El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, partió rumbo a Singapur para la cumbre con el dictador norcoreano Kim Jong-un.
El mandatario norteamericano dejó Canadá este sábado, donde se encontraba por la Cumbre del G7, y ya emprendió el viaje a Singapur, lugar donde el próximo martes se verá con Kim.
Respecto a la cumbre con el líder norcoreano, dijo este sábado que tardará sólo "un minuto" en saber si es honesto en su voluntad de negociar con Estados Unidos.
Afirmó en una rueda de prensa que lo sabrá tan rápido porque él es así, y que si Kim no es honesto no perderá el tiempo con el líder norcoreano.
Singapur prepara los escenarios de la histórica cumbre, que tiene en vilo a esta ciudad-estado asiática.
"Lo siento, no puede pasar", repetía pacientemente un guardia a cada periodista que se acercaba al hotel Capella, el lujoso complejo que el día 12 acogerá la primera reunión de la historia entre los líderes de Estados Unidos y Corea del Norte.
Al hotel de cinco estrellas, ubicado en la exclusiva isla de Sentosa, solo pueden acceder los huéspedes del establecimiento, cuyas 112 habitaciones -que oscilan entre los 500 y los 10.000 dólares por noche- ya estaban reservadas antes de que la Casa Blanca anunciara la sede del encuentro el pasado martes.
"No podemos dar detalles" sobre los preparativos para la cumbre, dijo a la agencia de noticias EFE el gerente general del hotel Capella, Fernando Gibaja.
"La confidencialidad de nuestros huéspedes y la seguridad son nuestra prioridad absoluta", añadió en un correo electrónico.
El complejo, formado por cuatro edificios de la época colonial británica y un ala moderna diseñada por el arquitecto británico Norman Foster, está rodeado de una exhuberante selva, en la que se rumorea que los soldados ingleses enterraron un tesoro de plata durante la Segunda Guerra Mundial.
Esa densa vegetación será este martes una garantía de privacidad para Trump y Kim, pero hoy frustraba a los cámaras, reporteros y curiosos que se acercaron para observar el ambiente.
"Estaba intentando acercarme lo suficiente para ver algo y tomar unas fotos", explicó a EFE Jackson Brakebill, un joven estadounidense que trabaja en Singapur y está atento a la cumbre del martes porque la forma de gobernar de Trump le parece "hilarante".
A unos diez kilómetros al norte del Capella, otros dos hoteles de lujo atraían los flashes mediáticos, espoleados por los rumores de que allí se hospedarán Trump y Kim.
En las inmediaciones del Shangri-La, que acoge anualmente un foro de seguridad y en 2009 hospedó al entonces presidente de EEUU, Barack Obama, varios carteles advertían de controles de seguridad entre el domingo y el jueves, y un equipo retocaba las columnas de la entrada con pintura fresca.
Ese era, según varios informes de prensa, el hotel elegido por Trump y su delegación, pero las cosas estaban menos claras en cuanto al hospedaje de Kim.
En la entrada del hotel Fullerton, localizado en el centro, ondeaba una bandera norcoreana junto a la estadounidense, y algunos medios afirmaban que allí era donde quería quedarse Kim porque fue donde se alojó la semana pasada una delegación de Corea del Norte.
Pero en los medios cobraba fuerza el rumor de que el líder norcoreano se hospedaría en el Saint Regis, un lujoso establecimiento situado a menos de un kilómetro de distancia del hotel que supuestamente acogerá a Trump.
El sábado por la tarde, un equipo hacía obras en el garaje de ese hotel bajo los focos de los cámaras de televisión, que montaban guardia tras circular la noticia de que había aterrizado en la isla un avión procedente de Pyongyang, en el que se rumoreaba que había viajado parte de la delegación norcoreana.
Kim, cuya fecha de llegada a Singapur se desconoce todavía, está muy preocupado por su seguridad en este viaje, el más largo que ha hecho desde que llegó al poder en 2011.
Los norcoreanos también estaban inquietos por las facturas del hotel, aunque al menos dos entidades, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) y la compañía estadounidense HotelPlanner.com, se han ofrecido para sufragarlas.
Si finalmente se queda en el Saint Regis, Kim podrá disfrutar de una extensa colección privada de arte, que incluye obras de los españoles Pablo Picasso y Joan Miró, y tiene en la entrada una escultura del colombiano Fernando Botero.
Esta semana se instaló en el vestíbulo un arreglo floral formado por anturios, una planta tropical de hoja roja que, casualmente o no, adorna también la entrada del hotel de Trump.
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