Dos semanas después de que la pequeña Kalea Avery, de seis años, recibiera el diagnóstico de un tumor cerebral, los médicos hallaron que su hermano menor, Noah Avery, de cuatro años, sufre el mismo tipo de cáncer. El caso, que sucede en una familia de Redondo Beach, California, es tan extraño que no se conocen antecedentes.
"Los oncólogos del Hospital de Niños de Los Angeles, el neurocirujano y los pediatras nunca vieron que dos hermanos recibieran el diagnóstico de un tumor cerebral con diferencia de semanas", explica la página de GoFundMe que se abrió para ayudar a la familia Avery en el tratamiento, que comenzó con cirugías para extirpar los tumores y continuará con radiación y quimioterapia para los dos niños.
El padre de los pequeños, Duncan, habló con el canal CBS: "Es asombroso cómo en tres semanas tu vida da un vuelco", dijo. Todo comenzó en mayo, cuando la niña se sintió mal. "Una mañana vomitó. Como la mayoría de los padres, uno piensa que es un virus", agregó. Pero el síntoma se repitió en los días siguientes, acompañado de dolores de cabeza insoportables. En dos ocasiones debieron ir a la sala de emergencias. Y al fin recibieron el diagnóstico: Kalea sufría un meduloblastoma, un tumor que se da mayoritariamente entre niños y jóvenes y tiene una tasa de supervivencia de del 70% en cinco años.
"Fue devastador", recordó el padre.
Pocos días más tarde, él y su esposa, Nohea, notaron que su hijo menor caminaba de una manera extraña. "Se inclinaba hacia la derecha. Y también comenzó a quejarse de dolor de cabeza". El 21 de julio, a dos semanas del diagnóstico de su hija, recibieron la misma espantosa noticia: también Noah tenía cáncer cerebral.
"Sentí que literalmente se me rompía el corazón, que algo lo arrancaba de mi pecho", dijo la madre de los niños. "No sé cómo se hace para seguir, pero se sigue, de algún modo se encuentra la manera. Miras a tus hijos, los abrazas, y encuentras una manera de seguir".
Aunque en shock, los Avery no tuvieron mucho tiempo para lamentarse: las cirugías se sucedieron rápidamente. "En este momento mi hija recibe terapia física, terapia ocupacional y terapia del habla", manifestó la mujer. La remoción de esta clase de tumores puede dejar consecuencias, desde físicas hasta cognitivas.
Mientras su hermano se recupera, Kalea pudo salir a pasear brevemente por primera vez después de la cirugía. Tanto ella como Noah tienen por delante un tratamiento duro y prolongado. "Hay buenos momentos y hay momentos horribles", sintetizó la madre.
Los especialistas no creen que el cáncer haya sido causado por algún factor ambiental. La familia se sometió a estudios genéticos para ver si acaso allí radica la causa del misterio médico. "Acaso esta es la razón por la que estamos en esta Tierra", dijo el padre a Los Angeles Times". "Así podemos encontrar el gen que causa el meduloblastoma".
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