Vive casi en el anonimato, bajo un nombre que no rememora el siniestro pasado de su tío abuelo. En apariencia, nada lo une con Adolf Hitler. Él –ni su padre, ni sus hermanos– tampoco quiere que así sea. Sin embargo, Alexander Stuart-Houston, de 68 años, fue hallado por un equipo del diario alemán Bild en una pequeña ciudad llamada Patchogue, en Long Island.
Es el mayor de los descendientes del genocida nazi. Cuando nació, sus padres eligieron como segundo nombre, el de Adolf. Hoy no figura en sus documentos. Su padre, el sobrino del dictador, era William Patrick Hitler. A su vez, hijo de Alois Hitler, medio hermano del Führer.
William nació en Liverpool en 1911, fruto del amor entre Alois y Brigid Dowling, una joven irlandesa. Con ella se conocieron mientras ambos trabajaban en una cantina en Dublín.
Hacia los años 30, Willy -como se conocía al sobrino del genocida- decidió emprender una aventura a nuevas tierras. Abandonó su ciudad natal, su familia y se mudó a Alemania para conseguir trabajo. Se inscribió en el Partido Nacional Socialista y de inmediato logró empleo en un banco en Berlín.
Pero, al parecer, nunca fue feliz allí. Y su tío jamás lo ayudó a conseguir algo mejor. William lo dejó escrito en un diario que fue hallado mucho tiempo después en la vivienda a la que fueron a vivir en Long Island, Nueva York. Allí se casaría con Phyllis, hasta que el destino le preparó una ironía.
Una vez que arribó a los Estados Unidos, el sobrino de Hitler se enroló en la Marina y fue a combatir en la Segunda Guerra Mundial contra los alemanes y contra el ejército que su propia sangre estaba conduciendo al fracaso total.
Al terminar la guerra, William regresó a Patchogue, convirtiéndose en casi un fantasma. A partir de 1946 se dedicó a dos cosas: a formar una familia con su esposa, a educar a sus hijos y a borrar el apellido Hitler de su vida. A partir de entonces serían Stuart-Houston.
En total tuvieron cuatro hijos, Alexander, Brian, Louis y Howard, quien murió en un accidente automovilístico en 1989, cuando tenía 32 años. El primero fue el único que decidió hablar brevemente con la prensa.
Durante todo el día, el periodista de Bild intentó ponerse en contacto con alguno de los hermanos. Fue a casa de todos, pero, sin éxito. Hasta que la mujer de Alex lo atendió y le dijo que su marido estaba "pescando". Si quería esperarlo…
El reportero había hecho un largo viaje como para no aguardarlo un par de horas más. Cuando llegó le dijo que quería hablar de política… local y alemana. Aceptó y fue breve -brevísimo- en sus respuestas.
En el porche de entrada de su casa, de madera, Alexander finalmente -luego de décadas de silencio absoluto- estuvo de acuerdo en intercambiar conceptos. Sus hermanos Brian y Louis viven cerca de él, a pocas casas, pero no quieren saber nada con la prensa.
El periodista que lo encontró le consultó sobre política. Se mostró favorable a la conducción de la canciller Angela Merkel, pero en desacuerdo con las políticas del presidente Donald Trump, al que tildó de "mentiroso". "Es la última persona que diría que admiro. Definitivamente no es uno de mis favoritos. No me gustan los mentirosos", dijo Alexander a Bild.
"Ella me gusta. Es buena. Ella parece ser una persona inteligente", dijo, cuando fue consultada sobre su visión sobre Merkel.
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