Donald Trump concluye este este viernes su semana más difícil desde que asumió la Presidencia de Estados Unidos, el 20 de enero de 2017. Las dos investigaciones que más lo preocupan tuvieron avances significativos, que lo obligan a reconsiderar la estrategia a seguir en los próximos meses.
Por un lado, la confesión de Michael Cohen, que era su abogado y un hombre de máxima confianza, le dio un impulso inesperado a la causa que procura dilucidar si realizó pagos ilegales durante la campaña de 2016. Según su declaración, existieron y fueron para silenciar a mujeres que habían mantenido relaciones con Trump.
Por otro lado, Paul Manafort, que había sido precisamente su jefe de campaña, fue declarado culpable de ocho delitos de fraude fiscal, fraude bancario y no revelación de cuentas bancarias en el extranjero. El caso es un desprendimiento de otro, que inquieta mucho a la Casa Blanca: la injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales y la presunta colusión con el equipo de Trump.
A continuación, algunas preguntas y respuestas para entender lo que está sucediendo y qué puede pasar.
¿De qué se acusa a Donald Trump?
Cohen, que estaba siendo investigado por el FBI, se presentó este martes en las oficinas del Buró en Nueva York y se declaró culpable de los delitos por los que estaba siendo investigado. En concreto, dijo que en 2016 les pagó a dos mujeres —la actriz porno Stormy Daniels y la conejita de Playboy Karen McDougal— para que callaran las relaciones que habían mantenido con Trump. Y aclaró que lo hizo "con el principal propósito de influir en las elecciones".
Pero eso no es lo más grave. Lo verdaderamente preocupante para el presidente es que Cohen aseguró haber actuado "en coordinación y bajo la dirección de un candidato para un cargo federal". Es decir, Trump.
Esos pagos constituyen una donación de campaña que no fue declarada, y por tanto es ilegal. Cohen terminó de implicar a Trump diciendo que emitió facturas apócrifas para que el entonces candidato le reembolsara el dinero.
¿Trump podría enfrentar cargos criminales por estas acusaciones?
Es muy difícil que el mandatario sufra consecuencias legales por estos presuntos delitos. Los precedentes del Departamento de Justicia son claros en un punto: los presidentes en ejercicio no pueden ser imputados.
En teoría, a Trump se le podría iniciar un proceso judicial cuando deje la presidencia. Sin embargo, no hay en Estados Unidos demasiados antecedentes de presidentes investigados tras dejar el cargo.
¿Eso significa que Trump está a salvo?
No, en absoluto. Seguramente, la Justicia no avanzará en su contra. Pero los presidentes pueden ser juzgados por el Congreso. Richard Nixon renunció en 1974 cuando estaba por ser destituido en un impeachment que se le había iniciado por el escándalo Watergate.
Actualmente, el Partido Republicano tiene mayoría en ambas cámaras, así que sería impensable que pudiera prosperar un juicio político contra un presidente propio. Pero en noviembre hay elecciones de medio término. Si el Partido Demócrata le arrebatara la mayoría estaría en condiciones de avanzar con un impeachment, que eventualmente podría terminar en la destitución de Trump.
Esta semana fue consultado sobre esa posibilidad en una entrevista con Fox & Friends. "No sé cómo puedes destituir a alguien que ha hecho un gran trabajo. Si alguna vez me destituyen, los mercados se desplomarían", respondió.
¿Cómo lo afecta a Trump la condena a Manafort?
Manafort fue condenado esta semana en un caso que se derivó de la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016. Fue hallado culpable de haber trabajado entre 2006 y 2017 para gobiernos y líderes extranjeros —entre ellos Víktor Yanukóvich, ex presidente prorruso de Ucrania— sin comunicárselo a las autoridades estadounidenses, algo que es ilegal. Además, lo condenaron por fraude bancario y fiscal, por no haber declarado los USD 75 millones que ganó por esas asesorías.
Estos crímenes no salpican directamente a Trump, porque Manafort no trabajaba con él cuando los cometió. No obstante, la condena y la perspectiva de pasar el resto de su vida en la cárcel podrían llevar al ex jefe de campaña a contar cosas desconocidas sobre la trama rusa, en un intento por disminuir la pena.
El fiscal especial Robert Mueller, a cargo de la investigación, ya dio por probado que hubo un intento deliberado por parte de Rusia para interferir en las elecciones de 2016 en favor de Trump. Lo que está aún por determinarse es si existió una colusión con la campaña del magnate.
Si efectivamente hubo una conspiración, y Manafort decidiera confesarlo, Trump podría verse implicado en una serie de delitos. Como en el caso Cohen, no sería juzgado penalmente, pero el Congreso podría tratar de destituirlo. Consultado por The Guardian, Tim Weiner, un experimentado especialista en seguridad nacional, dejó una definición alarmante: "El presidente de Estados Unidos está aterrado".
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