Luego de la sobredosis que sufrió este martes Demi Lovato, volvió a abrirse el debate sobre la heroína, la droga que según fuentes policiales habría utilizado la cantante.
¿Qué tanto se sabe de la heroína? ¿Por qué resulta tan adictiva y mortal para quienes la consumen?
Cuando un adicto o consumidor se inyecta o toma por otra vía heroína, en un primer momento, denominado "luna de miel", la persona experimenta una sensación de placer intensa, y a los pocos segundos de ese éxtasis, se pasa un estado en el que hay una mezcla de sedación total con euforia.
Luego de los efectos iniciales, el consumidor se encuentra en una etapa somnolienta o adormilada, y sus funciones mentales, como describen algunos científicos, se nublan. De igual forma, la función cardíaca se vuelve más lenta y se reduce el ritmo de respiración. Esto en algunos casos pone en riesgo la vida de la persona, lo que puede llevar a un estado de coma o daño cerebral permanente.
De acuerdo con el National Institute on Drug Abuse de los Estados Unidos, la heroína se adhiere a ciertos receptores del cerebro —conocidos como receptores opioides mu (ROM)—, los cual activa. Cuando se consume la droga, los ROM se activan y liberan dopamina, lo que hace que el adicto desee consumir otra vez.
La heroína una vez ingresada al cerebro se convierte en morfina y se adhiere a los receptores opioides. La euforia del consumidor depende de cuánta droga consumió y con qué rapidez ingresa al cerebro. Los efectos casi siempre viene acompañados de un enrojecimiento cálido de la piel, sensación de pesadez en la extremidades y sequedad bucal. De igual forma, son comunes los vómitos, las náuseas y la picazón intensa.
La estructura física y fisiológica del cerebro se modifica en el adicto, lo que crea desequilibrios en los sistemas neuronales y hormonales. También afecta la materia blanca en el cerebro, lo que deteriora la capacidad para regular el comportamiento y las respuestas generadas en momento de tensión o estrés. De igual forma, afecta la habilidad para tomar decisiones, según el National Institute on Drug Abuse.
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En las personas adictas ocurre una tolerancia a la droga, por lo que cada vez la dosis de consumo tiene que ser mayor para lograr el efecto deseado. En estos casos el cuerpo se adapta a la presencia de la heroína, y cuando se reduce el consumo o es quitado de forma abrupta, se presenta lo que es conocido como los síntomas de abstinencia: diarrea, insomnio, vómitos, desasosiego, dolor muscular u óseo, escalofríos y movimientos de las piernas.
El pico en lo síntomas de abstinencia ocurre entre las 24 y 48 horas después de la última dosis, es uno de lo momentos más críticos en el adicto que intenta recuperarse. Estos síntomas van disminuyendo en la semana, pero pueden durar meses.
La adicción a la heroína termina convirtiéndose en una enfermedad crónica en la que la vida del adicto es una búsqueda incansable, desesperada, por la droga. Las consecuencias de los actos importan poco, solo se vive por ese momento de euforia y de paz pasajero.
Las complicaciones médicas que presentan los consumidores son variadas: pulmonares (incluidos varios tipos de neumonía y tuberculosis), trastornos mentales, disfunción sexual, entre otras.
Además, el compartir agujas lleva a otras graves consecuencias: infecciones con el virus del VIH, hepatitis B o C y otras variedades que se transmiten por la sangre.
Cuando ocurre una sobredosis se disminuye la frecuencia cardíaca y la respiración, esto lleva, en muchos casos, a la muerte. Tal como ocurrió con Demi Lovato, lo médicos aplican naxolona, que tiene como efecto revertir la sobredosis eliminando los signos de intoxicación.
Las estadísticas del consumo
Desde el comienzo de esta década, la tasa de mortalidad por sobredosis relacionadas al consumo de heroína o opiáceos entre personas de 25 a 44 años aumentó en prácticamente todos los grupos raciales y étnicos y en casi todos los estados del país, según un análisis de The Washington Post. La tasa de mortalidad entre personas de raza negra subió un 4%, y 7% entre hispanos, 12% entre blancos y 18% entre nativos americanos. También ha aumentado entre asiáticos, pero a un nivel estadísticamente insignificante.
Después de un siglo de disminuciones, entre 2010 y 2015 la tasa de mortalidad entre adultos jóvenes de todas las razas aumentó 8% en los Estados Unidos.
Según el informe más reciente de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Estados Unidos es país en el mundo el que tiene el mayor número de fallecimientos por consumo de drogas en términos absolutos (52.404 anuales para la UNODC) y el que lidera el ranking de mortalidad cada millón de habitantes, con 245,8. En segundo lugar está Suecia, con una tasa de 124,5. La lista de los primeros 15 se completa con Australia (116,2), Ucrania (104,9), Estonia (102,9), Rusia (81,1), Noruega (78,4), Finlandia (77,8), Dinamarca (72,3), Irlanda (70,8), Reino Unido (66,7), Lituania (60), Kenia (56,1), Venezuela (55,3) e Irán (53,2).
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