El inicio del juicio contra el legendario narco mexicano Joaquín Guzmán Loera, más conocido como "El Chapo", promete convertir a Nueva York en el decorado otoñal de un hecho histórico a partir del 5 de noviembre. Esa fecha, en la que se avanzará a puertas cerradas con las selección del jurado, marcará el punto de partida de un proceso prácticamente blindado, que se prepara en el mayor secreto y que movilizará a un pequeño ejército de policías por las calles de Brooklyn y Manhattan.
Si todo sale según lo previsto, el fallo debería conocerse unos cuatro meses más tarde. Es decir, poco más de dos años después de la extradición del Chapo a Estados Unidos, donde se lo acusa de haber cometido 11 delitos. Entre ellos, el de haber traficado desde México decenas de toneladas de cocaína y heroína a lo largo de dos décadas como máximo responsable del cártel de Sinaloa, haber conspirado para cometer numerosos asesinatos y haber lavado cifras multimillonarias de dinero del narcotráfico.
Guzmán Loera podría ser condenado a cadena perpetua en una cárcel de Estados Unidos, pero en ningún caso recibirá una sentencia de muerte, algo que fue acordado con las autoridades mexicanas antes de su extradición. Sus abogados, Eduardo Balarezo y Jeffrey Lichtman, este últmo famoso por haber defendido con éxito al capo mafioso John Gotti Jr., se quejan de que a su cliente se lo trata a "como si fuese culpable antes de que se haya presentado la más mínima prueba en su contra".
Balarezo argumentó que 6 de los 17 cargos que enfrentaba el Chapo fueron desestimados esta semana por los fiscales "porque no tienen pruebas" en su contra. Añadió desafiante que el jefe narco "está listo para defenderse". Según la fiscalía, los cargos fueron eliminados para agilizar el proceso. Infobae intentó comunicarse con el letrado en Nueva York, pero no obtuvo respuesta.
De cara al inicio del juicio, en los tribunales de Brooklyn ultiman detalles a ritmo frenético. Mientras dure el proceso, gran parte de la atención va a estar puesta en la seguridad y ningún preparativo parece suficiente. Mucho menos considerando que el Chapo es un experto en fugas con un historial sanguinario a sus espaldas y que los tentáculos de su organización trascienden largamente las fronteras de México. Ese será el desafío mayor.
Por ejemplo, no se divulgaron los planes de encierro del capo narco mientras dure el juicio, porque hacerlos públicos es riesgoso. Una posibilidad que se baraja es mudarlo de su actual lugar de reclusión, en una celda aislada dentro de una prisión de máxima seguridad en Manhattan, a algún punto en Brooklyn, más cerca de los tribunles. Se buscaría evitar una posible fuga y, también, el trastorno que significa cortar el Puente de Brooklyn en horario pico cada vez que el Chapo es llevado al otro lado del río Hudson en medio de medidas de seguridad dignas de un jefe de Estado.
Tampoco se dieron a conocer detalles sobre la identidad de los testigos, que es mantenida bajo siete llaves por la fiscalía para preservar su seguridad. Algunos cumplen penas en prisiones norteamericanas y otros fueron ingresados al programa de protección de testigos y viven con nuevas identidades en lugares no revelados. El cártel de Sinaloa podría muy fácilmente buscar venganza. No faltan antecedentes: le ocurrió al juez mexicano que intervino en la extradición del Chapo a Estados Unidos, Vicente Bermúdez Zacarías. Salió a trotar una mañana y recibió un disparo de bala en la cabeza.
Además, de acuerdo con las reglas que fijó el tribunal, no se sabrá quiénes serán los integrantes del jurado, también protegidos por orden judicial. Su presencia en la corte será anónima. Llegarán escoltados al tribunal y sus traslados se harán en buses blindados. Incluso el acceso de la prensa a la sala del juicio será muy acotado. Algunos medios, incluido el New York Times, le expresaron sus reservas al juez Brian Cogan, a cargo del proceso.
Entre los testigos se especula que habrá ex aliados, subordinados y rivales del capo narco. Algunos de ellos tan peligrosos como el propio Guzmán Loera. Según los medios locales, los registros públicos de la Corte Federal del distrito de Brooklyn sugieren algunos nombres, traficantes grandes y pequeños que integraron la organización criminal y luego aceptaron cooperar con los investigadores.
Es el caso de los mellizos Pedro y Margarito Flores, dos prominentes dealers de Chicago que podrían ser citados a declarar. Durante varios años distribuyeron la droga del Cártel de Sinaloa en su territorio y luego, en 2008, accedieron a colaborar con la policía norteamericana. De manera encubierta grabaron una charla con el Chapo en un hotel de México y aportaron información útil sobre las actividades del jefe narco. Su padre fue asesinado pocos meses después, muy posiblemente en un acto de venganza.
Otro que es mencionado como posible testigo en el juicio es Vicente Zambada Niebla, hijo de Ismael Zambada García, ex mano derecha de Guzmán Loera. Arrestado en 2009 y también él extraditado a Estados Unidos, se declaró culpable de haber traficado toneladas de droga desde México y aceptó colaborar con los investigadores norteamericanos. El jurado querrá escuchar su testimonio.
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