Primero fue la moda del trabajo a distancia. Grandes empresas comenzaron a descentralizar sus oficinas para aquellos empleados que operaban en realidad dentro de una red informática. Pero ahora firmas como IBM, Bank of America o Aetna reducen sus programas de trabajo desde la casa para que haya más interacción y cooperación entre los empleados, lo cual supuestamente se consigue reuniéndolos a todos en espacios abiertos, oficinas como lofts. Sin embargo, una investigación observó que, paradójicamente, sucede lo contrario.
La nueva tendencia vino a romper la "epidemia de soledad", como se la llamó, asociada al teletrabajo, cuyo costo para la salud resultó mayor al de la obesidad y similar al de fumar 15 cigarrillos por día. Pero, según un estudio de la Universidad de Harvard, tuvo un efecto inesperado: "El volumen de interacciones cara a cara disminuyó significativamente (alrededor de un 70%", escribieron los investigadores Ethan Bernstein y Stephen Turban. "Hubo un aumento asociado de la interacción electrónica".
Es el primer trabajo que contradice otros, de la misma universidad, sobre las oficinas abiertas. Uno, de 2015, estableció que los trabajadores manifestaron que la planta compartida les daba una sensación mayor de espacio para su desarrollo que las oficinas compartidas. El otro, de 2017, encontró que el 89% de los empleados se sentían más felices en un ámbito de trabajo estilo loft y el 82% dijo que el cambio arquitectónico había ampliado sus redes laborales. Además, el 80% recurría a sus compañeros para pedir ayuda o consejo y el 54% socializó con los colegas después de la oficina o los fines de semana.
Bernstein y Turban Detallaron en su trabajo: "En pocas palabras, en lugar de favorecer una colaboración cara a cara cada vez más dinámica, la arquitectura abierta parece haber desencadenado una respuesta natural humana: alejarse socialmente de los compañeros de trabajo e interactuar mediante el correo y la mensajería".
El nuevo estudio se concentró en dos empresas, ambas multinacionales Fortune 500, que pasaban a oficinas más abiertas y modernas. Los ejemplos fueron representativos de un fenómeno global, que ha alumbrado compañías proveedoras de esas plantas, tanto en la arquitectura como el diseño interior, entre ellas WeWork, un gigante de USD 20.000 millones.
"Una de [las dos empresas estudiadas] eliminó todas las paredes de una de sus plantas. Los investigadores pidieron a los trabajadores de funciones tan variadas como ventas, tecnología, finanzas y recursos humanos que llevaran dispositivos de rastreo sofisticados", explicó Bloomberg la metodología.
Durante los 15 días antes de la transformación de la planta, cuando todavía tenían paredes, los empleados pasaron un promedio de 5,8 horas por día en interacciones cara a cara; durante los 15 días de la oficina abierta, ese tiempo se redujo a 1,7 horas. Al mismo tiempo, aumentaron 56% los correos electrónicos y 67% los mensajes en aplicaciones, que además crecieron un 75% en extensión.
En la segunda empresa la transición fue de cubículos a oficina-loft. Los empleados ocuparon el mismo lugar que antes y contaron con el mismo espacio, pero sin divisiones y en grupos de a seis u ocho por escritorio. "Esto redujo las interacciones en un 67% e incrementó el tráfico de e-mails", señaló la revista. "Contra lo que se podía creer, la distancia física entre los empleados no tiene efecto en cómo interactúan. La proximidad física, parece, está sobrevaluada como potenciadora de la cooperación".
Según Bernstein y Turban, las oficinas abiertas presentan "demasiados estímulos": demasiada información, demasiadas distracciones, demasiada gente que camina o simplemente, que se ve en el espacio alrededor. "Todo eso parece tener el resultado perverso de reducir, en lugar de incrementar, la interacción productiva".
Sin buscar explicaciones psicologistas que no se puedan sostener con sus datos, los autores sólo arriesgaron que poner a la gente en una suerte de gran pecera donde no tienen espacio personal los hace retraerse en lugar de ser más gregarios.
La nueva tendencia de oficinas compartidas vino a romper la “epidemia de soledad”, como se la llamó, asociada al teletrabajo.
WeWork rechazó esa simplificación de su tarea: la empresa —dijo— "combina diferentes formatos de espacios de trabajo (compartidos, privados y dedicados) junto con un amplio portafolio de servicios que cubren la operatividad de sus miembros y actividades". El 45% de los clientes de la compañía dijo que "tener sus oficinas dentro de WeWork les había ayudado a crecer mucho más rápido".
Los investigadores de Harvard sumaron, además, otra observación: los cambios no resultaron positivos para la productividad. "Tal como la definen las mediciones internas de desempeño, los gerentes encontraron una productividad reducida tras el rediseño que eliminó las divisiones espaciales", escribieron.
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