Casi un año después de la muerte a los 91 años de Hugh Hefner, el fundador de la revista Playboy, su legado como ícono controversial de la empresa que reivindicó la libertad sexual sigue vivo -o al menos hace enérgicos esfuerzos por sobrevivir- en un mundo que está ahora convulsionado por la revolución de las identidades de género y la lucha por los derechos de la mujer.
Ahora, 32 años después de que se cierren definitivamente las puertas del mítico Playboy Club de la ciudad de Nueva York abierto en 1962, la compañía inaugura de nuevo (en una nueva locación) un lujoso club con el mismo espíritu de "lujo, sensualidad y exclusividad" que supieron tener los más de 30 que existieron en todo Estados Unidos desde que abrió el primero en Chicago en 1960 hasta que cerró el último en Lansing, Michigan, en 1988.
En 1986, el mismo Hefner debió admitir -decepcionado y molesto por el ascenso de una visión que el entendía como "tradicional y puritana"- que las conejitas eran "un símbolo del pasado" en una entrevista con el New York Times.
La disminución del interés por los clubes y la estrepitosa caída de las membresías produjeron por entonces esa crisis, pero en Playboy insisten en que ahora hay un renovado "apetito" por esa propuesta. Esto ocurre incluso tres años después de que la revista anunciara la eliminación de los desnudos en sus páginas por el avance de la pornografía gratuita en internet y decidiera luego restaurarlos el año pasado.
El Playboy Club, que estará repleto de "atractivas conejitas de Playboy" y una "estética sexy y sofisticada", según sus promotores, fue inaugurado el jueves pasado con una fiesta privada pero abrirá definitiva y oficialmente sus puertas el próximo miércoles 12 de septiembre en un amplio espacio ubicado en 512 West 42nd Street.
Lujo, exclusividad y polémica
En un hotel a pocas cuadras de Times Square, el local de más de mil metros cuadrados "será uno de los locales más elegantes y sofisticados del mundo", según prometió el portavoz de Playboy Enterprises, John Vlautin.
"El espacio contará con una sala de estar, una sala de juegos y un comedor de servicio completo, pero la característica más atractiva del Playboy Club New York será, sin duda, el regreso de las Playboy Bunnies a Manhattan", reza el comunicado.
"Las seductoras conejitas, anfitrionas, meseras y servidoras de cócteles tienen una reputación mundial y bien merecida por su estilo y elegancia". Sus trajes, además, fueron confeccionados por el diseñador Roberto Cavalli.
Según informó el New York Post, la membresía más exclusiva asciende los USD 250.000 y en junio ya había vendido "USD 2.2 millones en membresías", el 45% a mujeres. "No esperábamos tantos miembros antes de que comenzara nuestra comercialización. Necesitamos curar nuestra lista", dijeron sus organizadores.
El club contará con cuatro salas separadas y diferentes nivelesde membresía comprarán acceso a diferentes áreas, como el Rabbit Hole Lounge subterráneo, el salón Grotto, el Royal Lounge y el Black Box, que es donde se llevarán a cabo los eventos, con interiores de primera línea diseñados por el famoso arquitecto Cenk Fikri, nacido en Chipre.
Para muchos representa un "simbolismo discordante" que una ciudad que comenzó el año con cientos de miles de mujeres en las calles para protestar por la presidencia de Donald Trump, hoy se abra este espacio.
Clark Wolf, un consultor de restaurantes en Nueva York y California, le dijo a The Guardian que la decisión de reabrir el club hace "oídos sordos" al impulso que existe por la igualdad de género. "Es ridículo: un traje y orejas de conejito no parece estar a la altura de lo que la gente quiere", expresó su enojo. Y aseguró que Playboy Club puede ser un golpe contra las mujeres que exigen igualdad de derechos.
La ícono feminista Gloria Steinem, quien se inflitró como conejita, en el New York City Playboy Club para un artículo de una revista en 1963 y despotricó contra las condiciones de "explotación" a las que se sometía a las mujeres por entonces es una de sus detractoras.
"En esta era de #MeToo y #Time's Up sabemos que las trabajadoras de restaurantes están entre las más acosadas sexualmente porque están exentas de las leyes de salario mínimo y dependen de propinas", dijo al NYT. "También es doloroso trabajar con corsés semidesnudos y tacones altos. Al igual que Hefner, los Playboy Clubs son una parodia del patriarcado, al igual que los tipos que los necesitan. Es difícil imaginarse a ningún neoyorquino yendo, fuera de Donald Trump".
Sin embargo, consultadas por el mismo periódico, las ex conejitas Mary Hutton y Kathryn Leigh Scott no piensan lo mismo. "Ganaba USD 600 en un turno de almuerzo en 1963", dijo Hutton. "Muchas de nosotras estábamos ganando más que nuestros novios, hermanos o incluso nuestros padres, y teníamos 18 años, íbamos a la escuela y lanzábamos carreras ", dijo al Times. "Y fue divertido".
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