no sabemos qué causa que las personas contraigan esta afección ni cómo protegerlas para que no la contraigan", enfatizó el organismo de salud pública estadounidense.
Tampoco se sabe por qué hubo brotes en 2014, 2016 y 2018. Ni cómo evitar el probable de 2020.
"En esta era parecería que los científicos podrían fácilmente tomar muestras de tejidos, hacer la secuencia de los genes en ellos y señalar un culpable microbial probable. Pero eso no ha pasado: hasta ahora, ningún germen se ha repetido en todos los casos", publicó The Atlantic.
Además es sumamente riesgoso tomar muestras del tejido afectado: los nervios del cerebro y la médula. Los médicos han analizado muestras de líquido espinal, pero no hay garantías que lo que cause la enfermedad resida allí además de fijarse en los tejidos.
Por el momento las pruebas apuntan a un enterovirus, el EV-D68, descubierto en 1962 en California. Es un microorganismo infrecuente pero sin características excepcionales. En 2014 causó una enorme ola de enfermedades respiratorias en los Estados Unidos. "Aquel año nuestro hospital estuvo agitadísimo", recordó Messacar. Y cuando los niños paralizados comenzaron a aparecer en la sala de emergencias, los pediatras vincularon una situación con la otra.
Messacar notó que tanto en 2016 como 2018 el EV-D68 fue el virus que apareció con más frecuencia entre las personas con MFA. Pero no en todas y, hasta ahora, sólo se manifestó en el líquido espinal de un niño. "Me siento frustrada porque, a pesar de todos nuestros esfuerzos, no hemos podido identificar la causa de esta misteriosa enfermedad", dijo Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional de Vacunas y Enfermedades Respiratorias del CDC.
La investigadora Alison Hixon, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado, comprobó que el EV-D68 de 2014 causó parálisis en los ratones infectados, al terminar con las neuronas de la médula que controlan los movimientos. Aunque es un fuerte indicador, el estudio se realizó en ratones y no se pueden extrapolar los resultados.
También se ha asociado a la MFA con otro enterovirus, el EV-71, endémico en el este de Asia, donde rara vez causa una enfermedad similar a la polio. Se parece también porque opera en ciclos bianuales. Entre los pacientes de 2018 en Colorado, Messacar encontró 11 niños con este microorganismo.
Pero aun si alguno de estos enterovirus causaran esta enfermedad, queda por explicar por qué en 2014 se dio el comienzo de los brotes. "Es posible que el virus haya cambiado", especuló la publicación, sobre el EV-D68. "En un experimento, las cepas de 1962 no paralizaron a los ratones del mismo modo que las de 2014".
A falta de tratamiento, todos los niños afectados reciben de inmediato terapia física; algunos requieren además infusiones de anticuerpos para reducir la inflamación. Tampoco hay una manera específica de prevenir la infección. El consejo del CDC es genérico: estar al día con las vacunas, lavarse las manos, evitar las picaduras de mosquitos.
Messacar opinó que, aunque no es como la polio en la década de 1950, que causaba decenas de miles de casos por año, la MFA debe ser tomada en serio. "No quiero restarle importancia por tratarse de una enfermedad rara, por las consecuencias de largo plazo que presenta. Ascendió en la lista de prioridades de salud pública", dijo al medio.
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