Las autoridades en los Estados Unidos se preparan para proteger a sus ciudadanos ante la inminente embestida de Florence, cuyo poder golpeará la costa sur de Carolina del Norte con consecuencias que podrían ser catastróficas.
En las próximas horas, se prevé que millones de personas evacuen las zonas de riesgo en sus vehículos y se genere un fenómeno en el tráfico llamado "contra fluido": ambos lados de las vías y carreteras se utilizan en un solo sentido. En otros palabras, ningún auto va hacia el huracán, todos huyen de él.
La tormenta fue degradada la noche del miércoles a categoría 2, pero todavía es "un huracán de gran intensidad extremadamente peligroso" que sopla en el Atlántico con vientos máximos de 195 km/ hora, según el boletín del Centro Nacional del Huracanes.
"¿Quieres que te atropelle un tren o un camión de cemento?" preguntó Jeff Byard, administrador de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), advirtiendo de esta forma el peligro del fenómeno meteorológico.
Hay 5,25 millones de habitantes en las zonas en las que se emitieron alertas o avisos de huracán, y 4,9 millones de personas más residen en zonas bajo alertas y avisos de tormenta tropical, indicó el Servicio Nacional de Meteorología.
Las autoridades instruyen a través de la televisión, la radio y las redes sociales la forma más adecuada y ordenada de cómo la gente debe evacuar. Incluso imprimieron folletos en diversos idiomas y tiene herramientas online con ayuda más detallada, informó Wired.
A pesar del peligro, la situación no es de pánico. En su éxodo, las personas se movilizan en calma y con eficiencia. Las agencias estatales llevan años cooperando en conjunto y previendo situaciones como esta en las que ponen en práctica distintos escenarios catastróficos, que simulan en mapas interactivos en los que cruzan miles de datos y variables.
En estos casos no son las autoridades federales las que se encargan de crear los planes de evacuación sino los gobiernos locales los que tienen esta responsabilidad. Sin embargo, cuentan con la ayuda de otras agencias y organismos.
Este trabajo mancomunado se hace entre un extenso entramado de instituciones: agencias federales como el FBI, FEMA, la Administration Federal de Carreteras y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades; los departamentos estatales de transporte; los operadores privados de remolques y organizaciones de camioneros y transporte público. Además, se trabaja con organizaciones locales que tengan bancos de comidas, refugio para personas y también para animales. Cada plan de evacuación tiene sus particularidades que dependen de la comunidad.
Gracias a mapas de inundación y modelos atmosféricos pueden escoger qué ruta es la más adecuada para evacuar. Y con la ayuda de las tecnologías climáticas, pueden predecir si habrá inundaciones, vientos o marejada ciclónicas. También pueden predecir, cruzando distintos datos, en qué momento y cómo los residentes dejarán sus hogares.
Brian Wolshon, ingeniero en transporte de la Universidad Estatal de Louisiana, aseguró que las evacuaciones se pueden predecir sin mucho problema. Dice que siempre hay una minoría precavida que siempre huye de la zona con rapidez. Luego hay otra que actúa con la especulación sobre lo que sucederá, que se abastecen de todo lo que pueda y espera para evacuar el pueblo o la ciudad en el último momento, justo antes de que las autoridades lo ordenen o sea obligatorio.
Investigadores en Estados Unidos, que se encargan de planificar las evacuaciones en casos de catástrofe, construyeron una computadora que simula distintos escenarios. Con esto agilizan los objetivos y crean planes de contingencia eficientes. Gracias a este sistema, las autoridades pueden saber qué regiones se deben desocupar primero.
Por lo general, a la población no se le brindan distintas opciones de evacuación; esto se hace para que el tráfico sea fluido. "Es como arrear ganado; no quieres que la gente esté pensando", dice Wolshon a Wired.
Cuando son zonas rurales, las autoridades ordenan que las personas tomen la carretera principal y bloquean las vías alternas. No importa que esto genere más embotellamiento, prefieren que el éxodo se dé en un solo punto a tener a la población esparcida por distintas rutas.
Desde 1996, un huracán de categoría 3 no golpea las costas de Carolina. Y a pesar de que la población ha cambiado y se han generado otras complejidades en la sociedad y las zonas urbanas, las rutas de evacuación siguen siendo probadas de forma constante. Para hacer esto, los expertos en transporte aprovechan eventos masivos como un juego deportivo en un estadio o un concierto para poner a prueba sus teorías que básicamente consisten en cómo sacar a una cantidad masiva de gente de un solo lugar.
Los investigadores saben que las decisiones de los residentes sobre cuándo deben salir de sus casa está relacionadas con las advertencias que hagan las autoridades —qué tan claros son los mensajes que se difunden— y sobre qué hacen sus vecinos.
Por esta razón quienes se encargan de los planes de evacuación recurren a líderes sociales que generan confianza en la comunidad, y los gobiernos locales encienden su retórica para que las personas sepan que sus vidas pueden estar en peligro.
No obstante, ningún plan de evacuación es fácil. Si en una comunidad hay muchos inmigrantes, las autoridades deben encontrar la forma de que el mensaje puede ser entendido por todos los que no hablen inglés. Y si en una comunidad hay una gran población que es anciana, entonces deben tener autobuses en los que puedan movilizar a esas personas.
En los estados de Carolina del Sur y del Norte ya están acostumbrados a las amenazas de huracanes y cuentan con sólidos planes de contingencia. "Nunca he enviado a mis estudiantes a un huracán, pero obtenemos data del número de vehículos que estarán en las carreteras", dice Pamela Murray-Tuite, una ingeniera civil de la universidad Virginia Tech que trabaja en modelos de evacuación.
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