La noticia revelada esta semana de que el reverendo John David Crowley era uno de los 300 religiosos que abusaron de niños en Pensilvania generó estupor y conmoción en la comunidad de la iglesia Holy Angels, en el sureste de Pittsburgh.
Según un artículo que publicó The New York Times el sábado, y que busca reconstruir la historia de la comunidad, allí ofició como pastor durante casi 34 años,convirtiéndose en uno de los religiosos más populares de la región hasta que en 2003 anunció su retiro de manera abupta. Dieciseis años después, sus fieles conocieron los motivos detrás de esa decisión.
Crowley fue acusado de abuso sexual, incluso a un menor, y la denuncia resultó entonces creíble y justificada. Por ese motivo el obispo de Pittsburgh, Donald Wuerl -hoy cardenal y arzobispo de Washington- le ofreció al padre Crowley la opción de retirarse voluntariamente y abandonar el ministerio activo, o enfrentar la expulsión. Ignorando la verdad, los fieles de la capilla Holy Angels protestaron cuando se enteraron que su reverendo no estaría más a cargo.
Las revelaciones de esta semana demostraron que los sacerdotes de Pensilvania habían abusado de más de 1.000 niños durante décadas, y que la mayoría de los obispos se ocuparon del encubrimiento. En la diócesis de Pittsburgh, que tenía casi un tercio de los sacerdotes acusados, los católicos de casi todas las parroquias intentaron averiguar si los pastores que conocían habían sido acusados o sabían de acusaciones que mantenían en secreto.
Algunos de los nombres en la lista no resultaron una sorpresa, ya que habían ocurrido procesos penales públicos e incluso destituciones de varios de ellos. Otros sacerdotes habían sido objeto de rumores. Pero muchos, como el Padre Crowley, murieron antes de que sus acciones fueran reveladas públicamente.
Mientras los católicos de todo el mundo tambalean y el enojo nacional se desborda, y después de que el Vaticano afirmara que el papa Francisco estaba del lado de las víctimas, los fieles de Holy Angels se debaten con sus creencias.
Hubo llantos, enojos y caras de tristeza esta semana en Pittsburgh, en el medio de un profundo silencio de la comunidad, reconstruyó The New York Times.
Su sucesor
El actual pastor de la comunidad, reverendo Robert J. Ahlin, fue uno de los que permaneció inmóvil desde el día después de que se publicara el informe. Cuando llegó a la iglesia para hacerse cargo del lugar dejado vacante por el padre Crowley, recordó haber recibido algunas llamadas de los feligreses que dudaban de la versión oficial de su retiro voluntario.
Ahlin supo del caso de su antecesor cuando decidió leer, esta semana, el informe que contiene los hallazgos del gran jurado por primera vez. Una madre y sus dos hijas, una de las cuales tenía 16 años en el momento del abuso, presentaron una denuncia contra el padre Crowley en 1992 y otra nuevamente a fines del año 2001. Más tarde, un hombre denunció que el padre Crowley había abusado sexualmente de él cuando tenía entre 11 y 12 años.
El padre Ahlin levantó la vista, sin saber si creer en las palabras que leía. Se preguntó cómo haría para pararse ante sus fieles el próximo domingo. Continuó con la lectura del informe, en el que encontró más de 40 nombres de religiosos que conocía. Algunas denuncias las halló verídicas y otras le parecieron carentes de sustancia, dijo al NYT.
Celebrado y amado
Después de la llegada del padre Crowley a Holy Angels en 1969, su carisma atrajo a tantas personas a misa que a menudo había quienes tenían que quedarse en las escalinatas de la capilla o incluso en la calle por la falta de espacio.
Entre los fieles comenzó a correrse la voz de que las madres solteras que quisieran bautizar a sus hijos o quienes quisieran volver a contraer matrimonio podían acudir al padre Crowley en Holy Angels. Cuando la escuela parroquial se quedó sin espacio, el padre Crowley compró un autobús escolar para llevar a los niños él mismo a la nueva escuela todos los días.
En el verano de 1992, sin embargo, una madre y sus hijas dijeron que el padre Crowley había abusado de ellas. La diócesis de Pittsburgh dijo a The New York Times que el abuso ocurrió en 1976. Tres meses más tarde de la denuncia, el padre Crowley fue enviado a una evaluación de salud mental de una semana en la Comunidad de St. Mchael. Los evaluadores "opinaron que Crowley estaba siendo sincero al negar el hecho" y recomendaron que tenga "apoyo terapéutico ambulatorio para abordar inseguridades, baja autoestima y tendencias obsesivo-compulsivas", estableció el informe.
Con ese diagnóstico el padre Crowley regresó a su parroquia. Dos años después, la iglesia hizo una gran fiesta al aire libre bajo una carpa para celebrar su 40º aniversario como sacerdote.
Los fieles de Holy Angels recuerdan la historia de una inundación ocurrida en el verano del año 2001 que terminó con muchas casas en la zona. El padre Crowley decidió convertir a la iglesia en un centro para las operaciones de ayuda y limpieza de la comunidad. Fue por esa época cuando la madre y sus hijas volvieron a denunciar los abusos ante la diócesis.
No fue hasta el año siguiente, en medio del escándalo de abusos sexuales y encubrimiento en la iglesia católica de Boston, que la diócesis remitió el alegato al fiscal de distrito del condado de Allegheny, y al comité de revisión de la iglesia.
"La Junta de Revisión Independiente consideró creíble la acusación y recomendó que se permitiera el retiro del Padre Crowley; si se negaba, se iniciaría un juicio canónico", informó la diócesis de Pittsburgh en un comunicado al NYT esta semana.
Aunque siempre negó los cargos en su contra, y se quejó por el trato recibido, Crowley finalmente accedió a retirarse, lo que desató las protestas de sus fieles que se prolongaron durante semanas. Un documento con 2.000 firmas respaldaba la idea de su reincorporación. Muchos sospechaban que el obispo a cargo había obligado a Crowley a renunciar debido a sus prácticas sacramentales poco ortodoxas.
Dudas en la comunidad, a pesar de todo
La congregación continuó su camino y el padre Crowley falleció en el año 2006. Holy Angels todavía guarda una carpeta con todas las cartas de condolencias de su funeral.
Tras el informe de esta semana, los feligreses se toparon con la frustración de las preguntas sin respuesta que desafían sus creencias más fuertes. Muchos se inclinan por creer en el hombre en el que han confiado durante tanto tiempo, pese a los actos pecaminosos de los que ha sido acusado.
Cheryl DePretis, que ha sido parte de Holy Angels por más de 40 años, finalmente decidió leer el informe porque trabaja como asistente de la iglesia, y quería saber cómo responder a los llamados que llegaban. "No vi ninguna prueba ", dijo ella. "Elijo recordarlo", concluyó.
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