Entre perros, gatos y hasta hurones —entre otras especies— que los pasajeros de las aerolíneas llevan en la cabina de los aviones, en los últimos años casi se duplicaron los incidentes con animales que registran las aerolíneas. Se quejan las empresas, se queja el personal de abordo, se quejan los pasajeros con alergia o miedo a ciertas razas caninas.
"Delta, American Airlines, United y otras líneas endurecieron los requisitos para los animales de apoyo emocional, en un intento por reducir el dramático aumento de perros, gatos y otras criaturas que vuelan, sin jaula, con los pasajeros de las aerolíneas", sintetizó The Wall Street Journal (WSJ). "En algunos casos, perros de más de 20 kilos comparten el espacio, en estrechos asientos de clase económica, con sus dueños y los pasajeros vecinos".
En los últimos dos meses, Delta registró seis situaciones problemáticas con mordidas de perros. La empresa transporta a diario unos 700 animales de servicio, como perros-guías, y de apoyo emocional, una suba considerable desde 2016, cuando eran 450 por jornada. El total de incidentes con animales, desde charcos de orina hasta ladridos o mordidas, aumentó un 84% en ese mismo tiempo, algo más que en United, que registró un incremento del 75% de ese tipo de problemas. Como consecuencia de uno de ellos —una azafata lastimada— los pit bulls ya no pueden viajar en Delta.
En general, todas las líneas aéreas aumentaron la cantidad de mascotas que transportan, tanto en la cabina como en la bodega de los aviones: en promedio, y a pesar de que se cobra aparte USD 125 por cada tramo de viaje de mascota, las cifras subieron un 11%, a 784.000 animales. Los que asisten a personas con discapacidades se incrementaron en un 24%, mientras que los que acompañan a sus dueños como apoyo emocional, en un 56% en el último año.
A diferencia de un perro-guía, un hurón de acompañamiento no tiene entrenamiento: los beneficios —para personas con diagnósticos psiquiátricos, como trastorno de estrés post-traumático— son emocionales, por su mera compañía. Esos animales, en realidad, desorientan a los que han sido entrenados, y son causa potencial de conflicto entre criaturas a bordo. Cuando un lazarillo reacciona a la provocación de uno sin entrenamiento, su dueño corre el riesgo de que lo retiren del vuelo.
Delta, United, American y Alaska Airlines implementaron nuevas reglas entre febrero y julio: requieren que los pasajeros presenten, 48 horas antes del vuelo, certificados de veterinarios que garanticen que sus animales de apoyo emocional están saludables y han sido entrenados para comportarse adecuadamente en público. Algunas aerolíneas exigen también una carta de un profesional de la salud mental que justifique por qué el pasajero necesita el apoyo emocional de un gato o un conejo.
"Las aerolíneas dicen que esos cambios son todo lo que pueden hacer dentro de las leyes federales actuales. Y que los cambios han tenido un efecto mínimo", señaló WSJ.
Casi todas vieron la misma curva: en el mes de la implementación de las medidas, disminuyó la cantidad de mascotas que viajaban en la cabina, pero al comenzar el verano boreal los perritos volvieron a ladrar en las cabinas en cantidad. Los certificados y las cartas de los médicos se ofrecen en línea, y permiten evitar los límites de tamaño de las criaturas y el costo extra de su viaje en la cabina.
En realidad, argumentaron los voceros al periódico financiero, la cuestión del pago para viajar junto a la mascota es menos importante que el cambio cultural detrás del fenómeno: "Las mascotas son parte de la familia, se las recibe en los hoteles y en los restaurantes. Una vez que el vuelo con mascotas se volvió más sencillo, la puerta del establo se abrió".
El Departamento de Transporte (DOT) analiza unos 4.500 comentarios sobre el tema para evaluar la posibilidad de incorporar nuevas normas. "No tendría que haber más regulación que la necesaria, y esa regulación debería ser directa, clara y hecha para minimizar los problemas de seguridad, protección al consumidor y acceso al transporte aéreo", dijo a WSJ un vocero del DOT.
Muchas personas no quieren que sus animales viajen en la bodega; otras consideran que los ayudan a soportar el estrés del vuelo contemporáneo. Pero otras los consideran en sí estresantes, como el personal de abordo: en un vuelo del 12 de julio en American, una azafata se negó a trabajar en un pasillo donde había un pit bull, por temor a la agresividad del animal. El capitán debió solicitar al dueño del perro que se sentara en una ventanilla, así el paso de la gente y los carritos no lo irritaban.
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