En 1986 el transbordador espacial Challenger se desintegró en el aire 73 segundos después de su lanzamiento, y su combustible provocó una bola de fuego que lo consumió ante la mirada de casi el 20% de la población de los Estados Unidos, que seguía la transmisión televisiva en vivo. Toda la tripulación murió: Francis Dick Scobee, Michael Smith, Ronald McNair, Gregory Jarvis, Judith Resnik, la maestra Christa McAuliffe y Ellison Onizuka. El accidente causó cambios radicales en el modo de operación de la NASA.
Las 14 toneladas de restos del Challenger cayeron sobre el océano Atlántico. Cuando la Guardia Costera de los Estados Unidos los recogió en busca de los cuerpos de los tripulantes y elementos para la investigación del accidente, encontró una pelota de fútbol.
Janelle Onizuka, hija del astronauta Ellison Onizuka, se la había regalado a su padre. Sus compañeras del equipo de fútbol de la escuela secundaria Clear Lake, en Houston, Texas, la habían firmado y le habían escrito el mensaje: "Buena suerte, tripulación del transbordador". Su padre se había escapado de la cuarentena en la que estaba, para asegurar que no abordaría el Challenger con alguna enfermedad, para recibir la pelota y despedirse de su hija.
"Dados los días catastróficos que siguieron es, literalmente, mi último buen recuerdo junto a mi padre", dijo a ABC.
Cuando la pelota regresó a la familia Onizuka, Janelle y su madre, Lorna, la donaron a la escuela, donde quedó en una vitrina de trofeos. Uno de los padres la identificó y se ofreció a construir un estuche para que fuera un homenaje a la misión de abrupto final trágico. Y así la pelota quedó en exhibición en Clear Lake High School.
Hasta que, 30 años después de la tragedia, en 2016, el astronauta Shane Kimbrough, cuya hija estudiaba en la escuela, preguntó a la directora, Karen Engle, si querrían enviar algo al espacio: estaba a punto de comenzar una misión en la Estación Espacial Interncional. "De inmediato, ella pensó en la pelota, y el 19 de octubre de 2016 el balón abordó la Expedición 49 con Kimbrough, en la cual pasaría 173 días", resumió el periódico británico Daily Mail.
"Me emocionaba pensar de dónde había venido y todo lo que habían pasado en estos años", dijo Kimbrough a ESPN. "Pensé en la familia, en lo que significaba para ellos, y saqué algunas fotos para mandarle", explicó.
Janelle Onizuka, que todavía reside en Houston, dijo en un comunicado: "De muchas maneras, la pelota de fútbol ha continuado la misión en que mi padre se embarcó hace tantos años. Ha seguido viajando y explorando el espacio para inspirar a muchos con su historia. Agradezco los recuerdos y el futuro de este objeto especial que nos tocó de cerca a mi padre y a mí y muchos otros".
La pelota regresó a su estuche de vidrio, para continuar como homenaje a los siete muertos en la misión de 1986, con una placa que dice: "Transbordador Espacial Challenger, 28 de enero de 1986 – Estación Espacial Internacional, 19 de octubre de 2016 – Clear Lake High School, 3 de noviembre de 2017".
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