Joe Hillstrom King, más conocido como Joe Hill, es un gran observador. Uno obsesivo. Hijo mayor del escritor norteamericano Stephen King, suele compartir sus pensamientos en podcasts que se convierten en populares y muy comentados. Primero por su familia y luego por quienes lo siguen a diario en sus redes sociales.
Autor además de libros y cómics, también es un persistente lector de crímenes sin resolver. De aquellas historias que bien podrían ser relatadas por la pluma de su padre, pero que resultaron ciertas… y misteriosas.
Y Hill, de 46 años, sabe que su última teoría podría ayudar a resolver uno de los asesinatos más enigmáticos de los últimos 50 años en los Estados Unidos. No solo jamás pudo resolverse, sino que nunca se conoció el nombre de la víctima, a quien pasó a conocérsela popularmente como La Dama de las Dunas.
Buscador incansable de historias macabras, el autor indagó en esa misteriosa dama muerta en 1974 en Provincetown, Massachusetts. Su cuerpo inerte había sido descubierto por una joven que había salido a pasear con su perro por la playa. En un lugar repleto de pinos, encontró el cadáver.
Era el de una mujer de entre 20 y 40 años. Las marcas en sus restos marcaba que había sido asesinada de un golpe en su cráneo. El estado de su cuerpo era de casi completa descomposición. Era el 26 de julio de 1974 -pleno verano en los Estados Unidos-, pero hacía tiempo que la mujer estaba allí.
Solo unos pocos rasgos podían ser recogidos de esa escena dantesca. Tenía el pelo castaño rojizo, atado con una cola de caballo con una goma y las uñas de los pies pintadas de rosa. Su altura: 1,65 metros. A su costado había una manta verde. Llevaba unos jeans marca Wrangler y una bandana azul. Sus manos habían sido amputadas y jamás encontradas.
Nunca pudieron identificarla. Obviamente: su asesino logró la impunidad que ideó al abandonarla allí en las dunas. Con los años, la investigación fue desvaneciéndose. En 2010, de acuerdo con The Washington Post, las autoridades intentaron retomar el caso a partir de nueva tecnología. Con el material con el cual contaban lograron recrear su rostro. O uno muy similar.
Pero nadie pudo reconocerla, a pesar de las cuatro largas décadas que pasaron desde su aparición.
El irresuelto misterio de La Dama de las Dunas fue descrito en 2014 en el popular libro The Skeleton Crew: Cómo los detectives aficionados están resolviendo los casos más fríos de Estados Unidos, de Deborah Halber. Uno de esos ejemplares llegó a las manos del lector incansable.
Hill se interesó tanto en el caso que continuó investigando por su parte. Observó los rostros digitales que las autoridades habían trazado sobre la víctima y le quedaron grabados. Hasta que poco después, sucedió lo impensado.
Al año siguiente, poco después de que finalizara el libro de Halber, el hijo de Stephen King fue al cine con sus tres hijos. Era para ver -una vez más- su película favorita: Tiburón (Jaws), del director Steven Spielberg. Fue filmada en 1974 y estrenada al siguiente. Locación: Martha's Vineyard, en Cabo Cod, a pocos kilómetros de Provincetown. Se cumplían 40 años de su presentación y Hill no quería perdérselo.
Pero en el minuto 58 del filme, una imagen lo impactó. Un fantasma le apareció y no logró apartárselo. "¡Creo haber visto a La Dama de las Dunas!", pensó. Allí, entre los extras, bajando de un ferry que llegaba a la isla, aparecía una mujer muy similar a la que había sido asesinada y cuyo nombre nadie conocía.
Su descripción era idéntica: un peinado similar, un color de pelo similar, una bandana azul, unos jeans azules… y el rostro que coincidía asombrosamente con el dibujado por los expertos forenses. Sola, mirando hacia la nada, allí estaba esa mujer cubierta de misterio y en la que nadie había reparado, salvo Hill… 40 años después. ¿Sería la misma?
Quedó obsesionado. De acuerdo con los datos que logró recoger días después sobre la película, todas las personas que ese verano pasaron por Martha's Vineyard formaban parte de los extras de la película de Spielberg. Voluntaria o involuntariamente.
Todo el mundo sabía en Cabo Cod que se estaba rodando una película referida a tiburones asesinos. Sin embargo, lo que nadie sospechaba era que se trataría de una de las más taquilleras de la historia y que entre sus fotogramas podría esconderse la resolución de parte de un crimen que se cometería poco después.
"He oído decir que todos los que estuvieron en Cape Cod en el verano de 1974 aparecen en la película Tiburón. Estoy seguro de que es una exageración, pero hay una pizca de verdad. La gente sabía que había estrellas de cine en Martha's Vineyard. La posibilidad de que una persona hiciera una parada en la isla y apareciera en la película no es descabellada", indicó Hill.
Por entonces -según afirma Hill– las productoras no tomaban cuenta de todos los extras cuando se trataban de multitudes. Y en Universal Pictures no lograron darle datos sobre esa en particular.
El escritor le comentó su "alocada" teoría a un agente del FBI amigo. Informalmente. Este lo animó. Le dijo que en ocasiones las hipótesis más increíbles suelen resolver casos misteriosos. Y que este podría ser uno de ellos. Hill se sintió entusiasmado y motivado para seguir adelante.
Escribió su teoría en su cuenta de Tumblr. Capturó una imagen del momento exacto en que la mujer aparece en la película y describió todo el proceso que le tomó llegar a esa posible teoría. Cuando presentó su hipótesis ante el Departamento de Policía de Provincetown no logró mucho entusiasmo. Sin embargo, sospecha que deberán continuar con la investigación.
Cree que cuantos más conozcan su teoría, más extras de la película Tiburón que participaron de esa toma podrán aportar algo. Su nombre, su identidad, al menos, podrían ser la punta del un ovillo del cual jalar. Quizás a partir de allí pueda llegarse a su asesino. O al menos podrá tener una despedida digna con algún familiar que haya estado buscándola durante todos estos años.
"Hay personas vivas que estaban en ese plano y que lo saben", dijo. Tal vez hasta aparezca la misma mujer que él creyó como La Dama de las Dunas a decirle que no se trata de un fantasma, sino que más bien es una macabra coincidencia.
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