Por primera vez en la historia una pareja de lesbianas tuvo un hijo que estuvo en el vientre de ambas.
Bliss y Ashleigh Coulter, de Mountain Springs, en el norte de Texas, fueron sometidas a un tratamiento, Effortless Reciprocal IVF (fertilización in vitro recíproca sin esfuerzo, conocido en el mundo por las siglas IVC o INVO), que se ha empleado desde 1987, con éxito, en parejas heterosexuales.
Un óvulo de Bliss, quien tiene 36 años, fue fecundado en laboratorio con esperma de un donante anónimo y luego implantado en su útero dentro de un dispositivo plástico sellado. Durante cinco días, esta técnica de cultivo intravaginal permitió la incubación.
A continuación el embrión fue retirado del cuerpo de Bliss e implantado en el útero de Ashleigh, de 28 años, quien lo tuvo durante los nueve meses de embarazo.
Y en junio pasado nació Stetson, que vino al mundo con ocho libras y cuatro onzas.
En el procedimiento habitual de IVF, el óvulo fecundado se deposita en una incubadora. En este caso se guarda en un dispositivo semejante a una tapa de botella de champán, igual al que se usa en el laboratorio, pero aquí se coloca en el útero, que cumple funciones semejantes a la incubadora.
"Como los embriones no tienen riñones ni hígado ni pulmones, esas funciones las cumplen aparatos electromecánicos de la incubadora para eliminar toxinas y mantener al embrión en un ambiente de desarrollo", explicó al diario USA Today la doctora Kathy Doody.
No es sorprendente, agregó, que el cuerpo humano sea la incubadora perfecta. Y en este caso, al primer intento resultó.
"Tenemos hígado, pulmones, riñones, así que podemos proveer esos servicios al embrión de una forma natural", explica. "Parecía imposible, pero ocurrió".
La pareja tiene otros dos embriones congelados de Bliss que podrían usar cuando decidan que Stetson tenga hermanitos. O pueden también hacer lo mismo con un embrión de Ashleigh para que sus genes estén en la descendencia, porque con su primer hijo han sido sólo los de Bliss.
Después de ellas dos, hubo otra pareja de Texas que quiso someterse al mismo procedimiento, y tuvieron su bebé en septiembre. Hasta el momento no han revelado su identidad.
A diferencia de los procedimientos de fertilización in vitro tradicionales, que les cuestan a las parejas alrededor de USD 15.000, este cuesta USD 8.500; algunos médicos, sin embargo, objetan que el cultivo intravaginal es más precario que la fertilización asistida en un laboratorio de alta tecnología, y que por eso implica más riesgos.
Así funciona la técnica del desarrollo de embriones en el propio cuerpo (INVO):