Habían partido de Texas, rumbo al Aeropuerto Internacional Coleman A. Young, de Detroit, Michigan. Las condiciones climáticas eran óptimas, pero, por razones que están siendo investigadas, el avión se vino a pique poco antes de llegar a destino.
Se estrelló en un descampado ubicado en un barrio de casas bajas. Rápidamente, comenzó a prenderse fuego.
El aparato estaba registrado a nombre de Gregory Boaz, de 54 años. Él lo estaba piloteando y llevaba a su esposa Julie, de 48 años, y a su hijo, de 17.
Los dos adultos quedaron atrapados sin posibilidad de escapar. Pero el adolescente estaba consciente y protagonizó una impactante lucha para lograr salir.
"Era terrible. Había fuego por todos lados. Me dijeron que me alejara porque el avión podía explotar, pero no podía, porque tenía que sacarlo de allí. Me sentí mal por no haber podido salvar a los otros dos", le contó Cordell Owens a la cadena WDIV.
Fue Owens quien abrió la puerta de un hachazo antes de alejarse, ante la inminencia de una posible explosión. El joven sobreviviente pudo finalmente salir del habitáculo a través de ese espacio.
Rodó, se puso de pie y se alejó lo más rápido que pudo. Tenía quemaduras en distintas partes del cuerpo.
El capitán de la Policía de Detroit, Mark Thornton, confirmó la muerte de los otros dos ocupantes. Además, contó que el adolescente está internado y se encuentra en estado crítico.
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